sábado, 25 de abril de 2020

Mi viaje en cuarentena

Este es un viaje singular a través de mi mente y, como tal, no me acompaña nadie; más bien soy yo el que acompaño a mis alumnos de 5º de primaria y a todo aquel que me lea.

No podía quedarme sin viaje en estas fechas, pero como no hemos podido salir, y debía darle clases a distancia, decidí empezar este diario que, aún sin terminar, voy a publicar hoy (ya iré poniendo los siguientes capítulos o días en él). Si a alguien le apetece verlo en otro formato más llamativo, podéis leerlo en el siguiente enlace, donde aparecen las explicaciones que doy a mis alumnos, los vídeos y actividades que les propongo para seguir aprendiendo en este periodo tan extraño que nos ha tocado vivir: http://carmelo3primaria.blogspot.com/



Lunes, 16 de marzo de 2020


 ¡Venga, vamos a trabajar, que todos los días son buenos para aprender algo nuevo!



Martes, 17 de marzo


¡Ánimo! ¡Nunca dejes de aprender porque la vida no deja de enseñarte!



Miércoles, 18 de marzo


¡Vamos! El secreto de la vida es hacer lo que dijimos que íbamos a hacer.



Jueves, 19 de marzo


¡Esto lo estamos consiguiendo entre todos!
Acostúmbrate a corregir las actividades del día anterior, como hacemos en clase, antes de empezar a trabajar con los conocimientos nuevos.



Viernes, 20 de marzo


Bueno, pues ya es primer viernes de cuarentena y quisiera desearos un buen finde, como decís vosotros ahora.



Lunes, 23 de marzo


¡Que vuestros sueños sean más fuertes que vuestros miedos!

¿Qué tal el fin de semana? Bueno, hoy comenzamos con el apasionante mundo de los VERBOS. (Estoy deseando estar en clase y explicároslos yo, porque este tema es que me encanta, y además lo bordo en la pizarra.).

También terminamos el tema 7 de matemáticas, así que, si te has abierto una cuenta de usuario, en el libro digital tienes muchos enlaces para repasarlo. Mañana haremos un pequeño control.



Martes, 24 de marzo


Sé amable; todos están luchando una batalla que no conoces.

Bueno, familia. Aquí estamos un día más de este retiro necesario. Hoy nos enfrentamos a nuestro primer examen en casa. Sigue las instrucciones y hazlo tranquilo; vas a comprobar todo lo que has aprendido. ¡Suerte!

Ayer empezó la programación especial educativa en Clan TV. Para vosotros es en horario de once a doce. Hoy la he visto yo y es muy interesante. No os había comentado nada hasta comprobar que merecía la pena, y os juro que la merece. Organiza bien tu tiempo y déjate libre esta hora a modo de descanso-recreo.



Miércoles, 25 de marzo


Tu futuro depende de lo que hagas hoy; no mañana.

¡Buenos días, compañía! ¿Nos ponemos a trabajar? Tenemos por delante el control de naturales (verás como es fácil). Pero antes, comenzamos el tema de matemáticas dedicado a las fracciones (no te preocupes; las comprenderás).

¿Sabéis quién inventó las fracciones? Pues, Enrique Octavo. (¡Como no os riais; no os vuelvo a contar un chiste más en la vida!). ¡Así me gusta, que empecemos a aprender con una sonrisa en la cara!

No olvides tu descanso de once a doce para relajarte y ver la tele. Hoy en CLAN aprenderemos cosas sobre la educación artística y la educación física.



Jueves, 26 de marzo



El mar. La mar.
El mar. Sólo la mar.
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?

Hoy quería hacerle un pequeño homenaje a Rafael Alberti, que fue una de las últimas clases que recuerdo con vosotros en la que estabais comiéndome con los ojos. ¡Qué emocionante es enseñar y aprender cuando nos metemos de lleno en ello! ¡Venga, vamos a por el jueves!

Cambiamos de asignatura, y ahora nos toca SOCIALES. El tema que vamos a estudiar va de mapas (que sabéis que me encantan) y de instituciones (que son un rollo, pero que no queda más remedio que aprendérselas). Vamos a intentar disfrutarlo.

- Papá, ¿me haces las tareas de mates?
- No, hijo, no estaría bien.
- Bueno, inténtalo, a lo mejor te sale bien.

¿Ya? ¿Ya lo hemos entendido? Pues venga, puedes reírte un rato y, aprovechando ese estado de ánimo, nos ponemos con las tareas.

Recuerda el descanso de once a doce; hoy toca lengua e idiomas. Ya sé que el programa es demasiado infantil, pero así nos relajamos un rato y cargamos las pilas para continuar.



Viernes, 27 de marzo


¿Queréis creer que nuestro amigo Antonio Machado se puso ayer celoso porque cité a Alberti y no dije nada de él? Para que no se enfade mucho, aquí lleváis unos versos suyos que vienen ahora que ni anillo al dedo:

El que espera desespera,
dice la voz popular.
¡Qué verdad tan verdadera!

Desde el lunes decidí hablaros por escrito, como si estuviera con vosotros, antes de que os pusierais a trabajar, para que así no parezca que "yo" soy una máquina de ordenar: "escribid, leed, realizad, corregid, haced, redactad, observad ...". Que, por otra parte, es como se me conoce a mí por fuera: "un Ordeno y Mando".

Vosotros sabéis que eso no es cierto; que esa es la imagen que doy de cara al exterior. Creo que tengo muchísimas virtudes buenas y que soy bastante más simpático de lo que la gente se piensa. Me encanta (y espero hacer bien) mi trabajo, me gusta disfrutar de las clases y que pasen volando, me enloquece haceros dudar y que penséis que me he perdido o que me he equivocado (¿recordáis cuando os hablé de Sócrates?), me alegra reírme con vosotros, me lo paso genial dando clase viendo cómo mis estudiantes aprenden. Pero... cómo soy yo, de verdad, de maestro, eso solo lo saben (y es nuestro secreto) los que han sido alumnos míos.

 ¿Me he enrollado mucho? Solo pretendo que no se rompa este hilo que nos unía y que hacía que cada día las clases fueran más cercanas, más clases de verdad.

- Doctor, me duele aquí.
- Pues ponte allí.
- Doctor, me sigue doliendo.
- ¡Doliendo, deja ya de perseguir al chaval!

Pues ya ha llegado de nuevo el fin de semana; ¿has visto cómo vuela el tiempo? Disfruta todo lo que puedas y nos "vemos" el lunes. ¡Buen finde!

 Hoy en el descanso nos toca ver el programa de Naturales; seguro que estáis aprendiendo muchísimas cosas, porque de todo en esta vida se aprende.

 ¿Nos ponemos ya con el trabajo? ¡Venga!

 Creo que os voy a quitar la actividad de lectura que os ponía cada día, ya que, con hacer esta, que es bastante más compleja, tenemos cubierto ese objetivo.

Con este ejemplo creo que entenderás mejor cómo se meten el diálogo y las acotaciones en una escena de teatro.

(Caperucita va paseando alegre por el bosque con su cestita colgada del brazo. De pronto, aparece en escena el Lobo acercándose a ella con sigilo).

LOBO: ¿Dónde vas Caperucita, tan bonita? ( Pregunta mientras mira lo que lleva en la mano). 

CAPERUCITA: (Con cara de desprecio) ¡A lavarme el coño al río!

LOBO: ¡Joder! ¡Cómo ha cambiado el cuento!


(¡No le digáis a nadie que he escrito dos tacos; es que estaban justificados!)

¡Atenta compañía! Ya se ha acabado nuestra segunda semana de clase a distancia, así que hasta el lunes; ¡Rompan filas!



Lunes, 30 de marzo


Salen los niños alegres
De la escuela,
Poniendo en el aire tibio
Del abril, canciones tiernas.
¡Qué alegría tiene el hondo
Silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.

(De nuestro amigo Federico)

Bueno, familia, qué tal el fin de semana. Como esto parece que va para largo, tendremos que seguir comunicándonos por aquí, si no os importa.

¡Ya, ya sé que hay faltas de ortografía en el poema! Hay palabras con mayúscula que no corresponden, pero esas son algunas de las libertades (licencias) que se pueden permitir los buenos escritores, y más, tratándose de un genio de la literatura como fue, Federico García Lorca. También, en la métrica mete un verso de cuatro sílabas entre los de ocho (rompiendo la lógica y parte del ritmo), pero fijaos cómo consigue la belleza con esa rima tan bonita de los versos pares: escuela / tiernas / calleja / nueva.

Ya me ha salido la vena de maestro y cuando lo que quería, era explicaros por qué había escogido este poema, me he puesto a analizarlo (adelantándome a vosotros y a vuestras posibles preguntas); ¡si es que no tengo apaño ni en la lumbre! Pero así parezco más yo.

Buscaba algo sugerente que me acercara a la realidad cotidiana pasada, y qué poema mejor que este. Vosotros, los niños, sois los que dais alegría y rompéis los silencios de la ordenada vida de los mayores. Los miércoles termino un poco antes y me encanta esperar a que toque la sirena para ver cómo se rompe el silencio de la escuela.

Estoy teniendo que salir todos los días, por motivos personales, y lo que más me llama la atención no es la ausencia de personas en las calles; es el silencio que se "escucha" por todas partes. Sí, se os echa mucho de menos.

Y vosotros pensaréis:" Pero yo estoy leyendo esto por el chiste, dónde está hoy la gracia".


Un padre le pregunta a su hija:

- Hija, ¿crees que tu profesor piensa que yo te ayudo con los deberes?

Y la niña le responde:

- Creo que sí, papá. Porque el otro día me pidió que te dijera que deberías volver a la escuela.


¡Es bueno! ¿Eh?

Esta es la última vez que os digo esto, para no hacerme muy repetido: os recuerdo y aconsejo que hagáis el descanso todos los días de once a doce para ver Clan TV y relajaros repasando o aprendiendo cosas interesantes. De verdad que creo que merece la pena esa programación tan educativa que nos han regalado.

Hoy recibiréis las notas por medio de la plataforma digital del colegio; he intentado ser lo más objetivo posible. Puedo deciros que, en general, me siento muy orgulloso de vosotros.

¡Vamos al lío, que se nos va el tío!



Martes, 31 de marzo


¡Buenos días, familia! Espero que estéis bien, y conformes con las notas recibidas; a fin de cuentas, son solo números que hablan de los conocimientos que hemos sido capaces de retener en la memoria, pero no de lo que hemos aprendido de verdad. Tú vales mucho más de lo que dicen las notas; no lo olvides nunca.

El niño que llega a casa:
- ¡Mamá, mamá, que en la escuela me dicen despistado!
Y la señora le contesta:
- ¡Niño, que tú vives en la casa de enfrente!

¿Nos os ha llamado la atención nunca (seguro que ahora no porque ya estáis acostumbrados) que no os saludo por las mañanas? Me parece una pérdida de tiempo absurda. 
- Hola, Pepito. Buenos días.
- Buenos días, profe.
- Buenos días María. ¿Qué tal?
- Buenos días.
Y así un rato. Para después dar los buenos días colectivos. ¡Menuda pérdida de tiempo! No, yo no puedo hacer eso. Yo os recibo con la pizarra digital ya encendida con la primera actividad que vamos a realizar, y puede que algo escrito en la otra. Vosotros entráis medio en silencio, miráis de reojo la pizarra y empezáis a preparar el material, por lo que en menos que canta un gallo, ya estamos metidos en faena. Un día puse el cronómetro en marcha y, desde que tocó la sirena, hasta que estábamos ya trabajando, solo habían pasado dos minutos. ¡Bien hecho; hay que ganarle tiempo al tiempo! Pero fijaos en las ironías de la vida; ahora lo tenemos de sobra. De todas formas, yo sigo pensando que el tiempo hay que aprovecharlo al máximo, ya que solo tenemos una vida, y hay que vivirla intensamente.
Aprende de quienes pueden enseñarte...
No permitas que la vida
te pase por encima
sin que la vivas.

 Y a continuación, de Juan Ramón Jiménez, (sí, el que escribió "Platero y yo") os dejo estos versos:


Ya viene la primavera.
¡Lo ha dicho la estrella!
La primavera sin mancha.
¡Lo ha dicho el agua!
Sin mancha y viva de gloria.
¡Lo ha dicho la rosa!
De gloria, altura y pasión.
¡Lo ha dicho tu voz!

Hoy de nuevo nos toca hacer un controlillo; imagino que ya no os pondréis ni nerviosos. Pero, de todas formas, recuerda hacerlo en condiciones: léete los enunciados hasta comprender lo que se te pide que hagas y céntrate solo en la pregunta que estás haciendo. No te preocupes, que lo que te sabes bien, no se te va a olvidar de un ejercicio a otro. Buena suerte y...al toro.

¿Nos ponemos ya el traje de faena? ¡Venga!



Miércoles, 1 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué tal estamos hoy?

¿Creéis que es fácil lo que estoy haciendo? ¿Hablaros, por escrito, como si estuviéramos cara a cara? Pues estáis muy equivocados; esto de fácil, no tiene nada, y me lleva muchas horas de trabajo. Primero, esperas a que te llegue la inspiración y... ya te pones a escribir. Pero cada dos por tres tienes que volver a leerlo para ver si tiene sentido y está bien expresado lo que querías decir. Así, oración tras oración, párrafo tras párrafo... Me levanto, me voy, vuelvo, y otra vez a la lectura, por si encuentro algún detalle que se me haya podido escapar. Por fin, lo dejo reposar durante unas horas (como las buenas comidas), quizás un día, y vuelvo a revisarlo antes de pedirle a Fabi, mi mujer, que lo lea; con solo ver su expresión en la cara, sé si lo he hecho bien.

¡Toma ya! ¡Vaya cacho de explicación que acabo de dar sobre los pasos a seguir para elaborar un buen texto escrito!

Pues ya hemos cambiado de mes; ya estamos en abril. Mes de los refranes por excelencia, y si no, compruébalo en este enlace. Ya llevamos trece días de clases a distancia, menos mal que no es martes, y... ¿a que no os imaginabais que esto podía ser tan interesante?

Abril, también es el mes del romanticismo (por cierto, recordadme que mañana os hable de este tema) y me veo obligado a regalaros estos versos de Gustavo Adolfo Becquer, que a partir de ahora también lo consideraremos como nuestro amigo:

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Hoy vamos a comenzar con el repaso trimestral de lengua y continuaremos con las fracciones y con la organización territorial y política de España y Europa. Espero que te animes, porque seguro que te está pareciendo más fácil y ameno de lo que imaginabas.

¡El chiste, el chiste!

- Cariño, creo que estás obsesionado con el fútbol y me has hecho falta.
- ¡Falta! ¡Qué falta!¡Si ni siquiera te he rozado!

¡Anda, venga, vamos a ponernos a funcionar!



 Jueves, 2 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué, cómo sigue la cosa?

No, no se me ha olvidado que hoy prometí hablaros del Romanticismo, pero, gracias por recordármelo. ¡Si supierais la cantidad de gente que tiene un concepto equivocado de lo que realmente fue! Todos hablamos de cenas románticas, de momentos románticos, de lugares románticos... de miles de cosas que nos parecen románticas. Pues, si los autores creadores de este movimiento, allá por el siglo XIX, levantaran la cabeza, se darían cuenta de que no se les entendió muy bien.
El romanticismo tenía muchas características, pero solo te voy a citar algunas de ellas, para que por ti mismo compruebes cuán equivocados estamos:

- Ansia de libertad.
- Individualismo.
- Rebeldía.
- Influencia de la naturaleza y de los lugares siniestros o exóticos (cementerios, castillos en ruinas, el mar embravecido…).
- Literatura pesimista...

 ¿Te apetece leer un poema romántico de verdad? Pues aquí te regalo unas cuentas estrofas de "La canción del pirata", de mi buen amigo José de Espronceda. Si te gusta, pincha aquí para leértelo entero. 

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riëla,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa
y allá a su frente Estambul.

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

«Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.


Qué es mi barco mi tesoro,
qué es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar...


¡Qué ganas tengo de estar en clase para recitarlo y comentarlo con vosotros! Hoy quiero que, además de disfrutarlo, os fijéis en cómo distribuye el autor las estrofas utilizando distintas métricas y cómo utiliza al personaje de un pirata como tema principal; una de las personas que había renunciado a todo, por la libertad. Por tanto, se trata de un canto a la LIBERTAD.

Si os gustan las historias de miedo, os recomiendo de este mismo autor: "El Estudiante de Salamanca". Mientras lo leía, en mis años de estudiante, me cagaba por las patas abajo y tenía que dejar de leer, sobre todo si era de noche.

Creo que este vídeo explica muy bien las características de este movimiento, que no solo fue literario, sino que abarcó todas las artes: música, pintura... 

¡Lo siento, pero no me queda espacio para el chiste de hoy; se lo han comido todo entre Espronceda y el romanticismo!


¡Que me conocéis, que sabéis que es mentira!

