martes, 5 de marzo de 2013

Mallorca en el puente de Andalucía

28 de febrero

Este viaje se lo debía a Fabi desde hace 34 años; que fue cuando yo estuve en Mallorca, por primera vez, en mi viaje de estudios como alumno. Me prometí que algún día iría allí con ella. Después de estar otras tres veces más , como profesor; ya era hora de cumplir mi promesa.

El día de la partida no pudo empezar peor. Nos levantamos a las siete de la mañana y Fabi se sentía fatal, había pillado un gripazo de cuidado. Y a las siete y veinte empezó a nevar, pero a nevar de verdad; a las ocho ya había diez centímetros de nieve. En un principio, David nos iba a llevar al aeropuerto , pero con nuestro coche era imposible; tuvimos que echar mano del todoterreno de mi Eustaquio para poder llegar.


Una vez en el aeropuerto respiramos aliviados. El vuelo fue muy plácido y corto, y a la hora ya estábamos allí.  Nos recogieron y nos llevaron al hotel, que está a unos diez minutos, en el Arenal. Eran las dos y media, así que, dejamos el equipaje en la habitación y directos a almorzar. La comida era tipo bufé y había variedad y cantidad.



Nos echamos un ratillo en la cama y, a dar una vuelta por el larguísimo paseo del Arenal.
Después de tomarnos un café, decidimos ir a ver Palma de noche. Cogimos el autobús 15, que sale desde el balneario 1( previamente habíamos comprado en un estanco un bono de diez viajes que vale diez euros, y de esta manera te ahorras 50 céntimos en cada trayecto). Tarda en llegar a la Plaza de la Reina unos 45 minutos, que se hacen un poco pesados porque para mil veces.Una vez allí nos dimos una vuelta por los alrededores de la Catedral y a las ocho cogimos el autobús de vuelta. Esta vez lo hicimos en el número 25, que va por la autovía y sólo tarda 30 minutos.
 Nada más llegar al hotel nos fuimos a cenar y tardamos unos cinco minutos en entrar al comedor porque había cola. Aunque nosotros lo llevábamos todo incluido( tan preciosos con nuestra pulserica puesta) casi todo el mundo se servía bebidas sin ningún control.



La verdad es que el complejo hotelero está bastante bien (Hotel Palma Bay). Son seis edificios con varias piscinas, mucha zona verde ,pistas de deporte, minigolf  y varias salas de animación . El todo incluido estaba en el hotel Habana, así que hacia allí nos dirigimos a tomarnos unos cubaticas. Las bebidas alcohólicas son marcas blancas, pero no estaban malas, eso sí , te las dan en vasos de plástico y son pequeños. ¡Menos mal que te dejan llevar dos de cada viaje! Entre el cansancio del día, y la fiebre que le iba subiendo a Fabi, nos fuimos pronto a la cama.

1 de marzo

Después de un copioso desayuno, pusimos rumbo a Palma. Como el día amenazaba lluvia, hubo cambio de planes y en lugar de visitar el Castillo de Bellver por la tarde, lo hicimos por la mañana. Nos bajamos en la Plaza de España y tomamos el número 3, hasta la Plaza Gomilla . Desde ahí es muy fácil ir al Castillo, sólo hay que seguir por la Carrer de Bellver. Bueno, lo de fácil me refería al itinerario, porque hay que subir mil escaleras (llegué a pensar que Fabi se moría) , aunque merece la pena por las vistas y por el castillo.



Era el día de la comunidad y las entradas a los monumentos y museos eran gratis, así que nos ahorramos una pasta.
 El Castillo es una pasada, lo recorrimos palmo a palmo y nos hartamos de hacer fotos.




 La bajada fue un placer y en nada estábamos tomando el autobús a la plaza del Rey Juan Carlos I.
En el Paseo del Born había muchas actividades para celebrar el día de la comunidad y siguiendo hasta el parque del mar: mercado artesanal, mercado marinero y mercado medieval; un gentío impresionante.


Visitamos la Catedral y el Palacio de la Almudaina, que también eran gratis.




 Como ya iba siendo la hora del almuerzo nos fuimos a la Plaza Mayor y allí tomamos algo.


Seguimos con nuestro paseo por la ciudad y visitamos todo el centro histórico.


Para tomar café elegimos la Plaza de la Lonja y como no tenían ensaimadas fuimos al mercado medieval y nos compramos unas cocas.


A las cinco nos fuimos a descansar un rato al hotel.
Nos dimos otro paseo paseo por la playa y a las ocho ya estábamos cenando. Después de la cena, unos gintónics, y a la cama.

2 de marzo

A las siete y media ya estábamos desayunando porque a las nueve salía el autobús a Sóller. Media hora antes ya estábamos en la estación de autobuses de La Plaza España. Tomamos el bus que va por el túnel ya que era más rápido, e íbamos a contrarreloj para poder visitar todo lo que queríamos.
La visita de Sóller duró hora y media, pero dio para ver lo importante del pueblo: la estación de tren, la iglesia y el mercado; un pueblo muy bonito.




Desde aquí tomamos el bus al Puerto de Sóller, un puerto natural con unas vistas magníficas. Recorrimos todo el paseo y al final de éste, había un velero varado en la playa y un barco de arrastre intentando remolcarlo.


 Como sólo teníamos hora y media para volver a tomar el bus, no pudimos ver toda la maniobra, que se estaba haciendo difícil.
 Camino de la parada tenía ganas de ir al servicio , entré en una cafetería y el camarero me dijo que si no tomaba nada tenía que pagar un euro, al final tuve que mear en un solar cercano.


El recorrido a Valdemosa fue emocionante, ya que es una carretera de montaña muy estrecha, y el conductor  no paraba de pitar en cada curva. Después de 45 minutos, y con un poco de miedo en el cuerpo, llegamos por fin al pueblo.


Valdemosa es famosa por La Cartuja y por haber tenido como vecinos, por algún tiempo, a personajes de la talla de Chopin, Rubén Darío...


El pueblo es precioso y muy cuidado, da gusto pasear por sus calles. Una curiosidad es que en todas las casas hay un mosaico de su santa: Santa Catalina.


Almorzamos en uno de los restaurantes y después tomamos café con una ensaimada y una coca en la pastelería Can Molinas.
Otro de los atractivos de este pueblo es que hay muchas rutas de senderismo.
Para mí es el pueblo más bonito de Mallorca.


A las tres cogimos otra vez el autobús con dirección a Palma. Dimos una vuelta por los aledaños de la Plaza España y de vuelta al hotel.
Después del descanso, paseo por la playa ,y a ver la puesta de sol;¡ qué pena no haber llevado la cámara de fotos!
Cenamos y vimos un espectáculo que hacían para las personas mayores en el Hotel Acapulco; estaba entretenido.
A la mañana siguiente desayunamos pronto y como el avión no salía hasta las dos, nos dio tiempo a caminar siete kilómetros por el paseo y recoger las ensaimadas que teníamos encargadas.



Ha sido una escapada interesante, la pena es que Fabi no la ha podido disfrutar plenamente por su gripe.