Este es de mis clásicos:

En clase de religión, la señorita pide algún voluntario para explicar lo que pasó con Lázaro. Un alumno levanta la mano y empieza a contar: " Lázaro era un amigo de Jesucristo que murió de pronto. Un día pasa por su casa Jesús y decide resucitarlo, y asomándose a la tumba le dice:

- Lázaro, levántate y anda.
Y Lázaro, se levantó y andó".

- ¡Anduvo, gilipollas! - dijo la señorita enfadada.
- Bueno, anduvo gilipollas un rato, pero después andó bien.


¡Vamos, que se nos va el día!



Viernes, 3 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Preparados para enfrentarnos a una nueva jornada de trabajo?


Mañana empiezan las vacaciones de Semana Santa. ¿Vacaciones? ¡Ironías de la vida!

Pues yo, he decidido no tomármelas, y voy a seguir aquí con vosotros gastando ese tiempo libre al que nos vemos obligados.

Tiempo es lo que precisamente nos va a sobrar. Seguro que lo utilizamos en hacer lo mismo de todos los días desde que empezó esto. No, a mí no me gustan las rutinas; te vuelven tonto. Y aunque esto que hago, parezca que también lo es, al menos esta rutina te da la libertad para que durante unas horas viajes con tu mente a donde tú quieras, que la fuerces, que hables más contigo mismo.

Aprovechad este tiempo, que nos ha caído llovido del cielo, para hacer cosas distintas, para conoceros mejor a vosotros mismos y a todos los que os rodean, para divertiros. Me gusta sacar siempre el lado bueno o positivo de las cosas; así que he de deciros que no viene tan mal esta convivencia forzosa, y que aprenderemos mucho de ella.

Por otra parte, no quiero que se rompa este hilo que nos une y tener que volver a empezar de cero dentro de diez días, cuando ya casi os habíais acostumbrado a esta nueva forma de trabajar y de que estemos juntos.

Esto es totalmente voluntario, ¡que quede claro!: Si queréis entrar en el blog, lo hacéis. Si no, me parecerá también correcto. Lógicamente, no voy a mandar tareas, ni nada de lo que diga va a ser después objeto de examen. Solo quiero aprovechar parte de este tiempo, de vacaciones sin vacaciones, para seguir hablando con vosotros. Y... como siempre recomiendo, para estos periodos, que no os olvidéis de la lectura, así matamos dos pájaros de un tiro.


Dos amigos han quedado para ir de pesca, cuando de pronto uno se da cuenta de que el otro no trae las cañas de pescar, y le pregunta:

- ¿Las cañas?
- ¡Pues es verdad! ¡Ya me has convencido! ¡Vamos a tomárnoslas!

De Miguel Hernández, me gustaría que te leyeras esta primera estrofa del poema: "Nanas de la cebolla". Si te apetece, más tarde, puedes leer el poema entero pinchando en este enlace, o escucharlo.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

No os preocupéis. Ya os explicaré su significado, aunque sea triste. Y por supuesto, os hablaré de su creador; un escritor hecho a sí mismo. Miguel Hernández, desde muy niño, tenía que trabajar de pastor, pero lo que a él le apasionaba de verdad, era la lectura. Tuvo que dejar pronto la escuela por culpa del trabajo, pero se las ingenió para llevarse al campo cada día un libro distinto como compañía. Así que, aprendió a escribir bebiendo de los grandes maestros de la literatura: Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca..., y Góngora, que fue el que más influencia tuvo en su obra literaria.

¡No es lo mismo! No, no es lo mismo leerlo así en frío, que si yo os lo hubiera presentado en clase. Más bien, os lo hubiera representado; no sé si me entendéis...

Por esta vez, y sin que sirva de precedente, os voy a perdonar los controles de matemáticas y de sociales. ¡De nada!

 Acabo de darme cuenta de que hay una actividad, de las que os mandé ayer, sobre onomatopeyas. Así que hoy os toca sesión doble de chistes.

La profesora explica que una onomatopeya consiste en imitar los sonidos de la naturaleza, y pide a sus alumnos que para mañana traigan un ejemplo en el que aparezca alguna.

- A ver, usted, ¿puede leer su respuesta?

"Ayer estuve en la casa de mis abuelos y, como tienen un corral, escuché al gallo que hacía: ¡Kíkirikí! Pues esto es una onomatopeya."

- Magnífico. Lea la suya.

"Mis padres se han comprado un reloj despertador nuevo y por las noches se escucha: ¡Tic-tac, tic-tac! Tic-tac es la onomatopeya."

- Fabuloso. Y ahora usted, la suya, - dice señalando al más despistado de la clase.

"El otro día estaba cruzando la calle distraído, cuando de pronto vi un camión que se me echaba encima, y entonces grité: ¡O no, matopeya!"

Sé que no es lo mismo corregir por aquí que en la pizarra de la clase, pero es lo que hay. Tenemos que adaptarnos a todo.

¡Bueno, vamos a por el último día!



Sábado, 4 de abril


¡Buenos días, familia!¡Vamos a disfrutar de las vacaciones!

"No hay sábado sin sol, ni mocita sin amor", dice un refrán popular.

 ¿Os habéis dado cuenta de la cantidad de refranes que utilizo en clase?

Es la mejor manera de dar una buena explicación a todas las situaciones que se nos pueden presentar en la vida: Hay más de cien mil registrados en el refranero de la lengua castellana. Los hemos aprendido de nuestros mayores, y ellos a su vez de los suyos, y así sucesivamente hasta los anales de la historia. Son la sabiduría popular de la experiencia vivida.

"Si quieres un buen consejo, escucha a los viejos".

¡Ay los viejos! Podría haceros una reflexión de cómo veo yo a las personas mayores, (ya sé que habrá algún malvado, iba a decir cabrón, *menos mal que me he dado cuenta de que estoy en horario infantil*, pensando que yo también lo soy) pero sería demasiado triste. Vosotros no tenéis por qué calentaros ahora la cabeza con problemas de tan difícil solución. Además, estamos de vacaciones.

Me tiraría horas leyendo, explicando y aprendiendo de todo el legado de sabiduría que nos ha dejado el Refranero Popular.

Tengo una duda. No sé si estoy escribiendo para vosotros o lo hago para mí mismo. Pero como con esto (espero) no daño a nadie; seguiré haciéndolo. Y así podré compartir parte de mis humildes conocimientos con vosotros, como también, espero estar aportando mi granito de arena en hacer que os sintáis más acompañados en esta situación tan extraña que nos ha tocado vivir. Y ya de paso, a que me conozcáis un poco mejor.

Cuando alguien escribe, se desnuda ante los demás, porque pone al descubierto, no solo cómo es por fuera sino, cómo es por dentro. Las palabras habladas se las lleva el viento, no así las escritas; estas se quedan para siempre como testigo mínimo de los millones de pensamientos que pasan cada día por nuestra mente, y que alguna vez atrapamos para dejar constancia de lo que se cuece ahí dentro. Pero eso, es desnudarse ante todo el mundo.

¿Sigue alguien ahí?

- ¡Estoy yo, profe!
- ¡Gracias! - Por un momento he pensado que estaba hablando solo como los locos.

¡Pues sí que os he soltado un buen rollo como para empezar bien la Semana Santa!

Siguiendo en la misma línea de chistes de ayer; ahí va otro, pero éste, de los clásicos.

Estaban el maestro de artes marciales y su discípulo sentados en lo alto de un acantilado, cuando el maestro pregunta a su alumno, a modo de explicación:
- ¿Qué pasaría si echáramos una piedra al agua, mi pequeño saltamontes?
- Que se hundiría, maestro.
- ¡Muy bien! ¿Y si echáramos una hoja seca?
- Que ésta flotaría.
- Estás en lo cierto ¿Y...si echamos un cigarrillo?
- ¡Pues venga, vamos a echarlo! 

¿Os acordáis el día que os hablé del teatro en los corrales de comedias y de nuestro amigo Lope de Vega? He encontrado unos versos suyos que, aunque escritos hace ya más de cuatrocientos años, son válidos para nuestros días. El legado de Lope es bastante mayor de lo que pensamos. No solo le debemos sus obras de teatro, al autor de "Fuenteovejuna", le debemos también algunas frases hechas y refranes del castellano, que utilizamos con mucha frecuencia como: "¿quién le pone el cascabel al gato?".

Juntáronse los ratones
 para librarse del gato;
 y después de largo rato
 de disputas y opiniones,
 dijeron que acertarían
 en ponerle un cascabel,
 que andando el gato con él,
 librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,
 colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
 dijo al senado romano,
 después de hablar culto un rato:

¿Quién de todos ha de ser
 el que se atreva a poner
 ese cascabel al gato?


 No dejo de buscar recursos en internet para que esto se os haga lo más interesante y educativo posible. Este vídeo que voy a poner aquí, me gustaría que lo vierais todos. Lo he sacado de uno de los profesores de sociales que más me han llamado la atención en vuestras clases televisadas. Me he quedado encantado con él y, buscando, me he encontrado esta joya suya de cómo aprender a estudiar. Vedlo cuando podáis, porque no tiene desperdicio. Me recuerda a aquel libro que leí y que me abrió la mente, cuando tenía que sacar buenas notas en todas las asignaturas y buscaba y pedía ayuda por todas partes para lograrlo.
Esta es la primera parte del método; ya os iré poniendo las siguientes. 

No, hoy no hay actividades. Solo con hacer la lectura de todo lo que os he escrito, ya has cumplido con creces con el objetivo de lectura del día.

 ¡Que paséis un buen sábado, familia!



Domingo de Ramos, 5 de abril


¡Familia, buenos días! ¿Cómo nos encontramos hoy?

Si de algo me arrepiento este curso, es del broncazo que os eché la tercera semana de clase cuando la gran mayoría de vosotros no trajisteis hechos los deberes (que os había mandado dos días antes). Tal vez me faltó tiempo para demostraros lo importante que es el trabajo para mí; os necesitaba muy rápido a mi lado. Pensé que, si habíais visto que el primero en empezar a trabajar y el que más se esforzaba era yo, aprenderíais con el ejemplo; desgraciadamente no fue así. Pero, como no hay mal que por bien no venga, sirvió para que os pusierais las pilas muy pronto, y a mí, para intentar ganarme vuestra confianza, lo más rápido posible, haciendo que disfrutarais con las clases. Solo espero que os hayáis dado cuenta de que me apasiona mi trabajo y de que no era tan fiero el león como lo pintaban.
Hoy es domingo, día del Señor y por tanto, deberíamos estar descansando. A que no sabéis por qué se le llama así. Viene de la tradición cristiana de recordar e imitar a Dios, que en el séptimo día de la Creación, descansó. Y también de recordar a su hijo, Jesucristo, que fue en domingo cuando resucitó. Es curioso... porque en la religión judía se celebra este mismo día de descanso, pero en sábado.

Este chiste se lo debo a mis primeros alumnos de Cúllar Vega, que fueron los que me lo contaron. ¡Saludos a todos mis alumnos (más de seiscientos) de ese pueblo, y a todos mis alumnos de siempre!
¡Va por ustedes!
El profesor les pide a los alumnos que para el próximo día traigan escrita una situación en la que aparezca la palabra SETO, que ha salido en el vocabulario de la lectura del día.
Empieza la corrección, y le pide a un alumno que lea la suya:
"Ayer estuve en el Club de Campo, porque practico equitación, y cuando iba montado a lomos de mi caballo haciendo un recorrido, éste se negó a saltar un SETO, y me caí."
- ¡Muy bien! A ver, usted.
"A mi padre le encanta la jardinería, y el fin de semana pasado le estuve ayudando a recortar el SETO que hay alrededor de la casa."
- ¡Perfecto! Ahora le toca a usted, - le dice al más despistado de la clase.
" Mi tito me mandó el otro día a que le trajera del kiosco un paquete de Marlboro, y como se equivocó y lo que me dio fue un paquete de Ducados, le pregunté al dependiente:
- ¿QuéSETO?".



El otro día os hablé de Góngora, como referente de Miguel Hernández. Hoy quiero hacerle un pequeño homenaje a él. Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba en 1561 (sí, otro poeta andaluz, y ya van unos cuantos, y además nació justo 400 años antes que yo). Fue un poeta y dramaturgo del Siglo de Oro Español, y máximo exponente de una corriente literaria, que más tarde llegó a llamarse Culteranismo o Gongorismo. Parte de su obra se nos ha atrancado a más de un estudiante de literatura, porque lo que escribía era una pura metáfora. ¿Recordáis cuando dimos las metáforas: "El viento se llevó los algodones"? ¡Pues metáforas, una detrás de otra! La lectura que he escogido para hoy, es de lo más "fácil" en su obra; sus famosas "Letrillas".

Letrillas

 Ande yo caliente
 y ríase la gente.

 Traten otros del gobierno
 del mundo y sus monarquías,
 mientras gobiernan mis días
 mantequillas y pan tierno,
 y las mañanas de invierno
 naranjada y aguardiente,
 y ríase la gente.

 Coma en dorada vajilla
 el príncipe mil cuidados,
 como píldoras dorados;
 que yo en mi pobre mesilla
 quiero más una morcilla
 que en el asador reviente,
y ríase la gente.

 Cuando cubra las montañas
 de blanca nieve el enero,
 tenga yo lleno el brasero
 de bellotas y castañas,
 y quien las dulces patrañas
 del rey que rabió me cuente,
 y ríase la gente.

 Busque muy en hora buena
 el mercader nuevos soles;
 yo conchas y caracoles
 entre la menuda arena,
 escuchando a filomena
 sobre el chopo de la fuente,
 y ríase la gente.

 Pase a media noche el mar,
 y arda en amorosa llama
 Leandro por ver su dama;
 que yo más quiero pasar
 del golfo de mi lagar
 la blanca o roja corriente,
 y ríase la gente.

 Pues amor es tan crüel,
 que de Píramo y su amada
 hace tálamo una espada,
 do se junten ella y él,
 sea mi Tisbe un pastel,
 y la espada sea mi diente,
 y ríase la gente. 


Os lo explico rápido:" Nos habla de que preferimos la comodidad, a someternos a la opinión de los demás. También, nos da la recomendación de que hay que actuar de acuerdo con la propia conciencia, sin tener en cuenta lo que piense la gente de nosotros."

Ya sé que es domingo y que no debería haber habido nada por aquí. Pero os prometí, el viernes, que os iba a seguir escribiendo durante las vacaciones de Semana Santa. Así que como empezaron ayer, pues estaremos en contacto hasta el Domingo de Resurrección. Si no os importa.

Aquí os pongo la segunda parte del vídeo para aprender a estudiar:

¡Disfrutad del domingo! Mañana nos vemos.



 Lunes, Santo, 6 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Cómo seguimos?


Sabéis perfectamente que lo primero que os voy a decir, nada más que estemos juntos en clase, va a ser:"¡No me miréis con esos ojos, que yo también me he asustado!" Y esto servirá para arrancarnos (digo arrancarnos, porque yo soy el que más se ríe de mis propias tonterías) una sonrisa y romper el hielo existente, tras el largo periodo de separación. Para, justo a continuación, ponernos rápido a funcionar como si no hubiera ocurrido nada.

- ¡Anda, profe! Cuéntanos otra vez el chiste.
- ¡Vale! Pero esta vez lo tenéis que comprender, y reíros en cuanto acabe de contarlo.


Iban dos chavales (de esos que no han terminado ni la ESO) por el campo, y se encuentran una escopeta de cañones recortados. La cogen, y empiezan a investigar qué tipo de objeto será aquel. Se la van pasando de mano en mano, observándola desde todos los ángulos. Y cuando uno estaba mirando a través de los cañones, al otro se le ocurre apretar el gatillo:"¡BUMMM!", y le pega un tiro en los ojos. Ante el susto por el ruido, y la cara que se le había quedado al otro con los ojos saltados, le dice:

- ¡No me mires con esos ojos, que yo también me he asustado!

Este chiste me lo han escuchado todas vuestras madres, que son las que vienen generalmente, en la primera reunión de Tutoría, pero, además, se lo cuento escenificado. Hace muchos años recibí a los padres en dicha reunión con un:"¡No me miréis con esos ojos, que yo también me he asustado!", y les conté el chiste. Se rieron un montón, y me di cuenta de que con esto ya los tenía atrapados, porque me comían con los ojos y se estaban enterando de todo lo que yo les decía. ¡Si funcionó una vez!, ¿por qué no iba a funcionar las siguientes?


¿Os habéis dado cuenta de que todos los días os cambio la estructura de la página? Os voy escondiendo el chiste, y también la cita literaria va cambiando de sitio. ¡Que no! Que ser rutinario no es bueno. Además, consigo que tengáis que leerlo todo porque sabéis que os podéis perder algo interesante si no lo hacéis.


Hablar de Góngora, es hablar también de Quevedo. No se puede entender la obra de uno sin la del otro. Es como la guerra de ideas entre los aficionados de fútbol del Madrid o del Barcelona. Pues, estos escritores representan a los dos equipos rivales del Siglo de Oro de la literatura: el Culteranismo y el Conceptismo. Góngora (culterano) piensa que la poesía tiene que usar palabras bonitas y que suenen bien para embellecer la expresión. Por su parte, Quevedo (conceptista) opina que lo más importante en literatura es lo que transmiten las palabras o las ideas; no la belleza de las mismas.

Los dos escritores vivieron en la misma época y eran enemigos, como pudieran serlo las dos aficiones de las que te hablé antes. Dedicaron una parte de su obra a criticarse mutuamente. Os recomiendo que os leáis el poema que Quevedo le dedica a la nariz de Góngora: "Érase un hombre a una nariz pegado".

Y ahora vamos a ver si con la lectura de estos versos entendemos la diferencia de los dos movimientos literarios.

¡Observa si la idea que quiere transmitir Quevedo en este poema la ves con claridad! 

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


¿Está claro, o no? Nos habla del poder que tiene el dinero. Que sigue siendo un tema que nos preocupa mucho actualmente. Daos cuenta de que, después del coronavirus, de lo que más se habla hoy es de economía (dinero). No importa los años que hayan pasado desde que Quevedo escribió esto (casi 400), cuando algo es bueno; ¡y esto lo es!, perdurará en el tiempo para siempre.

Ya lo sé; soy maestro de todas las asignaturas y, sin embargo, no paro de hablaros de lengua y de literatura. ¡Por algo será! Sí, me apasionan las dos. Y tan es así, que en el instituto donde trabajé tantos años, se dieron cuenta de esto, y me liberaron de dar clases de inglés, que según mis alumnos lo hacía muy bien (y era por lo que yo estaba destinado allí; de profesor de inglés) para que me dedicara a dar solo clases de Lengua Castellana y Literatura (y así pasaron mis últimos años de profesor de instituto). Ahí empecé a dar mis primeros pasos con un blog y creé: "Carmelo Lengua". Cuando había descubierto la infinidad de posibilidades que me ofrecía internet para ayudarme a dar mis clases, me trasladaron a Gójar, mi pueblo. Y aquí estoy yo, de maestro con vosotros, intentando que asimiléis los contenidos (de todas las asignaturas) lo máximo posible e intentando despertar en vosotros el interés por aprender, y que sea disfrutando.

¡Hablando de aprender! Ahí va el último capítulo. Bueno, más bien el penúltimo porque el último, lo pondréis vosotros cuando os enfrentéis a los estudios de verdad, cuando el profesor cada vez nos ayude menos:
¡A seguir disfrutando de las vacaciones, compañía! 



Martes Santo, 7 de abril


¡Buenos días, familia! ¡Pues, un día menos!

Ya sé que os habrá extrañado, que una persona tan poco religiosa como yo, os esté poniendo en la fecha palabras relacionadas con la religión. Hay que saber de todo en esta vida, y la Historia de las Religiones nos aporta mucha cultura. Además de que me encanta aprender, porque: "el saber no ocupa lugar". Creo que esta está siendo nuestra particular Semana de Pasión, así que vamos a nombrar a cada día con su apellido católico. Y hoy nos enfrentamos a nuestro martes santo de pasión.
Me estoy "jartando" de escuchar música. Todos los días camino con mi hijo David, alrededor de la casa, más de una hora al tirón. Pues aparte de nuestros ratos de charla mientras lo hacemos, me gusta ir acompañado de mis cantantes favoritos, y... Sabina es uno de ellos. Joaquín Sabina es uno de los mejores poetas que tenemos en la actualidad, pero como la poesía no vende y, por tanto, no da dinero, se fue al mundo de la canción. No os lo he recomendado aún, porque es demasiado claro en algunos de sus mensajes, y el vocabulario que utiliza no es muy adecuado para vuestra edad, pero... es un genio de la poesía. El otro día, en uno de nuestras caminatas musicales, me di cuenta de que lo podría haber utilizado cuando dimos en clase lo qué eran las comparaciones, (A es como B, o en este caso, A como B, ¿lo recordáis?) al escuchar una de sus canciones; ¡hubiera bordado la explicación! Ahora comprenderéis el porqué. Antes de escuchar la canción, léete la letra de:

"Así estoy yo, sin ti"

Extraño como un pato en el Manzanares,
torpe como un suicida sin vocación,
absurdo como un belga por soleares,
vacío como una isla sin Robinson.

Oscuro como un túnel sin tren expreso,
negro como los ángeles de Machín,
febril, como la carta de amor de un preso...
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Perdido como un quinto en día de permiso,
como un santo sin paraíso,
como el ojo del maniquí.
Huraño como un dandy con lamparones,
como un barco sin polizones,
así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Vencido como un viejo que pierde al tute,
lascivo como el beso del coronel,
furtivo como el Lute cuando era el Lute,
inquieto como un párroco en un burdel.
Errante como un taxi por el desierto,
quemado como el cielo de Chernovil,
solo como un poeta en el aeropuerto...
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Inútil como un sello por triplicado,
como el semen de los ahorcados
como el libro del porvenir.
Violento como un niño sin cumpleaños,
como el perfume del desengaño...
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Amargo como el vino del exiliado,
como el domingo del jubilado,
como una boda por lo civil.
Macabro como el vientre de los misiles,
como un pájaro en un desfile.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.

Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero...
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.


¿Habíais visto tantas comparaciones juntas en un mismo texto en toda vuestra vida? Además, quiero que os fijéis en la belleza de las rimas, hoy que relacionáis tanto esta palabra con las canciones de los raperos. Lo que os había dicho: ¡Un genio!

¡A ver en qué estante nos han colocado hoy la sección de los chistes!

¿Os habéis dado cuenta de que en los supermercados nos cambian los artículos de lugar con cierta frecuencia? Buscan precisamente eso; que nos fijemos y compremos otros productos que, de la otra forma, hubieran pasado desapercibidos. Saben que somos animales de costumbres. ¡Qué listos son!

 Pues eso mismo intento hacer yo; cambiaros el chiste cada día de lugar para que os fijéis también en las otras cosas que os escribo; es como un juego. 

- ¡Me acaba de picar una serpiente!
- ¿Cobra?
- ¡No, idiota, lo ha hecho gratis!

No os quiero cansar mucho con esto (lo que escribo), porque podríais aborrecerlo, y aún nos queda mucho hasta que estemos juntos de verdad. Tampoco quiero mandaros ninguna actividad en estos días, solo que volváis a ver los vídeos de cómo aprender a estudiar, porque seguro que sacáis alguna idea, más en claro, de lo que debería ser un buen plan de estudio.


Un abrazo muy fuerte, familia.



Miércoles Santo, 8 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué hacéis?

Sí, aquí estoy otra vez. Y esto no es mala seña. Al igual que si vosotros me estáis leyendo, tampoco lo es.


Hoy va empezar la función con una anécdota que me ocurrió cuando trabajaba de camarero, y se la voy a dedicar a Helena y a Aroa, novia y mujer respectivamente de mis dos hijos, porque me encantó la cara que pusieron cuando se la conté.

Un día, estábamos desayunando todos juntos cuando a mi hijo David se le ocurrió decir que le gustaría probar una tostada untada con ensaladilla rusa. Ante la cara de sorpresa de los presentes, fue cuando me acordé de aquella anécdota:

"Yo trabajaba en un restaurante, por aquel entonces, y me tocaba el turno de mañanas. Se acercó un cliente a la barra, y mirando los productos que había en la vitrina, me dijo:

- Póngame, un café con leche y un par de sardinas frescas.

A mí me sorprendió lo que acababa de pedirme, pero como el cliente siempre lleva la razón; se lo serví. Me quedé observando para ver lo que iba a hacer con aquello y... de pronto coge una sardina, la moja en el café con leche y se la lleva a la boca. Ahí ya no pude aguantar más, y le dije:

- Perdone usted que le diga, pero... ¡en mi vida había visto yo eso! - A lo que el cliente me responde:

- ¡Pues ni lo verás, hijo, ni lo verás! ¡Porque... esto está asqueroso!"


¡Que no, tonticos, que no me ha pasado a mí!¡Que esto era un chiste!

¡Anda que me habéis hecho caso y habéis buscado el poema que os recomendé el otro día! ¡Sí, el de: "Érase un hombre a una nariz pegado"! Menos mal que yo sabía que no lo habíais hecho, así que, ahí lo lleváis:



SONETO A UNA NARIZ


 Érase un hombre a una nariz pegado,
 Érase una nariz superlativa,
 Érase una alquitara medio viva,
 Érase un peje espada mal barbado;

 Era un reloj de sol mal encarado.
 Érase un elefante boca arriba, 
 Erase una nariz sayón y escriba,
 un Ovidio Nasón mal narigado.

 Érase el espolón de una galera,
 Érase una pirámide de Egipto,
 las doce tribus de narices era;

 Erase un naricísimo infinito,
 frisón archinariz, caratulera,
 sabañón garrafal, morado y frito.

En este poema, Quevedo intenta reírse de Góngora criticando su gran nariz y, al mismo tiempo, imitando su forma de escribir. Para eso compuso este soneto. Fijaos en que está repletico de *metáforas relativas a la nariz, pero al estilo de los culteranos. Salvo en los dos primeros versos y en el séptimo, no vuelve a utilizar la palabra nariz; la sustituye`por otras.

*¡Venga, recordemos lo que eran las metáforas con un ejemplo!

Vamos a partir de estos versos, de nuestro amigo Federico, para entender cómo se llega mentalmente hasta la metáfora.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde... 

Comparación: (A es como B); Las nubes (A) son como algodones (B). Esto ya lo expliqué el otro día.

Imagen: (A es B); Las nubes (A) son algodones (B).

METÁFORA: (solo hablamos de B, sin nombrar a A); El viento se llevó los algodones (B). 

Siendo (A), el término real; y (B), el término imaginado.

Seguro que vuestros padres sí que conocen este soneto, así como otros muchos de los textos que os estoy poniendo estos días; los recuerdan de su época de estudiante. No, el hecho de que seáis niños no significa que tengáis que tener siempre unos textos más infantiles o adaptados a vuestra edad. No estoy de acuerdo. Vosotros podéis ya, porque os lo permite el buen nivel lector que tenéis, enfrentaros a cualquier tipo de texto. ¡Y qué mejor para hacerlo, que bebiendo de los grandes de la literatura de todos los tiempos! 
¡Pues ahí lleváis un par de metáforas de mi puño y letra; bebiendo y grandes de la literatura!

¡Que ya tenemos mediada la semana, un abrazo muy fuerte!



Jueves Santo, 9 de abril


 ¡Buenos días, familia! ¿Cómo lo llevamos?

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos 
derechos a se acabar 
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Regalo de Jorge Manrique, y extraído de uno de su poemas más famosos: "Coplas a la muerte de su padre".

¡Si es que ayer no dejé claro lo que era la imagen! Analizando el primer verso de esta estrofa, lo comprenderás perfectamente. (A es B) Nuestras vidas (A) son los ríos (B).

- ¡Profe, que hoy te has metido de lleno en la explicación sin hacernos el calentamiento!
- Ya, ya lo sé. ¡Pero es que tengo unas ganas de pillaros por banda...!

Me han pasado tantas cosas trabajando de camarero... Un día me pide un cliente que vaya a su mesa y me dice:

- Camarero, pruebe usted la sopa.
- No hace falta, señor. Si está fría, yo le traigo a usted otro plato.
- ¡No! Que pruebe las sopa.
- Si es que hay algo dentro que no debería estar, yo se la cambio ahora mismo.
- Por favor, pruebe la sopa.
Y así, durante un rato, por lo que yo ya me rindo, decido probarla y le pregunto:
- ¿Y la cuchara?
- ¡Ahhhh!

Por favor, decidme que lo habéis entendido, porque éste es buenísimo.


Y hablando de ríos, tengo pendiente una excursión al río Dílar con vosotros. Me gusta hacer salidas, al margen de la escuela, con mis alumnos, y uno de los recorridos didácticos que tengo preparado, transcurre partiendo del área recreativa del Río, que ya he hecho en varias ocasiones y que me parece interesantísimo. Pensaba realizarla en este tercer trimestre, porque la que hice hace dos años con vuestros compañeros de 5ºB, la realicé a principio de curso y tuve un par de percances. Estaba esperando a que nos conociéramos un poco más para disfrutarla de verdad. En estas excursiones me acompañan siempre Fabi y Bonica, mi perrilla, para controlar mejor al personal, ya las conoceréis. ¡No os preocupéis, que sé que os la debo!


Bueno, familia, que sigáis disfrutando de la Semana Santa.



Viernes Santo, 10 de abril


¡Familia, buenos días! ¡Pues ya ha llegado el fin de semana!


¡Hay que ver la cantidad de maneras de llamarse que tiene uno a lo largo de la vida! Ya lo comprobaréis por vosotros mismos cuando tengáis una edad.

De pequeño me llamaban Carmelito o Carmelillo, y en muchas ocasiones el Niño, ya que entonces era el menor de tres hermanos (después nació mi Elías). Para no confundirme, en mis años mozos, con mi hermano Antonio, que era un año mayor que yo, algunos, me llamaban Melo, o Mergar el chico.

Lo de Mergar, venía porque de mote a mi padre le decían el Mergarejo (su apellido, tanto como el mío, es Melgarejo; pero ya sabemos los problemas de pronunciación que tenemos los andaluces) y, por tanto, a mi madre le llamaban: Carmen la Mergareja, así que yo, era Mergarejo.

Tendría yo unos diez años cuando averigüé, por sorpresa y de casualidad, que mi padre se llamaba de verdad Antonio (nombre muy corriente en aquella época) un día que vino el cura (Don Ángel) a interesarse por su estado de salud, y le preguntó:"¿Qué tal, Antonio? ¿ Cómo nos encontramos hoy?". Os estaréis preguntando que cómo lo llamaba mi madre, su mujer; pues lo llamaba:"¡Oyes!". Por lo que que era imposible saber su verdadero nombre.

El apodo de Mergarejo, como tal, lo ha heredado mi hermano Eustaquio, aunque, los que son de Gójar de toda la vida, nos conocen a todos los hermanos como los Mergarejos.

Más tarde, en mi etapa de estudiante, me llamaban: señor Melgarejo. Cuando escuchabas: "Señor Melgarejo, salga usted a la pizarra...", te echabas a temblar".

Y ya, en mi dilatada vida dedicado a la enseñanza, he recibido unos cuantos nombres más: Maestro, Profe, D. Carmelo, Profe Carmelo...

También respondo a Papá, a Tito, a Cuñado, a Suegro... y, ahora, a Abuelo. Y para terminar, como sabéis que me gusta la coña, firmo mis poemas (sí, de vez en cuando me gusta hacer mis pinitos en este campo) con el seudónimo de Carmelo Calderón de la Polla.

Una cosa que me ha funcionado muchas veces, y así eres distinto a los demás, es que en una reunión con desconocidos, cuando alguien me pregunta que cómo me llamo, yo siempre respondo que yo no me llamo, que yo vengo solo. Probadlo, porque la gente se siente sorprendida por la respuesta y ponen cara rara.


Hoy la cita literaria viene de la mano de nuestro buen amigo Machado; disfrutadla.

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedose el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!
Antonio Machado. Campos de Castilla.

Aunque todo el mundo crea que este es un poema para niños, porque aparece repetida muchas veces esta palabra; no lo es. Pero para explicaros esta maravilla, necesitaría varias horas. Así que lo dejo para cuando estemos en clase.

- 112, teléfono de emergencias, ¿dígame?
- ¡Mi esposo estaba cocinando y se cayó!
- Y, ¿cuál es la emergencia?
- ¿A qué hora quito el arroz para que no se me pegue?

¡A disfrutar del fin de semana!



Sábado, 11 de abril (Sábado Santo o de Gloria)


¡Familia, buenos días! ¿Qué, qué tal va todo?


¡Son las cinco de la mañana! 

Y vosotros pensaréis que se me ha ido la cabeza, con esto del confinamiento. ¡Pues no! He vuelto, en estas semanas, a mi horario de estudiante. ¿Vosotros sabéis el silencio que se escucha a estas horas, y lo clara que tiene uno la mente? Esto lo descubrí hace muchos años, sí, cuando tenía que sacar buenas notas. Todo se ve mucho más fácil y la concentración es increíble; el tiempo se aprovecha al máximo (aunque ahora nos sobre).

Para cuando vosotros os hayáis levantado, ya tengo yo publicada la clase del día, y esto es importante por varias razones:

Porque así puedo dejar reposar lo que escribo un día y una noche. Esto que ahora mismo estoy escribiendo lo recibiréis vosotros mañana. Termino a las nueve de hacerlo, y cada dos por tres me doy una vuelta para ver si encuentro algo que no me cuadre. Doy un último repaso, y lo publico a las nueve y media. De esta manera me meto presión a mí mismo, porque sé que algunos lo leéis ya por la noche (lo veo en el contador de visitas), y en cuanto me levanto, antes de las cinco, lo reviso de nuevo después de haberlo dejado descansar. Ahora lo miro con ojos de alumno y en un formato distinto al que yo lo he escrito. Y tengo que volver a cambiar ideas que creo que no han quedado claras Por eso, el que me haya leído por la noche sabe que cambio algunas cosillas. Y ya por fin, le doy a publicar de forma definitiva.

La segunda, porque así puedo estar acompañando a los míos, ahora que todos necesitamos permanecer juntos: animándonos los unos a los otros e intentando restarle importancia a esta crisis, a nivel mundial, que nos ha tocado vivir. Si no lo hiciera así, debería encerrarme yo solo de nueve a dos para trabajar, y en esas horas no podría estar con ellos. Hay que saber jugar con el tiempo y con las horas.

Nada más levantarme, me gusta sentarme un rato en el porche para escuchar los sonidos de la noche: algún mochuelo, un perro lejano que no para de ladrar y algún que otro gato en celo. Por lo demás, todo es de un silencio infinito.

Me pongo a trabajar, y solo hago un pequeño descanso antes de que amanezca, cuando a punto están de aparecer las primeras claras. Me siento de nuevo en el porche a disfrutar del espectáculo que ofrece la naturaleza con la luz, y la algarabía de los pájaros anunciado la llegada del nuevo día (el primero que se escucha es el de las mirlas y, ya poco a poco se van incorporando los demás). Si nunca lo habéis presenciado, os lo recomiendo; es tan bonito o más que una bella puesta de sol.

¡No, no os preocupéis, que no estoy loco aún!


En vez de hablar tanto de "Platero y yo", hoy os voy a poner un capítulo corto (todos lo son) de mi buen amigo Juan Ramón Jiménez. En él se habla de que no nos debe importar lo que los demás opinen de uno, y más sin conocernos. Su mente sigue contemplándolo todo con unos ojos que solo ven la belleza.

Todos, y digo todos, alguna vez hemos hablado con un animal; ¿o no habéis sacado a pasear al perro y le hemos dicho algunas palabras? Pues el autor, escribió un libro sobre las charlas, más bien monólogos, que mantenía con su burro. El libro es mucho más complejo de lo que la gente piensa. No, no es un libro infantil, ni es tan fácil de entender. Pero lo tengo que dejar aquí. para retomarlo en la escuela, allí os lo demostraré.


El Loco


Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.

Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas. Corren detrás de nosotros. Chillando largamente:

—¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!

...Delante “está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil, mis ojos—¡tan lejos de mis oídos! —se abren noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...

Y quedan. allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados finamente entrecortados, jadeantes, aburridos:

—¡El lo...co! ¡El lo...co!

 ¡No me digáis que no es una maravilla!


Un día, le estaba contando un hijo a su madre lo que hizo ayer con su amigo:

- Íbamos yo y Nacho...
- ¡No!, hijo, íbamos Nacho y yo.
- ¿Cómo? Entonces, ¿yo no iba?


¡Venga, a disfrutar del sábado! Un abrazo.



Domingo de Resurrección, 12 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Cansados ya de vacaciones?

Antiguamente, aunque no hace tantos años, cuando un inspector venía a la escuela a comprobar lo que habían aprendido los alumnos; el colegio entero se echaba a temblar. Los profesores daban indicaciones de comportamiento, y colocaban estratégicamente a los alumnos en clase para el examen.

Un día llega el inspector y, tras los saludos pertinentes, pregunta a un alumno.

- ¿Podría decirme usted quién ha escrito el Quijote?
- ¡Yo no he sido, yo no he sido! - dice medio sollozando el niño.

Ante la sorpresa por la respuesta, el inspector sigue interrogando a los alumnos para ver si alguno la contestaba bien; obteniendo siempre la misma respuesta de que él no había sido. Por fin se dirige al último alumno, que era hijo del maestro:

- Usted. Dígame quién ha escrito el Quijote.
- ¡Yo tampoco he sido, yo tampoco he sido!¡Y ahora me echarán todas las culpas a mí! - decía llorando.

Entonces, pide la palabra el maestro y dice:

- De ese niño se puede fiar usted, que yo estoy seguro que no ha sido él, porque viene de muy buena familia.

¡Ni el maestro lo sabía!


¡Anda! Dejadme que os cuente yo quién era Cervantes, y que os hable del Quijote. Me he dejado a este autor para nuestro último día de vacaciones porque sé que al final me enrollo mucho, y esto no lo puedo hacer en un día normal, donde lo importante es ponerse a trabajar.

Miguel de Cervantes Saavedra, Don Miguel para los amigos, es el más grande de los grandes de toda la Literatura Universal. No ha existido ni existirá un escritor igual. Cualquier cosa que os imaginéis que sería novedosa en una novela, ya se la había inventado él. Novelista, poeta, dramaturgo y soldado, fue contemporáneo de Góngora, Lope de Vega, Calderón y Quevedo entre otros, allá por los años finales de 1500 y principios de 1600. Él fue un escritor más renacentista que barroco (culteranismo y conceptismo), movimientos a los cuales se refiere el famoso Siglo de Oro de la literatura española: Renacimiento y Barroco. 

Se le conocía como "el Manco de Lepanto", pero no porque hubiera perdido un brazo en tan célebre batalla, sino porque su brazo izquierdo se le quedó tullido. Tras la fuga de la prisión de Argel, en África, vuelve a España, donde tuvo muchos problemas con la justicia, y estuvo preso en la cárcel (la segunda parte del Quijote, la escribe allí). Pero todos estos inconvenientes no le privaron de seguir escribiendo y convertirse en el mejor escritor de la historia mundial.

 Vamos a pasar ahora al argumento de la obra. Alonso Quijano es un hidalgo pobre de la Mancha, que de tanto leer novelas de caballerías acaba enloqueciendo y creyendo ser un caballero andante (como los que aparecían en las novelas), nombrándose a sí mismo Caballero Don Quijote de la Mancha. Como tal, se tiene que buscar un escudero, y lo encuentra en un labrador vecino suyo, llamado Sancho Panza, Y aquí empiezan las aventuras y desventuras que le ocurren a estos dos personajes. Parece fácil el argumento, ¿verdad? ¡Pues no! Hasta que no lo leáis, (ahora no os lo recomiendo porque es una novela difícil; mejor alguna edición infantil) no comprenderéis que lo que en un principio era casi como una obra infantil (Cervantes quería ridiculizar las novelas de caballerías por medio de un personaje, loco y absurdo) se va convirtiendo poco a poco en la mejor novela de la literatura de todos los tiempos. Después de la Biblia, es la obra más leída y traducida en todo el mundo,

Tengo tantas cosas que contaros sobre Cervantes y el Quijote, que prefiero no aburrimos mucho ahora, para dedicarle un par de días en clase, cuando yo esté en toda mi salsa.

Al menos espero que la lectura de esto nos haya servido para que cuando venga el inspector y os pregunte por quién escribió el Quijote, vosotros sí seáis capaces de responder en condiciones.

"El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" (que es como se titula la novela de verdad) empieza así:

CAPÍTULO 1: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha.

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. 


Bueno, pues ya se han acabado las vacaciones de Semana Santa. Y mañana toca de nuevo ponernos el traje de faena. Espero que hayáis disfrutado con las lecturas de lo que os he puesto durante estos días, y haber cumplido con mi objetivo inicial: haceros pasar un poco más ameno este confinamiento.

Pasad un feliz Domingo de Resurrección. Nos vemos mañana, preparados, para seguir aprendiendo. Un abrazo muy fuerte.



Lunes, 13 de abril


¡Atenta compañía! Buenos días. ¿Empezamos de nuevo a trabajar?

Lo que en un principio era una broma, que ya la había practicado el año anterior con mis otros alumnos, se ha convertido en una rutina divertida cada vez que el director asoma la cabeza por nuestra clase:

¡Atenta compañía; el Director! ¡Firmes!

Vosotros os ponéis de pie entre risas, pero como símbolo de respeto hacia nuestro maestro jefe. Tanto, al profe Javier como a vuestro profe Francisco, estas tonterías les hacen mucha gracia, y las comentamos después entre los tres comparando la escuela de antes con la de ahora.

No, lo cortés no quita lo valiente; la educación y el respeto son importantísimos. Además, este gesto sirve, por si alguno se había despistado, para que recordemos que no podemos perder la concentración. No soy partidario de mucha autoridad ni de tanta disciplina (al contrario de lo que la gente opina de mí) pero es cierto, que crear un buen clima de trabajo en el aula es fundamental para el aprendizaje. Da alegría entrar en una clase y encontrarse a todos los alumnos trabajando concentrados, más o menos, en silencio.
Este gesto que hacemos de coña, seguro que se nos quedará como anécdota para siempre.

Esto os lo cuento porque, al leer lo que puse ayer del inspector, se me han venido a la mente esas indicaciones de comportamiento que nos daban los profesores; muchas de ellas ya nos las sabíamos de memoria: levantarse en cuanto entrara una persona mayor en clase, estar muy atentos, pedir permiso para hablar, ser respetuoso al hacerlo...

Para rendir un pequeño homenaje a la vieja escuela, y también en recuerdo de mi vida militar, es por lo que me inventé esta tontería. ¡O digo yo! Porque a saber cómo y dónde surgen las ideas. Pero como esto funciona también para reactivaros en un momento dado; ¡pues genial! No, no tiene ningún significado especial, ni ningún trasfondo:" ¡Atenta compañía!¡Firmes!"


El mismo inspector de ayer, volvió otro día a la escuela porque había un curso que presentaba muchos problemas de disciplina, y fue a visitar dicha clase. Cuando entró, se encontró a todos los alumnos dando saltos por todos lados; unos gritando, otros en lo alto de las mesas, otros peleándose...  Y allí al fondo, en una esquina de la clase, al profesor tranquilamente sentado a su mesa con la cabeza bajada, leyendo el periódico. Entonces, el inspector se dirige al maestro y le dice:

- ¡Parece que los niños le hacen poco caso! ¿No?
- ¿Usted ve el poco caso que me hacen? ¡Pues mucho menos les hago yo a ellos!

Esto puede parecer divertido; estar todo el día molestando, gritando o sin hacer nada. Pero yo os aseguro que esto cansa mucho, y hace que al final nos sintamos frustrados. Unos, porque se cansarían hasta de molestar y los otros, que sí quieren aprender, porque no los dejan hacerlo. El clima, el clima de una clase es fundamental para que nuestro paso diario por el aula sea apetecible.

Es muy importante que os sintáis seguros en clase (y en el colegio), que os deis cuenta de que hay justicia, y de que los actos irresponsables tienen unas consecuencias y, éstas hay que pagarlas.

¿Y hoy? ¿Estáis preparados para la faena?


Empezamos temas nuevos de Lengua, Matemáticas y Sociales, y como comenzaremos con la lectura, no os pondré ninguna cita literaria extra.

¡Vamos, que nos vamos!



Martes, 14 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Dispuestos ya?


Me estoy acordando mucho de mi madre en estos días. Hoy os voy a contar con ejemplos cómo me adiestraba. Porque eran solo las madres las que educaban a los hijos; los padres solo estaban para recriminarte y castigarte. Así, engancho con las indicaciones que nos daban los maestros de cómo se tenían que comportar los alumnos.

Las madres eran las que, de verdad, te enseñaban modales de comportamiento. Una mirada suya te fulminaba, como si acabaras de recibir un bofetón, cuando hacías algo mal y no te podía corregir con palabras al haber otras personas cerca. Todas las situaciones eran buenas para enseñarte algo:

" Con la boca llena, no se habla.
"¡Tú no cojas nada de la mesa, hasta que no te den permiso!"
"¡Que yo no te escuche!"
"¡A ver cómo nos portamos hoy!".
"¡Cuando los mayores hablan, los niños se callan!"
"¡Las cosas siempre se piden por favor!"
" ¡Siempre se dan las gracias!"
"¡Se pide permiso para entrar!"
"¡A los mayores hay que cederles el asiento y la entrada o salida a los sitios!"
"¡Deja salir, antes de entrar!"
"¡A los desconocidos, se les habla de usted!"
"¡Compórtate en la mesa!"
"¡Uno no se levanta de la mesa, hasta que los demás no hayan terminado!"
"..."

Y así, podría continuar horas y horas contándoos cómo me educaba. Pero es que para más inri, estas mismas situaciones, las acompañaba de frases hechas y refranes. Si no, de dónde creéis que saco yo tantos. En este enlace puedes ver muchos, de ellos, relativos a la buena y mala educación.

Algunos de los refranes que recuerdo de mi madre, y que se me vienen a la mente a bote pronto, relativos al trabajo eran así:

- A quien madruga, Dios le ayuda.
- Lo que no se empieza, no se acaba.
- Lo que se empieza, se acaba.
- Echar por el atajo, no siempre ahorra trabajo.
- Hace más el que quiere, que el que puede.
- No por mucho madrugar, amanece más temprano.
- "..."

¡Tenía refranes para todo!

¡Y por supuesto, tu madre, siempre te enseñaba con su ejemplo!

El examen, para ellas, era saber si los demás tenían una buena opinión de sus hijos; es decir, si pensaban si les había dado una buena educación, o si eran unos maleducados. Se sentían muy orgullosas cuando escuchaban que sus hijos eran muy educados, pero cabreadísimas, si oían lo contrario.

No, no estoy de acuerdo con algunas de las formas que tenían de educarnos, y muchísimo menos con la poca implicación o formas de hacerlo, de los padres, en esta tarea. Pero en esencia, las madres, conseguían su objetivo, y tampoco eran tan malos los resultados que obtenían.

Debemos aprender de todo y de todos, y quedarnos siempre con el lado bueno de las cosas. Cuando os veáis en una situación problemática y no sepáis lo que hacer, mi consejo es que dejéis paso a vuestro Sentido Común. Seguro que él no se equivoca, porque nace de las enseñanzas y experiencias que hemos tenido a lo largo de la vida.


"Quien no aprende de su historia, está condenado a repetirla".

 ¡Ajú, con lo que me apasiona a mí la historia, y que no os la pueda dar en clase! Si pensabais que lo que a mí de verdad me gusta es dar la lengua y la literatura, quiero que sepáis, que la historia me encanta tanto o más. Por eso me quejo, porque os la van a tener que explicar unos profesores virtuales. Y yo, aquí, sin poder hacer casi nada.

- Cariño, cuando hablas, eres como una ciudad de los Estados Unidos...
- ¿Como Los Ángeles? ¿Por ejemplo?
- ¡No! Me refería a Kansas.


¿Nos ponemos ya?



Miércoles, 15 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué tal hemos amanecido hoy?

En las redes sociales está apareciendo mucho cierta polémica sobre la cantidad de deberes que os mandamos los profesores para casa en estas clases a distancia, a las que nos vemos obligados a impartir. Estoy tomando nota, e intentaré mandaros solo los justos y necesarios. Pero también os digo; que sin trabajo ni esfuerzo, no se puede conseguir nada. Y nuestro objetivo ahora es aprender tanto o más, que si no hubiera ocurrido nada.

Sé perfectamente la dificultad que tiene trabajar sin la presencia del profesor. Como también sé, que al hacerlo así, es mucho más fácil perder la concentración y romper vuestro ritmo de trabajo. Nos vamos por las nubes, y la vuelta a la atención es cada vez más difícil. En la clase, el profesor te da seguridad y, en cierto modo, hace que te sientas vigilado para no despistarte demasiado. En casa, me imagino que será totalmente distinto. Por eso estoy intentando, por todos los medios, que sintáis cerca mi presencia. Y además de animaros con estas introducciones, tan largas, para que no os sintáis solos, quiero que saquéis fuerzas, de donde sea, para seguir aprendiendo.

Si queréis que os diga un secreto: "Querer es poder". Os voy a poner un ejemplo:

Sabéis que mi hijo se fue a Alemania hace cinco meses. Por entonces yo me prometí, a mí mismo, que antes de ir a visitarlo aprendería un poco de alemán. Y me puse manos a la obra. Busqué por internet información de todo tipo, y fui seleccionando la que me parecía más útil para construirme mi método de aprendizaje del idioma, sin salir de casa. Y...  ya me puse el traje de faena. He estado a punto de dejarlo en varias ocasiones, porque es mucho más difícil de lo que yo pensaba sin la ayuda de un profesor. Creía que la pronunciación me iba a costar mucho esfuerzo, pero no fue así; lo verdaderamente complicado es su estructura gramatical; ¡la madre que la parió! Pero yo no me he rendido. He seguido erre que erre hasta conseguir meterme de lleno en el alemán, y ya he obtenido mi primer título; (bueno, se llama acreditación) el A1.

Os he contado esto para que veáis que todo es posible en esta vida; solo consiste en proponérselo. A mí tampoco me anima nadie, ni tengo a nadie controlando mi trabajo; y sin embargo, lo estoy haciendo.


- ¡Vaya, profe, hoy parece que estás serio!
- ¡Que no, que no estoy serio! Solo estaba reflexionando conmigo mismo.


Un hombre pobre iba paseando por un prado cuando de pronto vio una vaca suelta. Tras pensárselo un momento, y sabiendo que así podía paliar un poco su pobreza, decidió llevársela a casa, *aun a sabiendas de que esta tenía dueño. Para ir a su domicilio, tenía que pasar obligatoriamente por delante de la puerta del cuartel de la Guardia Civil. Así que se puso a idear un plan para conseguirlo y que, torpemente ejecutó. Para que nadie sospechara de él, ató una cuerda muy larga a la vaca para poder pasar desapercibido, y para que el animal pasara bastante más tarde que él. Comienzan a caminar nervioso, según el plan ideado y, al pasar justo por delante de la puerta del cuartel, había un guardia civil que mirándolo, educadamente, le dijo:

- ¡Buenos días!

A lo que el hombre contestó:

- ¡Qué vaca! ¡Qué vaca, ni qué vaca! (¡Hala, ya lo habían pillado perpetrando el robo!)


* (Aún) lleva tilde cuando significa todavía. No la lleva, (aun) cuando lo que quiere decir es: incluso.

¡Ah! Se me ha olvidado deciros que la profe de música, me ha pedido que os recuerde que los miércoles entréis en su blog. También la seño de francés me dice, que los días que os toque esta asignatura, miréis en este enlace donde os está poniendo las actividades de francés.


¡Venga, que se nos va la mañana!



Jueves, 16 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué tal va este curso a distancia?

¡Quién lo diría! ¡Pues sí! Hoy cumplimos nuestro primer mes de teleclases; (os recuerdo que tele, es un prefijo que viene del griego y significa a distancia: teléfono, telescopio, teleobjetivo... y hoy, hasta teleasistencia o telemática) y aquí seguimos

Yo también me asusté mucho. Porque esta situación era nueva también para mí. Tras 36 años trabajando de maestro, ¡quién me iba a decir a mí que mi penúltimo año en activo tendría que dar las clases de esta manera!

Menos mal que yo me adapto y que ya tenía dado un paso más: me había comunicado con vosotros por medio de este blog, porque si no; era para pegarse un tiro. De todas formas, la labor no resultaba fácil. Recuerdo que, al principio de este suceso, solo os mandaba una frase de ánimo y, a continuación, un montón de trabajo, que pretendía que hicierais.

De pronto, me di cuenta de que aquello era una forma de comunicación muy fría, y que no iba para nada con mi forma de ser. Si echáis la vista atrás, comprobaréis que he ido aumentando mis charlas con vosotros y dejándoles, cada vez, menos espacio a las actividades que os mando de cada una de las asignaturas. Necesito hablar con vosotros para sentirme maestro y vosotros me necesitáis a mí para sentiros alumnos. Os hace falta una persona que os haga reflexionar sobre el porqué tenéis que seguir trabajando; si nos han obligado a estar en casa y no asistir a la escuela. Si no hay clase; no hay por qué trabajar: pensaréis vosotros... Y, en estas estamos; en una lucha interna entre el debo y el no quiero. No, no está siendo fácil para vosotros, pero tampoco lo está siendo para mí. Solo espero estar haciéndolo lo mejor posible.

Ya sé que estoy poniendo al descubierto mi lado más íntimo (me estoy desnudando) al escribir de esta manera y, eso no me gusta mucho hacerlo. Pero al mismo tiempo, sé que es útil, porque vosotros, me necesitáis a vuestro lado.

Si queréis saber un secreto; este ha sido mi truco siempre para dar una buena clase, y creo que funciona: la cercanía, sin perder el respeto, y el cómo contagio mis ganas de trabajar. Esta es la explicación de por qué, después de tantos años dedicándome a la enseñanza, mis alumnos siempre han tenido tan buenos recuerdos míos, y se hayan sabido comportar, tan bien, en mis clases.



El libre oyente era un personaje que te encontrabas en las aulas de la universidad sentado al final de la clase, y que no traía libros ni material alguno. Solo venía a escuchar. Por tanto, no estaba obligado a hacer ninguna tarea, ni a realizar ningún examen Él se sentaba solo, sin molestar a nadie, y allí se pasaba las horas muertas. Repito, solo venía a escuchar. 

No sé si seguirá existiendo este tipo de estudiantes, pero lo que hace muchos años lo veía como algo raro; ahora lo veo normal.

¡Oye! ¿No os gustaría hacer esto alguna vez? Aprender, por aprender; ¡tiene que estar chulo!


  RECOMENDACIÓN         

 ¿Su esposo se ha puesto gordo?
 ¿Ya no es tan guapo?
 ¿Está viejo?
 ¿Ha perdido la gracia?

¡Anímelo a que camine cinco kilómetros por la mañana, y otros cinco por la tarde. Así, al cabo de un mes, estará a trescientos kilómetros de distancia de ti!

¡Vaaamos!



Viernes, 17 de abril


¡Buenos días, familia! ¡Sí, ya está aquí el finde!

He pensado dejaros tranquilos los fines de semana, para que así me cojáis con más ganas los lunes. También porque yo necesito descansar, que llevo sin hacerlo desde hace más de veinte días. Además, creo que ya casi he conseguido el objetivo que me propuse al principio. Ya os tengo, más o menos, enganchados al trabajo conmigo. Y pienso que he logrado que no se rompiera ese hilo que nos unía.

¡Antes de que se me olvide! Recordadme que hoy es el cumpleaños de mi hijo Víctor; para que lo felicite. Sí, ya tiene 34 años, y parece que fue ayer, como dirían nuestros abuelos. Sabéis que cuando me meto en faena, pierdo la noción del tiempo, y me olvido hasta de cómo me llamo; así que recordádmelo. ¡Cuánto echo de menos dar una buena clase, con vosotros delante!


Perezoso,
que estás acostado
oyendo las voces
del despertador.

Si las oyes
y no te levantas, 
serás del infierno
terrible tizón.


Estas estrofas las he sacado de "Las Coplas de la Aurora de Gójar". Una tradición ancestral que consiste en ir acompañando a un grupo de músicos populares interpretando a coro las estrofas que el solista acaba de cantar. Antiguamente, esta agrupación musical, se iba parando en las casas de los más ricos o de los personajes más relevantes del pueblo, para que éstos ofrecieran algo a los presentes; ya fuera dinero, comida o bebida (que era lo más habitual).

De ahí vienen las distintas paradas que hacen los músicos, y que podéis observar si asistís alguna vez a esta tradición. Estas coplas solo se cantan una vez al año coincidiendo con el sábado de las fiestas; la noche antes de la procesión de La Divina Pastora (copatrona de nuestro pueblo; la otra patrona es la Virgen de la Paz, que es el motivo de por qué se llama así nuestro colegio). Si no habéis estado nunca, yo os invito a que (el sábado de fiestas, a las doce en punto de la noche, en la puerta de la iglesia) acudáis. Os prometo que pone el vello de punta y que algunas de las letras de las canciones son muy curiosas. Ya os cantaré yo estas estrofas en clase. Y vosotros, me acompañaréis a coro.

No está mal acercarnos y conocer un poco la cultura popular, aunque sea de este modo.

Una de las veces que más me he reído en mi vida con un chiste, me ocurrió en la Catedral de Sevilla. Entramos un grupo de amigos para visitar el templo. Y justo al pasar por delante de un confesionario, me llama la atención uno de ellos (que cuenta muy bien los chistes y los escenifica a las mil maravillas) y me dice en voz baja: "¡Carmelo, ven aquí, que te voy a contar un chiste!" Y susurrándome al oído comienza:

Había una vez un cura metido en un confesionario, y se acerca un feligrés a contarle sus pecados diciéndole:

- Me acuso, padre, de que soy un cotilla.

- Pero, hijo, eso no tiene ninguna importancia. No está bien hacerlo, pero no es pecado.

- Pues entonces, hablando de otra cosa; ¿qué pasó con la carpintería de San José? ¿La vendió, la alquiló, la dejó en herencia, sigue funcionando, se la cedió al pueblo…?


Esta es la versión del chiste para horario infantil. Ahora quiero que vosotros cerréis los ojos y no miréis la versión adulta, que fue la que mi amigo, de verdad, me contó:


Llega el feligrés al confesionario, y le dice al cura que se encontraba allí dentro preparado para la confesión:

- Me acuso, padre, de que soy un pirómano.

- ¡Tú lo que eres, es un hijo de puta!- Salió el cura diciendo mientras el confesionario ardía y él se apagaba la sotana, con las manos como podía, porque la llevaba en llamas.

Yo me imaginé la escena, y me dio por reír, casi a carcajadas. Y como cada vez que me acordaba, volvía a reírme; al final me tuve que salir de la catedral antes de que me echaran.

- ¡Profe, el cumpleaños!

- ¡Menos mal! ¡Ya se me había olvidado por completo!

¡Venga, vamos!



 Lunes, 20 de abril


¡Buenos días, Familia! ¿Qué tal?

¡Sí, ya está aquí otra vez el tío! No me digáis que no me habéis echado de menos, aunque solo haya sido un poco.

LENGUA

- Haz la siguiente lectura comprensiva pinchando en este enlace.

 ¡Que no, que no, que es mentira!

Y vosotros, os enfrentáis al texto leyéndolo, y como ya tenéis muchos mecanismos para saber dónde están las respuestas a las posibles preguntas, lo hacéis medianamente bien. Pero sin que os haya llamado la atención la lectura; es decir, no la hacemos por placer, sino por obligación.

Meterse de lleno en una lectura; ¡es otra historia! Es creerte ser el protagonista, sentir lo mismo que él siente, reírse con él, llorar, pasar miedo, sentir angustia, sonreír... Seguro que alguna vez, sin querer, os habéis metido de lleno en un libro o en un texto y me estáis comprendiendo. ¡Pues ahí, y entonces, es cuando estáis haciendo una verdadera lectura comprensiva!

A mí me gusta enfrentarme a los textos y exprimirlos al máximo. Pero para eso, tienen que tener una cuidada escritura y responder a mis necesidades de placer o información. Si no es así, hago la lectura solo por encima. Sé que un texto escrito es bueno, si cuando te metes de lleno en lo que lees, te quedas embebido (mi madre me decía que me quedaba embobado cuando leía).

Sabéis que me encanta leer, pero cada vez lo estoy menos haciendo en formato de papel y más en una de esas nuevas tecnologías, que han abierto este universo tan enorme a la lectura. En internet, está todo; y esto, te abre infinidad de posibilidades para saciar tu curiosidad lectora al momento.

 No, si al final tendremos que dar las gracias, porque, los ordenadores, móviles y todos esos dispositivos que hay hoy en día, han obligado a la gente a leer y a escribir de nuevo. Sin esto, jamás los veríais leer. Como tampoco, tendrían necesidad de escribir absolutamente nada.

Sí, cada vez se ve a más gente, con el móvil, leyendo o escribiendo a todas horas. ¡Pues, algo es algo! No es la situación ideal de lectura, pero menos da una piedra. El problema que yo veo, es que ni comprenden todo lo que leen, ni lo que quieren escribir llega al otro tal y lo habían pensado. ¡Si supierais la cantidad de malentendidos que hay por falta (o sobra) de una coma o cualquier otro signo de puntuación!

- Vamos a decirle al profe que nos cuente otra vez lo que pasó con aquel testamento - susurra un alumno a otro.

- ¡Te he escuchado! Bueno..., vale, me habéis convencido.

Si no os importa, me gustaría que lo leyerais con vuestros padres y lo comentarais; es uno de los mejores ejemplos de para qué sirven los signos de puntuación:

Cuéntase de un señor que, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente escrito, falto de todo signo de puntuación:

Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo

Se dio lectura del documento a las personas aludidas en él, y cada cual se atribuía la preferencia. Mas a fin de resolver estas dudas, acordaron que cada una presentara el escrito con los signos de puntuación cuya falta motivaba la discordia. Y, en efecto, el sobrino Juan lo presentó de esta forma:

Dejo mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

Como puede verse, el favorecido resultaba ser Juan; más no conformándose el hermano Luis, este lo arregló así:

¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No: a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

El sastre, a su vez, justificó su reclamación como sigue:

¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

De este modo, el sastre intentó cobrar su cuenta; pero se interpusieron los jesuitas, reclamando toda la herencia, y sosteniendo que la verdadera interpretación del escrito era esta:

¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo.

Esta lectura motivó gran escándalo entre los concurrentes y, para poner orden, acudió la autoridad. Esta, consiguió restablecer la calma, y después de examinar el escrito, objeto de la cuestión, exclamó en tono severo:
-Señores: aquí se trata de cometer un fraude. El finado no ha testado y, por tanto, la herencia pertenece al Estado, según las leyes en vigor. Así lo prueba esta verdadera interpretación:

¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

“En su virtud, y no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez …, etc., etc., me incauto de ella en nombre del Estado. Queda terminado este asunto”.

Conclusión: El uso de los signos de puntuación viene determinado por el sentido de las frases y es necesario usar los que en cada caso convengan y precisamente donde convengan.


¡Anda, vamos a aprender a leer y a escribir bien, ahora que no nos queda más remedio que hacerlo! Y si ya, encima, lo disfrutáramos, sería... el no va más.

Iba a decir otra cosa, pero me he descargado una aplicación en la mente, que me avisa y me frena cada vez que se me vaya a escapar algo inapropiado para el horario infantil. ¡Hay que ver cómo son las cosas! Algunas de estas palabras no las decimos por no ser un mal ejemplo para los niños, cuando ellos son las que más repiten y escuchan por la calle. Alguna vez en clase se me escapa alguna, intencionadamente; lo hago para llamar vuestra atención. Al mismo tiempo esto me sirve para enseñaros que esas palabras son buenísimas si sabemos emplearlas en un contexto apropiado, pero de mal gusto, si las utilizamos como muletilla y las repetimos a todas horas. Entonces sí que, de verdad, se convierten en palabras VULGARES (palabras que no son cultas, que pertenecen a personas que solo conocen la parte superficial de la materia).


Disfrutad con la lectura de este chiste:

El otro día pasó por mi barrio el butanero (sí, el que lleva el butano a tu casa), y una mujer desde el balcón de un noveno piso empezó a llamarlo a voces para que subiera.

- ¡Butanero, butanero, suba, suba...!

El hombre cargó su bombona al hombro y se dispuso a subir hasta ese piso, pero con tan mala suerte, que el ascensor estaba averiado. Así que, le tocó subir nueve pisos andando y cargado. Entró en el piso y dejó la carga en el suelo. La mujer del noveno lo mira con gesto cómplice y le pregunta:

¿Verdad que si mi niña no se come toda la comida usted se la lleva?

¡Que no, que no quería butano! Que lo que quería era que el señor, que va pregonando el butano, asustara a la niña para que comiera. ¡Uno no, pero la gente tiene tarea!

¡Ah, que no se me olvide!: la seño Gloria os ha dejado trabajo en este enlace.

¡Buenoooo, que es muy tarde! ¡Vamos!



Martes, 21 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué hacemos con lo que ganamos?


Hoy, en la parte de literatura de lengua, nos toca hablar de la poesía (lírica). Así que, como ejemplo, no nos queda más remedio que leernos una...

-¡Anda, léenos un poema de los tuyos, profe! Que el otro día nos dijiste que tú escribías de eso.

- ¡Vale! ¡Puede servir como ejemplo! Pero quiero que sepáis que le he tenido que pedir permiso antes a mi hijo Víctor para hacerlo, porque desde el momento en que yo se los dedico a Iria, su hija, ya no son mías; son suyas. Y ella, no me lo puede dar.

Iria, mi primera y única nieta hasta el momento, está en Barcelona. Ya os podéis imaginar que si difícil es para todos esta situación de confinamiento, para un abuelo, lo es el doble porque ya hace más de dos meses que no he podido abrazarla ni besarla. Nos vemos cada día casi una hora por una pantalla, pero esto no es suficiente; ¡la echo tanto de menos!

Aunque solo se trate un bebé, a mí me gusta todos los días cantarle canciones, contarle cuentos y recitarle poemas, para que se acostumbre a mi voz e intentar al mismo tiempo abrirle pronto los ojos a la magia de la literatura.

Un día, decidí escribirle yo mismo los poemas que le iba a recitar, y el resultado no fue malo. Así que, empecé a escribir un libro de poemas para ella, en el que aún sigo trabajando. 

Como el viernes cumplió seis meses, le escribí este para felicitarla:


XIII. ¡Feliz sexto cumplemeses!

¿Qué hace lo más bonico y
  ufano del mundo entero,
  en el día que celebramos,

  cómo una estrella del cielo
  una vez apareció
  montada en piel terciopelo?
  pues sí, mi pequeña Iria,
  llegaste, ¡cómo me acuerdo!,
  a alegrar nuestras vidas,
  sin prisa, sin ningún miedo,

  mientras allí esperábamos
  unidos para el evento.
  cómo eras de guapa, ¡ay,
  hoy que vienen los recuerdos!
 ¡oh, mi linda Iria chica!
  solo te diremos esto:

 ¡maravilloso aquel día!
  ángeles blancos vinieron
  sí, a velar por mi niña.

  Iniciamos el incierto
  rodaje de tu camino,
  inocentes como el viento
  a ver a dónde nos lleva.


 ¿Os ha gustado? ¡A que sí! 

 Como sé que sois buenos lectores, os habrá extrañado mucho que yo haya cometido hoy algunas faltas de ortografía (relativas a las mayúsculas) . Tiene su explicación. Hay un mensaje encriptado (oculto) en el poema. Y la pista de las mayúsculas, es importante para descubrirlo.

Vuelve a leerlo de nuevo a ver si encuentras el mensaje. Si no lo consigues, no te preocupes, que yo te voy a ayudar: con él, yo quería desearle a mi nieta, de una manera especial, que cumpliera muchos más.

Lee ahora de nuevo el poema, e intenta también unir las letras iniciales de cada verso hacia abajo, y te darás cuenta de que; ¡ahí dice algo! ¿Ya has descubierto el mensaje escondido? Si no es así, con colores lo verás mejor.


XIII. ¡Feliz sexto cumplemeses!

¿Qué hace lo más bonico y
  ufano del mundo entero
  en el día que celebramos todos,

  cómo una estrella del cielo
  una vez apareció
  montada en piel terciopelo?
  pues sí, mi pequeña Iria,
  legaste, ¡cómo me acuerdo!
  a alegrar nuestras vidas,
  sin prisa, sin apenas miedo,

  mientras allí esperábamos
  unidos para el evento.
  cómo eras de guapa, ¡ay,
  hoy que vienen los recuerdos!
 ¡oh, mi linda Iria chica!
  solo te diremos esto:

 ¡maravilloso aquel día!
  ángeles blancos vinieron
  sí, a velar por mi niña.

  Iniciamos el incierto
  rodaje de tu camino,
  inocentes como el viento
  a ver a dónde nos lleva.

¿A que es mágico? ¡Pues esta magia se la debemos a la literatura!

Si domináis el arte de la lectura, de la escritura, de la lengua hablada y de la comprensión oral; ¡no habrá nada que se os resista!

Y puesto que hoy en lengua tratamos los temas de la poesía, las estrofas, los versos y las rimas, os invito a que descubráis la rima de mi poema y me digáis de qué tipo es. Seguro que ya lo sabes, pero si no, vuelve a intentarlo después de hacer las actividades de lengua.

Los demás datos os lo digo yo. Se trata de un poema escrito en una sola estrofa, con versos octosílabos (ocho sílabas) y que, atendiendo a cómo se presenta la rima, la métrica y la estructura, es un Romance.

Érase una vez un adolescente que estaba subido en lo alto de un poste de la luz. Llegó un policía municipal y le increpó para que bajara. Éste lo hizo, y cuando estaba en el suelo, el policía le preguntó:


- ¿Quién es usted?
- ¿No se acuerda de mí?
- No, dígame quién es usted.
- Pero, ¿en serio que no se acuerda de mí?
- ¡Ya le he dicho que no!¡Dígame quién es!
- ¡Soy el mismo que antes estaba subido en el poste de la luz!


¡Venga, al lío!



Miércoles, 22 de abril


¡Buenos días familia! ¿Como nos encontramos hoy?

Os ha llamado la atención la grabación ¿Verdad?

Hoy he querido empezar la clase con este vídeo porque me veo muy reflejado en él. Me encanta que, profesores tan jóvenes, hayan descubierto tan pronto el secreto de la educación. Cuando hay algunos docentes que no lo descubren nunca.

Voy a intentar hoy captar vuestra atención con una sola palabra. No quiero que le busquéis tres pies al gato, porque no los tiene. Solo se trata de una palabra sin más, sin ninguna otra connotación de otro tipo. Lo que pasa. es que es una palabra tabú (prohibida). Pero tampoco nadie nos ha explicado por qué no debemos decir ese tipo de palabras.

Ya sé que el otro día, os extrañaría que de seudónimo (en coña) firmara mis poemas como Carmelo Calderón de la Polla. No siempre lo hago así. Esa forma solo la utilizo cuando los poemas son graciosos. Si es un poema serio, lo firmo con mi nombre de verdad. Como no estáis presentes, no podéis preguntarme que por qué escogí esos apellidos; así que, para saciar vuestra curiosidad, os lo explico yo aquí.

Lo de Calderón, es en honor a uno de los escritores más grandes de la literatura; Pedro Calderón de la Barca. Autor, de entre otras obras de: " La vida es sueño" o "El alcalde de Zalamea". Y de segundo apellido, ponerme algo que recordara a mi tierra natal; Gójar (Granada).

Otras provincias o regiones tienen por símbolo: un baile, las sevillanas; una comida, el queso manchego o merluza a la vasca; una bebida, el vino rioja; unos fuegos artificiales, las fallas valencianas... y nosotros, los granadinos, una palabra: POLLAS.

Como Alhambra y Federico García Lorca  (que son nuestra verdadera bandera, y por lo que se nos conoce en el mundo entero) ya estaban "pillás", tomé prestada la tercera palabra en discordia que más recuerda a nuestra tierra como segundo apellido, pero en singular. 

Prometí a mis alumnos del instituto, que un día escribiría un libro que hablara de la riqueza lingüística de esta palabra, pero cuando ya lo tenía bastante avanzado, se me adelantaron, y ya mi idea no tenía tanta originalidad, por lo que lo dejé. De todas formas, el libro se iba a titular: "Un libro de pollas o qué pollas de libro".

Me da miedo continuar, porque me habéis asustado con esos ojos que habéis puesto cuando habéis visto escritas esas palabras. ¡Solo son palabras, como otras cualesquiera! Las palabras no son feas ni bonitas, no son malsonantes ni correctas; todo depende del contexto donde aparezcan, como os comentaba el otro día.

Los miércoles cuando estaba en el instituto, acababa pronto de dar clases, a la hora del recreo, y me gustaba ir a tomarme una cerveza con mi padre al bar de Pepe Luis, donde se reunían parte de los viejos (con su sabiduría) del pueblo. Yo acompañaba a mi padre, pero no intervenía en las conversaciones de los mayores; yo solo escuchaba. Me encantaba oírlos hablar y, en casa, anotaba las palabras o expresiones que más me habían llamado la atención. Había una por encima de todas (sí, la que estáis pensando), que era la que más se repetía, pero con muchos significados diferentes, dependiendo de la situación:

- ¿Qué haces?

- ¡"Pollas"! Esto significaba que no estaba haciendo nada en particular.

- ¿Dónde "pollas" te metiste ayer? o... ¿Qué "pollas" hacías allí? - No estaba donde se esperaba que estuviera.

- ¡Estoy hasta la "polla"! - Se encontraba realmente cansado de algo o de alguien.

- ¡Esto son "pollas" en vinagre! - No servía para nada lo que se estaba haciendo.

- ¡Y una "polla"! o... ¡Una "polla" como una olla! Incredulidad total ante lo que alguien contaba.

 - ¿Cuándo "pollas"...? ¿En qué momento preciso...?

Y así, cientos de expresiones donde el denominador común era dicha palabra. También tenía sus derivados: "gilipollas, apollardado, pollastrón, pollada...". Vamos, lo que os decía, de una riqueza infinita.

Recuerdo que hasta mi madre le decía a mi padre, que siempre estaba con la "polla" en la boca, y que esto no era una buena manera de utilizar el lenguaje como ejemplo para sus hijos.

Fui ampliando mi vocabulario a base de escuchar a "los viejos". Y esta palabra, os juro que era de una riqueza tal, que me tenía fascinado.

Para que nadie me pueda tachar de machista, todas estas mismas expresiones las podríamos sustituir por la palabra "coño", y no cambiarían su significado para nada.

Lo que, de verdad, me da mucha pena es que se estén perdiendo todos los matices semánticos que nos aportaban estas expresiones, y que esta palabra se utilice solo para insultar o para repetirla de manera innecesaria hoy en día. En esos casos, sí que yo os digo, y os corrijo (como hacen vuestros padres) y os pido, que no intentéis usarla de esta forma.

¡Pues ya conocéis la historia! Hasta a mí me parece curioso que mi seudónimo haya salido de ahí. 

Seguro que hoy habéis leído esto con mucha atención; pues de eso se trataba, de captar vuestra atención (vuestros padres saben que esto es cada día más difícil de lograr). Por este motivo, hay que tirar de mucha imaginación si quieres secuestrar la atención de alguien. Y ese es mi reto de cada día: que hagáis esta lectura con atención, y que os despierte las ganas de trabajar con alegría (motivación). Solo espero estar, con tanta "pollada" como digo, consiguiéndolo.

Por último, me gustaría pedir disculpas, por si alguien se ha sentido ofendido por el uso de esta palabra en un contexto escolar. Entiendo, perfectamente, que no todo el mundo piensa como yo. Pero soy maestro de lengua, y lo que acabo de hacer es dar una clase de vocabulario; la conveniencia o no, de decir algunas palabras.


Y ahora, si me dejáis, os voy a contar un chiste de "pollas".

Un hombre entra a un banco con un gato muy pequeño y dice:

- ¡O me dan todo el dinero o aprieto el gatillo!


¡A qué "pollas" estamos esperando para empezar! ¡Vamooos!



Jueves, 23 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué tal? ¡Vamos, que lo estamos consiguiendo!


Un hombre se levanta por la mañana, despierta a su pareja y le dice:

- ¡Cariño, cariño! He tenido un sueño maravilloso. He soñado que era 23 de abril y me regalabas un Rolex (reloj muy caro) por nuestro aniversario de bodas. Tú, ¿qué crees que querrá decir el sueño?

Y la mujer le contesta:

- Pues tendrás que esperar hasta el día 23 para saberlo.

Llega ese día de abril, tan deseado por él, y ella vuelve a casa del trabajo con un paquete en la mano. El hombre, emocionado, sin poder esperar a que se lo dé, se lo quita de las manos, y rasga nervioso el envoltorio de papel. Abre rápidamente la caja y... encuentra un libro titulado: "El significado de los sueños".


Tal día como hoy (23 de abril), era uno de los escasos momentos en que celebrábamos algo en la escuela de antes, y era todo un acontecimiento. En mi humilde opinión, ahora nos estamos pasando con tantos Días de... Es como que algo lo está haciendo mal esta sociedad, entre la que nos encontramos todos, para tener que recurrir a la escuela con tanta celebración.

Dejadme que os cuentes por qué se celebra en esta fecha el Día del Libro, y alguna cosa más.

Un 23 de abril del mismo año (1616) murieron dos de los grandes escritores universales de la literatura: Miguel de Cervantes y William Shakespeare /chékspiar/, entre otros. Y como homenaje a estos monstruos y a todos los escritores, se decidió celebrar el día mundial de la literatura y de los libros en esta fecha.

De Cervantes, ya os he hablado en mis clases y... lo que te rondaré morena. Del segundo, solo os diré que escribió obras tan famosas como Hamlet o Romeo y Julieta (que esta, seguro que os suena).

¿Me dejáis que os cuente una anécdota sobre Shakespeare y Unamuno?

Miguel de Unamuno, que perteneció a la misma generación que nuestro buen amigo Machado (a la del 98), y dado a conocer ahora por una película: "Mientras dure la guerra" (anoche mismo volví a verla), fue un escritor vasco (Bilbao) muy controvertido, que trabajó todos los géneros de la literatura, y... ¡muy bien!, por cierto. Pero también, se le conoce por su época de profesor y rector de la Universidad de Salamanca (donde se le recuerda y se le quiere como si de verdad fuese salmantino) ...

Unamuno, un día estaba dando una conferencia sobre William Shakespeare, y para que la audiencia lo entendiera mejor, se refirió a él como: "Chakespeare" en varias ocasiones. Algunos de los presentes, comenzaron a sonreír por los escasos conocimientos que tenía el profesor del idioma de los británicos. Unamuno, se dio cuenta, y tras intentar explicar por qué lo pronunciaba así y, comprobar que las mismas sonrisas no desaparecían, continuó, pero dando la conferencia ahora entera en inglés, ante la sorpresa de la audiencia, que apenas se enteró de nada de dicha conferencia (¿os recuerda a Séneca?).

El libro suyo que más me ha llamado la atención fue una novela titulada: "San Manuel Bueno, mártir" (que hoy, día del libro recomiendo para que os lo leáis al menos una vez en la vida). La historia trata de un sacerdote que predica algo en lo que ni él mismo es capaz de creer. Así era Miguel de Unamuno tanto en su vida personal como en su obra literaria; pura controversia.

Habrá que dar las gracias al director de cine Alejandro Amenábar por habernos traído a la memoria a tan ilustre escritor y pensador.


Si hay un lugar en España donde, de verdad, se celebra este día de un modo especial, es en Cataluña. Os voy a contar una historia:

Sant Jordi: la rosa y el libro
Desde 1456, Sant Jordi es el patrón de Cataluña, y se conmemora el 23 de abril, el día en que murió. Pero en Cataluña, el día de Sant Jordi es muchísimo más; es el día del amor y del libro. En este día, la tradición manda que los hombres regalen rosas rojas a las mujeres que aman: a su pareja, a su madre o a sus hijas, y que la mujer les regale un libro a ellos. Aunque en los últimos años, son muchas las parejas que han decidido intercambiar un libro, además de la rosa.  
Cuenta la leyenda que en Montblanc (Tarragona) había un dragón terrible que causaba estragos entre hombres y bestias. Para contenerlo, escogían por sorteo a un habitante y lo daban al monstruo para que lo devorara. Un buen día, le llegó el turno a la hija del rey, que habría muerto a manos de la fiera si el caballero Jordi no hubiera aparecido para enfrentarse al dragón y matarlo. La tradición añade que de la sangre derramada de la bestia nació un rosal de flores rojas.



 Os juro que esta mañana tenía pereza de hablaros de un tema tan manido como es el Día del Libro, pero, hasta a mí, me ha gustado cómo ha quedado la exposición. No estaría de más, que todos los 23 de abril, imitando a los catalanes, regaláramos un libro y una rosa a un ser querido.


Seguimos en sociales con la Edad Media, y hoy vamos a estudiar la cultura y el arte cristiano. Cuando viajéis por España y por Europa, una de las cosas que más va a llamar vuestra atención será que todas las ciudades importantes tienen una catedral que compite en belleza y en proporciones con su vecina de otra ciudad. Es impresionante la cantidad de catedrales e iglesias repartidas por todo el territorio español y europeo. Y aunque todas nos parezcan iguales, hay algunas diferencias en cuanto a su construcción y estética. Hoy vamos a aprender las diferencias entre el arte Románico y el Gótico.

Y ahora, para honrar a tanta letra bien escrita, vamos a disfrutar hoy con lo que leamos y lo que escribamos.


¡Venga, que ya es hora!



Viernes, 24 de abril


¡Buenos días, familia!¡Ya ha llegado el viernes!


Mañana es 25 de abril, San Marcos, que antes era festivo en Gójar. Este era el día que todos los niños, y no tan niños, estábamos esperando todo el año para gozar de una cierta libertad y pasar un día de campo con los amigos. ¡Qué recuerdos tan maravillosos me vienen a la mente! Seguro que habéis oído hablar del hornazo, y de cómo disimuladamente le hacíamos estallar un huevo cocido a alguien en la frente.

Pero no todo iba a ser alegría, también pasábamos algo de nervios o inquietud el día anterior, al pensar que por causa de la lluvia se pudiera suspender la excursión, y echar por la borda todas nuestras ilusiones. Como dice la canción: "San Marcos, rey de los charcos…". Rezábamos por la noche para que si llovía (algo que le daba encanto al día), ocurriera cuando ya hubiéramos salido de casa.

Ayer, mientras estaba sentado en el porche, en mi silla de pensar, recordé aquellos días de excursión con los amigos y, como el tiempo (atmosférico) está siendo muy parecido al de entonces, reflexioné sobre la meteorología que nos está acompañando casi desde que empezó este confinamiento. ¿Os habéis dado cuenta de que parece que en vez de estar en primavera hubiéramos vuelto al invierno? Hace más frío de lo habitual, casi todos los días está nublado y llueve con bastante frecuencia.

Pues menos mal que "el tiempo no nos está acompañando", porque si, de verdad, tuviéramos días primaverales, nos iba a resultar casi imposible estar tanto tiempo dentro de las casas. El clima influye mucho en el carácter y en el estado de ánimo de las personas. Un día de sol y de calor nos invita a estar fuera disfrutando, por el contrario, si hace mal tiempo, los ánimos se nos caen por los suelos. Si algo odiaba, en mi época de universitario, era que los mejores meses del año y cuando más fiestas había (mayo y junio) teníamos los exámenes finales, y apenas podíamos salir a disfrutar de las fiestas, de los amigos y del buen tiempo.

Pero no siempre la palabra tiempo significa lo mismo. Aparte del meteorológico, está el tiempo como paso de los segundos, los minutos, las horas, los días...; el tiempo como paso de la vida.

Este fue uno de los temas más tratados en la obra de nuestro querido amigo Machado y podéis observarlo, perfectamente, en el poema que os envié de " Era un niño que soñaba...". 

El tiempo, entendido de esta manera, fue y es un tema constante, no solo en Machado, sino en casi todos los autores de los distintos movimientos literarios de toda la historia. También nosotros mismos hablamos mucho de él; a todos nos preocupa cómo se nos pasa la vida. Y hablamos de cómo cualquier tiempo pasado fue mejor, o de cómo no sabemos disfrutar del tiempo presente y de cómo tenemos las esperanzas puestas en un tiempo futuro. Fijaos que hasta hablamos de tiempo libre; como si éste nos sobrara en nuestro paso por esta vida. 

Anda, dejadme hoy que os ponga otro poema de Antonio Machado. En esta poesía, a través de algo tan insignificante como son las moscas, nos muestra cómo es el paso del tiempo en las distintas etapas de su vida.

Las moscas

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas;
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela
que todo es volar, sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...

Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada;
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.


Hoy me gustaría que os aprendierais dos palabras nuevas que aparecen en el poema y que me resultan muy bonitas; hastío y estío que, aunque se parecen, no tienen nada que ver, salvo en la rima.

Hastío: aburrimiento muy grande.
Estío: verano.

¿No es verdad que son preciosas?


Y hablando de hastío; ¿sabéis cómo dicen los pijos: "me aburro"?:

- ¡Haz pipí caballito!


¡Vale, lo explico! "Me aburro", suena igual que "mea, burro" (del verbo mear). ¡Anda! Éste es bueno, ¿verdad?

Una cosa, antes de que se me olvide. Hoy he estado hablando con vuestro profe Francisco y me ha comentado que él les ha dado un correo a los padres por si quieren, ellos o los alumnos, ponerse en contacto con él. Me ha parecido muy buena idea, así que se la copio y yo también os voy a dar mi correo, por si alguien quiere ponerse en contacto conmigo o comentarme algo de una forma privada. Aquí lo tenéis: carmelomelgarejo@gmail.com

Pues lo dicho; ¡a pasar un buen fin de semana, y un buen día de San Marcos! 


¿Nos ponemos ya el traje de faena o ya lo tenéis puesto?


Lunes, 27 de abril


¡Buenos días, familia!¿Qué tal el fin de semana? 

¡Venga, sed sinceros! ¿No me habéis echado de menos ni un poco? ¡Si ya me echo de menos hasta yo!

Nuestra primera excursión solos (en San Marcos) al campo fue tan maravillosa que un grupo de amigos, decidimos seguir haciéndolas, en secreto, a lo largo del año. Lo de a escondidas era porque no estaban muy bien vistas las actividades de ocio antes, y continuamente te llamaban flojo o balastro (que asustaba aún más) si te pillaban haciendo algo que no fuera trabajo. Ni siquiera en la escuela se hacían este tipo de actividades. Aún así, decidimos montar algo parecido a un club de montañeros el Peti, el Dugu, el Guando y yo (el Mergar el chico), que era como nos llamábamos a nosotros mismos. Nuestros nombres verdaderos; es decir, cómo nos llamaban los demás, eran: Joaquín, Miguel, Fernando y Carmelo, respectivamente.

Lo de ponernos un nombre en clave, surgió un día en que, Joaquín y yo, estábamos pillando pájaros con las trampas (Os voy a confesar algo que nadie más sabe; a mí me gustaba mucho ir a poner las trampas, pero me moría de pena si algún pajarillo caía en ellas). Y en una de las vueltas a revisarlas, vimos que había caído un petirrojo en una. Cuando Joaquín lo cogió, me di cuenta de que las plumas de la pechuga del pájaro tenían el mismo color rojo que el pelo de mi amigo. Si el pelo de Joaquín se parecía a las plumas del petirrojo; Joaquín era un petirrojo, y de ahí a llamarle Peti, solo había un paso. Sin querer, había creado mi primera metáfora partiendo de una comparación: (A se parece a B . A es B ; y por tanto, podemos utilizar solo B).

Empezamos a llamarlo Peti y, como contrapartida, a nosotros nos pusieron otro nombre. Con el paso del tiempo, todos hemos ido perdiendo el apodo aquel (salvo entre nosotros mismos), menos Joaquín. En Gójar se le sigue conociendo como el Peti, y ya nadie recuerda su verdadero nombre. Hasta su propia familia lo llama así.

Nuestra primera excursión nos llevó hasta los Pinos (algún día os llevaré allí a vosotros). La hicimos por la tarde después de salir de la escuela un día de junio, cuando la luz del día duraba hasta las diez de la noche. Y como a una excursión siempre había que llevar algo de comer, cada uno de nosotros, a escondidas, cogimos algo de nuestras casas. Yo cogí una caja de quesitos de la pequeña tienda que tenían mis padres, el Peti, *un vale del pan de la suya y los otros dos, esta vez, no pudieron traer nada. No pasaba nada; teníamos suficiente para los cuatro.

*Tengo que contar lo del vale del pan para que se entienda. Antes, en los pueblos, no se manejaba tanto dinero como ahora, y muchas compras se hacían mediante intercambios. Todo el mundo sembraba trigo. Con la cosecha te ibas al molino y, a cambio de que el molinero se quedara con una parte de la harina, te molían el grano. Con esta harina, te ibas a la panadería y la entregabas allí a cambio de tantos vales (bonos, boletos) como kilos de harina hubieras depositado. Cada uno de estos vales servía para que, cuando lo entregaras en la panadería, te dieran a cambio una hogaza de pan.

Y pusimos rumbo hacia los Pinos a la aventura, ya que ninguno habíamos estado allí. Durante el camino, íbamos hablando y asustándonos pensando en qué pasaría si nos perdíamos. Hasta dejamos piedras en él para recordar el camino de vuelta. Al cabo de una hora ya estábamos allí, y dejamos que volara nuestra imaginación durante toda la tarde entre juegos y charlas. Se nos echó la hora encima, y a todo correr regresamos a nuestras casa preocupados por la bronca que nos podía caer, pero después de haber pasado una tarde genial.

Nos despedimos, y al ir solo camino de mi casa me entraron muchos nervios pensando en que fuera creíble la explicación (inventada sobre la marcha) que daría de por qué había llegado tan tarde y que de dónde venía. Conforme me iba acercando a mi casa, la cosa empeoraba y hasta tenía unas cosquillas en la barriga que no había sentido nunca. Lo peor estaba por llegar.

Cuando al entrar mi padre me preguntó:"¿De dónde p... vienes a estas horas?", yo me quedé mudo y de nada me sirvió todo lo que había pensado que podía decir. Así que, conté toda la verdad. La bronca fue monumental y estuve castigado unos cuantos días sin poder pisar la calle.

Pero aquella salida a la montaña fue tan mágica, tan maravillosa, tan apasionante, que la seguimos repitiendo a lo largo de nuestra infancia, a pesar de los castigos que sabíamos que nos iban a caer después encima.


Hoy el chiste del "gato", viene que ni anillo al dedo:

Un día, en una noche oscura y por una carretera desierta, iba conduciendo un hombre solo. Cuando de pronto, se le pinchó una rueda del coche, y sabiendo que no llevaba gato para poder cambiarla, se sintió desesperado. Muy a lo lejos, vio la luz encendida de un cortijo y hacia allí se dirigió para pedir ayuda. Pero durante el camino iba pensando que pudiera ser que no se la prestaran porque era muy tarde, o porque aquella familia no se fiaran de él. Además, ¿y si eran unos antipáticos y lo recibían de malas maneras? ¿Y si pensaban que era un ladrón?¿Y si no le querían prestar el gato?... Casi se estaba arrepintiendo de haber tomado aquella decisión, cuando entre estos pensamientos se encontró delante de la puerta y llamó. Salió un señor de cierta edad y le dijo:

- Buenas noches. 

A lo que el hombre del coche le contestó:

- ¿Sabe usted lo que le digo? ¡Que se meta usted el gato en la polla!



¡Vamos a trabajar, que esta semana nos tocan los controles de las tres asignaturas!


Martes, 27 de abril


¿Qué hacemos hoy, familia? ¡Buenos días!


No sé si os resultará aún raro ver que cada mañana me refiero a vosotros como familia. Esta manera de llamaros viene de muy antiguo. Hace muchísimos años, me despedí de mis alumnos, que ya no iba a tener más, con estas palabras: "Bueno, familia, pues, hasta siempre". Algunos me miraron muy extrañados por haberles dicho aquello y pusieron unos ojos muy grandes, como si quisieran comprender el significado de mis palabras. Se me quedaron grabadas aquellas miradas y, como vi, que les había gustado a ellos lo que les había dicho y, me había gustado a mí también su reacción; decidí seguir llamando "familia" a mis alumnos.

Pues sí, realmente formáis parte de mi familia. Familiares son aquellas personas con las que tienes un contacto más directo y más cercano. A la familia le puedes mostrar cómo te sientes de verdad y esperar que te ayuden. Con la familia hay que convivir muchas horas, y sabes que siempre hay alguien que te cuida, que mira por ti. Los que viven cerca de ti se pueden permitir el lujo de ser sinceros contigo, y decirte lo que piensan, o corregirte. A la familia se les tiene un cariño especial. Y, además, durante las horas que no estáis con vuestros padres tiene que haber alguien que ejerza ese papel (de ahí que yo sea vuestro tutor). Todas esas cosas las cumplo yo con vosotros; así que, de verdad, sois mi familia, y ya siempre lo seréis.


Sé que a vosotros no os gustan los exámenes; ¡pues a mí, tampoco! Pero nos obligan a hacerlos, y no nos queda más remedio que dar lo mejor de nosotros en ese momento. No obstante, la nota que se refleja en un control, no tiene nada que ver con lo que de verdad has aprendido; solo muestra una parte de los conocimientos que has adquirido o memorizado. Sé que estáis aprendiendo muchísimas más cosas de lo que parece y, sin embargo, a esas no se les pone nota (o eso es lo que creéis). No estoy muy de acuerdo en que a vosotros se os tenga que catalogar con una nota, pero el sistema lo exige y, esto no nos lo podemos saltar.

Estoy apelando a vuestra responsabilidad, y sé que no me equivoco cuando pienso que seguís haciendo las actividades y los exámenes como si estuviéramos en clase, intentando ser lo más sinceros posible con vosotros mismos. De nada me serviría pediros que me enviarais los controles o actividades por correo electrónico o cualquier otro medio, cuando sé que os ayudarían vuestros padres (que bastante tienen ya los pobres con lo que tienen) y entonces no sería una evaluación real. Confío en vosotros, y sé que estáis dando lo mejor. Pero, como me obligan a tener un cierto control sobre mis alumnos, lo único que voy a hacer es pediros que me entreguéis vuestros cuadernos, cuando volvamos a clase, para comprobar que habéis hecho el trabajo que os he ido mandando. De verdad, lo que más me importa es que aprendáis, sin preocuparos de las notas, los controles o la evaluación. No temáis por esto, yo tengo datos más que suficientes para evaluaros y, además, el curso que vine seguimos juntos

Y hablando de otra cosa; ¿qué tal lleváis esa hora de libertad que os han dado para salir a la calle? ¡No es lo mismo! ¿Verdad? Salir sin poder hablar con nadie, ni poder jugar con tus amigos parece como si no fuera salir. Pero es lo que nos toca ahora, y tenemos que afrontarlo con responsabilidad, con el mejor de los ánimos y sacarle partido a esa hora. Cuando salgamos de esta, lo vamos a hacer siendo más fuertes y sabiendo valorar mucho más los pequeños detalles de la vida. Si no nos rendimos, vamos a aprender muchísimo de esta situación que nos ha tocado vivir. ¡Yo no me rindo!



Está hablando un padre con su hijo, el día previo a un examen, y le dice en tono severo:

- ¡Hijo, como suspendas este examen, olvídate de que yo soy tu padre!

Pasan dos días y, cuando se supone que ya le habrían tenido que dar la nota del control a su hijo, le pregunta:

- Hijo, ¿qué tal te fue en el examen?

- ¿Y tú quién eres? - le pregunta éste como si no lo conociera de nada.


¡Pues venga, que hoy, entre otras cosas, tenemos que hacer un examen!



Miércoles, 28 de abril


¡Buenos días familia! ¿Qué tal nos encontramos hoy?

No hace mucho tiempo, atracó un crucero cerca de las playas de Motril. Y esto, lo aprovechó un campesino para vender las patatas que acababa de recoger, a buen precio. Se acercó remando con su barca al transatlántico y preguntó a voces a los pasajeros:

- ¿Queréis papas? ¿Queréis papas? ¿Que si queréis papas?

Los del barco no le hicieron ni caso. ¿Cómo se atrevía alguien ir a venderles patatas, si ellos iban en un crucero de lujo donde tenían hasta gloria bendita? Los pasajeros, a la suya. Y el hombre regresó a la costa con su barca.

Por la noche se desató una tormenta y se fue toda la luz del crucero; así que, estaban a oscuras. Cuando de pronto, apareció otra vez aquel hombre en su barca preguntando otra vez a gritos:

- ¿Queréis veelas? ¿Queréis veelas?

A lo que todo el pasaje respondió:

- ¡Sí, sí, queremos velas, véndenos velas!

- ¡Que si queréis "vee" las papas!


 En Calahonda, cerca de Motril, fue donde yo estuve trabajando durante cinco veranos de camarero, desde mis catorce años hasta los diecinueve. Si queréis que os diga un secreto, aquello para mí era como unas vacaciones, después de haber estado trabajando en el campo desde mi más tierna infancia.

 Aquel trabajo estaba muy bien pagado, no como el del campo. Aunque de ese dinero, yo no veía jamás nada, ya que el sueldo iba íntegro a mis padres para ayudar en los gastos de la casa. Yo me tenía que conformar con lo que sacaba de las propinas, a base de ganarte a los clientes. Pero era más que suficiente para tener durante todo el año algo de dinerillo para los gastos de cualquier joven de entonces.

 A pesar de las más de diez horas diarias de trabajo, los siete días de la semana, aquello eran unas vacaciones de verdad. Entre montar las mesas, dar las tres comidas, recoger y volver a montar para la siguiente comida, me quedaba algún tiempo libre que aprovechaba para hacer vida como cualquier turista: bañarme y disfrutar de la playa, pasear por las noches e ir a la discoteca de "Los Sueños", que se encontraba a un par de kilómetros de allí, y leer todo lo que caía en mis manos; ¡con lo que me gusta!

Recuerdo a un cliente que, después del desayuno, le gustaba quedarse sentado, hasta que empezábamos a recogerlo todo en el comedor leyendo su libro embobado. Un día, me pilló mirándolo de una forma muy interesada y me preguntó:

- ¿Te gusta leer?

- ¡Sí, mucho! ¡Me encanta la lectura!

 Al día siguiente, esperó a que terminara de trabajar y, me regaló dos libros. ¡Me hizo tan feliz! Jamás nadie me había regalado un libro y, de pronto, tenía dos para empezar mi propia biblioteca. Todos los veranos volvía por el hotel "Las Palmeras", y me preguntaba que cómo me había ido con los estudios en ese curso. Al decirle que muy bien, me regalaba una bolsa llena de libros, y yo le mostraba mi gratitud con una amplia sonrisa.

 También en mis ratos libres formaba parte de una rondalla que habíamos montado entre los trabajadores del hotel (era uno de los motivos por los que habíamos coincidido juntos allí algunos camareros y cocineros), y algunas noches salíamos a dar serenatas y a tocar por los chiringuitos; por lo que siempre nos salían gratis las bebidas que tomábamos y conseguíamos, a veces, algún dinerillo extra.

Fueron unos veranos fantásticos, de los que te marcan. Conocí a muchísima gente, de todo tipo; aprendí muchísimo, de todo y de todos, y tuve unas experiencias inolvidables que, en parte, han condicionado mi forma de ser, de sentir y de entender la vida. 

Por eso, ahora comprenderéis lo que os había dicho al principio; que aunque estuviera trabajando, para mí aquello era durante tres meses, como unas vacaciones de niño rico.

¡Qué durísimo era el trabajo en el campo, qué mal pagado estaba y qué suerte tuve de que mi hermano Eustaquio me hubiera metido en el mundo de la hostelería para abrir mi mente a nuevas experiencias!


 Y ahora, vamos a trabajar nosotros. Quiero que lo hagáis con gusto, no como una obligación. Esta es la mejor manera que tenemos de sacarle el máximo partido a las actividades que realizamos todos los días. Algún día comprobaréis que es muy entretenido y muy útil aprender de todo.


¡Vamos a por el miércoles, familia!



Jueves, 30 de abril


¡Buenos días, familia! ¿Qué tal estamos hoy?

Como estas vacaciones no me he podido ir de viaje, y sé que algún lector de mi otro blog me estará echando de menos, he decidido publicar, en el de los viajes, un diario de esta cuarentena, que ya se está alargando un poco. Y como un diario es, precisamente, lo que estoy haciendo con vosotros, me ha parecido buena idea plasmarlo en un viaje por la mente en el que vosotros sois mis acompañantes.

Recomiendo que os lo leáis porque en este texto no aparecen ni actividades, ni vídeos ni controles. Y, además, está contado cronológicamente; desde el primer día hasta el último, que es como nuestro cerebro entiende mejor una narración. Está sin acabar, porque hasta que no termine el confinamiento, pienso seguir escribiendo. Si os apetece leerlo en este formato veréis como ha sido la evolución que han tenido las primeras frases de ánimo que os daba al principio hasta convertirse en auténticos textos.


Sé que a vosotros, ahora mismo, no os interesan las catedrales. Es más, casi cualquier monumento pasaría desapercibido ante vuestra vista, pero algún día, cuando viajéis, os acordaréis de mí y de las clases de sociales donde aparecían este tipo de construcciones. Si leéis alguno de mis viajes culturales, os daréis cuenta de que una catedral siempre aparece en ellos, así como muchísimas iglesias, basílicas y otros templos. Me encanta aprender la historia de las ciudades del mundo por las que paso, y en todas hay un factor común relacionado con construcciones defensivas, palacios y edificios religiosos. Por este motivo, se convierten en objetivo prioritario en todos mis viajes.

 No a todo el mundo le gusta viajar ni ir de vacaciones, porque eso significa salir de tu rutina y tenerte que enfrentar a situaciones nuevas que, por miedo o por cualquier otro motivo, no  te apetece afrontar. Pues a mí, me pasa lo contrario; me encanta sentir esas cosquillas en la barriga antes y durante los viajes: hacen que me sienta vivo. Aparte, de que son una experiencia única de preparar y llevar a cabo algo a fondo y, después, escribirlo para que quede plasmado para siempre, no en la memoria sino, en un escrito, que sabes que jamás se borrará.

¡Cómo me arrepiento de no haber hecho esto desde el principio!

La idea de hacer un blog de viajes surgió cuando alguien me preguntó que si había estado en Bélgica para que le hablara algo del país. ¡Claro que había estado! Pero apenas recordaba nada que no estuviera en las fotos del viaje. Yo no sé cómo funciona la memoria, pero de lo que sí estoy seguro es de que hay miles de datos que desaparecen de ella como no los retengas en ese momento.

Un día en clase os recomendé que llevarais un diario de vuestra infancia y así, cuando seáis mayores, sabréis cómo actuar en situaciones que se os van a presentar en la vida con respecto a la educación de vuestros hijos. ¡No podemos olvidar nuestra propia historia!

Si escribimos lo que hacemos y lo que pensamos, eso quedará ahí para siempre como testigo de lo que nos ocurrió en ese momento y de cómo nos sentimos entonces. Y nos servirá para conocernos a nosotros mismos, a lo que realmente somos; no, a cómo nos ven los demás.


- Profe... ¡el chiste!

- Gracias por recordármelo. No, si un día con tanto rollo se me va a olvidar. Y sé que algunos me leéis solo por el chiste. Lo demás que escribo, casi ni os interesa.


El marido que vuelve eufórico a su casa y le dice a su mujer:

- ¡María, María, que nos ha tocado un viaje a Túnez!

- ¡Y, para qué queremos nosotros tanto pescado!


("Atunez" es como, los andaluces, decimos el nombre en plural de ese pescado. Viaje, que puede ser sinónimo de muchos). ¡Así no vale! ¡Tenéis que intentar pillar el chiste a la primera!

Muchos chistes son juegos de palabras en los que se da una situación extraña. Sabéis que me encanta la lengua y la literatura; y yo pienso que la mejor forma de que aprendáis es con ejemplos. Ese es el motivo de meter un chiste cada día; haceros reír y poner a prueba vuestro nivel de comprensión escrita, en este caso en el que no nos dejan vernos ni escucharnos. Los chistes, de verdad, hay que contarlos con la otra persona delante, ya que los tonos de voz y los gestos ayudan mucho en su comprensión. Para mí, los chistes son una de las mejores herramientas que tiene un profesor de lengua.


Y hablando de esa asignatura, hoy vamos a volver a hacer la lectura de la noticia. Os voy a perdonar las actividades por escrito. Solo quiero que las hagáis de forma oral; mentalmente. Porque si en algo estamos trabajando, cada día con esta lectura introductoria o motivadora, es en la comprensión escrita.


Mañana es día de fiesta:1 de mayo, Día Internacional del Trabajador y hay que respetarlo sin trabajar. Aunque, bien pensado, debería ser al revés. Vamos a tener tres días de descanso. Así que os dejo tranquilos hasta el lunes, y os deseo que disfrutéis todo lo que podáis.



¡Venga, vamos a por el último día de la semana!



Lunes, 4 de mayo


¿Qué tal os ha dio en el puente? ¡Buenos días, familia!


Hay veces que no nos fijamos en el significado de las palabras, a no ser que nos choque algo de ellas, y con puente nos ocurre eso. Porque según la definición de esta palabra en el diccionario; puente, quiere decir un tipo de construcción que sirve para salvar un accidente geográfico como un río, un cañón, un valle, una vía férrea o cualquier obstáculo físico. Pero hoy éste no es el caso. Al haberos saludado con cómo os ha ido el puente, observamos que me estoy refiriendo a otro tipo de significado. Un puente también puede ser: periodo de días de fiesta o vacaciones que se forman al unir un día festivo con otro, o con un fin de semana. Y de esto, es lo  que se trataba en este saludo.

A mí me encanta pensar en el significado de las palabras e intentar descubrir su origen. Me imagino que esta palabra vendrá de los puentes que unían las ciudades o pueblos en la antigüedad, y que fueron las primeras construcciones que se hicieron para poder pasar de unos lugares a otros (o no dejar hacerlo en caso de necesidad). Pues creo que ahí está su verdadero origen: algo que está para unir. En este caso, unos días sin trabajo con los que sí hay que hacerlo.

Cada ciudad cercana a un río intenta presumir de esta obra de ingeniería, y te encuentras a lo largo de la geografía verdaderas maravillas de puentes, de todas las épocas y estilos. Es otra de las atracciones que no os debéis perder cuando viajéis haciendo turismo cultural. Por cierto, en la actualidad, uno de los mejores arquitectos e ingenieros del mundo, en este campo, es Santiago Calatrava. Arquitecto muy controvertido, pero que ha dejado su sello en este tipo de construcciones en algunas de las ciudades más importantes a nivel nacional e internacional: Sevilla, Mérida, Valencia. Berlín, Venecia, París, Dublín, Dallas, Atenas, Jerusalén... Estos puentes de Calatrava son famosos y únicos en el mundo entero.


¡A la vejez, viruelas!

Casi estoy a punto de cumplir los cincuenta y nueve años, y a estas alturas de mi vida es cuando estoy aprendiendo a escribir. Pero, ¿sabéis por qué lo estoy haciendo? Pues, ¡por necesidad!

Con esta anécdota que os voy a contar lo entenderéis mejor. El instituto donde trabajaba era bilingüe, y nos obligaron a profundizar en el aprendizaje del inglés. Aparte de acudir durante tres años a la escuela de idiomas, una vez por semana, una profesora nativa venía a nuestro centro a trabajar con nosotros la comprensión y expresión oral. Hablaba un inglés y un castellano perfectos. Pero a mí me chocó bastante un par de detalles; que fuera tan rubia y que se llamara Irina. Un día, le pregunté que de dónde procedía y, al contestarme que era rusa, le hice el siguiente comentario: "¿Por qué las personas del norte de Europa, os resulta tan fácil aprender idiomas?". Ella me miró muy extrañada y me dijo:

- No, no es más fácil para nosotros; lo hacemos por necesidad.

Aquella repuesta me dejó helado y, aunque creía haberla comprendido, ahora es cuando me doy cuenta de lo que realmente quería decir. No hay nada como la necesidad, para aprender a hacer algo.

La necesidad de hablar con vosotros por escrito, es lo que está haciendo que cada día aprenda algo más del difícil arte de la escritura. Al igual, que la necesidad de recordar mis viajes, me hizo iniciar el blog de los viajes de Fabi y Carmelo. Hay veces que las necesidades nos vienen impuestas desde fuera y no las consideramos como tales. Pero si alguna vez queréis aprender algo, yo os recomiendo que creéis la necesidad vosotros mismos si, de verdad, estáis interesados en hacerlo.

Hay muchas personas a las que les encanta encontrar los errores que cometemos al hablar y, mucho más, al escribir. Por eso tengo que tener mucho cuidado a la la hora de expresarme, sobre todo cuando lo hago por escrito, ya que de esto sí que queda constancia y se puede leer una y otra vez hasta encontrar algún fallo. Todos somos humanos y, por tanto somos, imperfectos; no dejéis que estas críticas os afecten mucho, porque a esas personas solo les interesan los errores que podáis cometer, y no se fijan en la cantidad de virtudes que podáis tener. Rodeaos, siempre que podáis, de personas positivas que sepan ver vuestra valía; las otras solo saben criticar por criticar y nos nos aportan nada que nos sirva para aprender a ser mejores cada día.

Como consejo, os dejo éste hoy: "Cuida mucho tu forma de hablar, de escribir y no olvides ser coherente con lo que piensas, con lo que dices y con lo que haces, porque esta es una virtud que  van a valorar mucho las personas de nuestro alrededor".

¡Vale, os recuerdo qué es la coherencia! En este caso, significa que alguien hace exactamente lo que piensa o lo que dice. Yo no puedo decir que soy muy madrugador, cuando todos los días me levanto a las once; esto sería incoherente.


¡Anda, vámonos al chiste! Sabéis que cuando me decís que esto es un lío, yo rápidamente os corrijo y os digo que en España no hay líos, que aquí los llamamos "ríos". Que los "líos" están en China. Pues hoy os voy a contar un chiste de dos chinos que, como no saben pronunciar la erre del español, tienen un malentendido:

- El "otlo" día me "complé" un coche nuevo.

- ¿Ah, sí?

- Sí, "mila". Es ese de ahí.

- ¿Y qué "malca" es?

- Un Alfa.

- ¿"Lomeo"?

- ¡Como lo mees, te "lompo" el cuello "pol" cochino!


¡Vamos, que se nos echa la mañana encima!


¡Me cago en los tontos como yo!

El sábado me enteré de que hoy lunes, cuatro, no es lectivo en educación; es decir, que no tenemos clase. Pero, yo me despedí de vosotros hasta el lunes, y no sería coherente por mi parte que abrierais el blog hoy y no os encontrarais nada en él. Son unos tiempos tan raros estos del confinamiento, que ya no sabe uno ni en el día en que vive.

Ahora recuerdo que este puente lo tenía marcado en el calendario para ir a ver a mi nieta a Barcelona, y esto sí que me ha jodido no poder hacerlo. Bueno, ya vendrán tiempos mejores.


Pues ya que estamos... ¿qué os parece si hacemos el control de sociales y nos lo quitamos de en medio?

Pero antes, te vendrá muy bien de repaso corregir las actividades finales que os pedí el jueves:



Martes, 5 de mayo


¡Buenos días familia! ¿Qué tal nos encontramos?


¡Venga, hoy sí que es día laborable, y nos toca trabajar!


La primera vez que mi padre me dejó el coche para conducir solo, me ocurrió algo digno de contar:

Iba yo nervioso perdido, con mi carné recién sacado y mi "L" reluciente en el cristal trasero del vehículo, con mil ojos puestos en la carretera para no atropellar a nadie, no rozar con nada y pendiente de las señales de tráfico, cuando llegué a un semáforo que estaba cambiando del verde al amarillo. Yo, por precaución paré, con lo que conseguí que más de uno me pitara por no haber pasado; ya que el amarillo era un aviso de precaución, pero que te permitía continuar. Se puso el semáforo rojo unos segundos después, y ya esperé a que cambiara de color. Sí, había escuchado la pitada perfectamente, por lo que me puse aún más nervioso e intenté no cometer ningún error más que entorpeciera más el tráfico. Ya pasó del rojo al amarillo de nuevo, y yo me preparé para salir en cuanto viera el color verde. Pero con los nervios, justo cuando cambió, se me caló el coche. Otra vez el piterío, y yo cada vez más nervioso. Tanto que, no conseguí arrancarlo y hasta dio lugar a que el semáforo otra vez cambiara del verde al amarillo y de este, al rojo. Yo solo pensaba en que me tragara la tierra. El conductor que había detrás mía, sacó la cabeza por la ventanilla de su coche y en voz alta me dijo:

- ¡Qué pasa, que no te gusta ningún color o qué!

Si lo habéis entendido, seguro que os ha hecho gracia; pues maldita la que me hizo a mí. Esto se podría definir cómo es la "malafollá granaina". El conductor me lo podía haber dicho de mil formas distintas, haberse puesto en mi lugar y pensar que era un conductor novato y que estaba nervioso. Pero no, un granadino auténtico te lo suelta de esa manera. Vamos a ver si comprendemos mejor lo que significa esta expresión tan granadina. 


He tomado prestados estos versos y esta explicación de la palabra, a modo de ejemplos, para ver si así la entendemos mejor:

Parece mentira
pero es verdad
que pa un granaíno
to está mal
Da igual lo que sea
cuantas veces lo diga
que si el granaíno quiere
a to lo maldiga
Pa eso tenemos nombre
si atención prestan
el mismo tiene guasa
porque es una maldad
Que viene que ni pintá
pa explicar la razón
de por qué en Graná
tenemos malafollá
Porque esa es la palabra
la misma que viste y calza
que significa lo que crees
y todo el mundo la malgasta
Porque un granaíno
la tiene más que merecía
si por cualquier chuminá
se enfada una barbaridad.


Es curioso y, aunque es difícil de explicar, todos conocemos a personas que tienen mucha malafollá.

Según el escritor granadino José Ladrón de Guevara, el origen de esta palabra viene de los fuelles de los herreros del Sacromonte.

Parece que en el barrio granadino del Sacromonte proliferaba el oficio de herrero. El aprendiz, con el fuelle, se encargaba de soplar las ascuas, pero era complicado mantener al joven concentrado en el trabajo de follar (soplar) las ascuas, y estas iban perdiendo viveza poco a poco. El resultado era que el fuego no se mantenía incandescente y el forjado no era perfecto. Así que el maestro herrero le gritaba al aprendiz: ¡“niño, estás follando mal, qué mala follá tienes! El niño ese que no venga más, que tiene muy mala follá”. Y así es como surge este término tan granaíno, que se refiere a tener mal aire.

Pues no, tampoco "malafollá" es ninguna palabrota.


¡A otra cosa, mariposa!

Me comunican desde el equipo directivo que debo tener un control de los alumnos que están  entrando en el blog. Yo sé que la gran mayoría de vosotros lo estáis haciendo, pero no me queda más remedio que, aunque sea molestando un poco a vuestros padres, pediros por favor que me digáis si estáis entrando. Me lo podéis comunicar por medio del correo que os facilité el otro día: carmelomelgarejo@gmail.com  O si os resulta más cómodo, me enviáis un wasap a este número 622617931. Y, ya de paso, podéis preguntarme las dudas que tengáis, o hacer algún comentario. Que no se os olvide poner vuestro nombre. ¡Gracias!



¡Vamos, que nos ponemos ya a funcionar, aunque sea con malafollá!



Miércoles, 6 de mayo


¡Buenos días, familia! ¿Cómo estamos?


XXVIII. El cuento de Juan Pimiento.

¿Te apetece hoy que te cuente un cuento?
¡Pues ahí llevas el de Juan Pimiento!
Que fue a cagar, y se lo llevó el viento.

Érase de un niño muy despistado
que para ir a la escuela en su pueblo
tenía que recorrer toda la selva,
dándose golpes en todo momento.
Ese era el motivo de su nariz
que estaba tan roja como un pimiento.

Un día se encontró a un tigre de bengala
encerrado en una jaula pidiendo
que de la cárcel alguien le sacara.
Y fue el muy tonto de Juan Pimiento,
sin dos veces pensarlo y le abrió.
Se abalanzó hacia él, el embustero,
sin cumplir para nada su palabra.

Pero cuando el tigre quiso comerlo,
¡qué grito no pegaría el muchacho!,
que hasta el animal se quedó muy quieto.

Decidieron preguntarle a los tres
animales que pasaran primero,
y que fueran estos, tras escuchar,
los que resolverían el entuerto.

Pasó un águila por allí volando,
y tras estar, un buen rato, pensando
de cómo la trataban los humanos
dijo al tigre que debería hacerlo.

Un mono que andaba por allí cerca
escuchó y sentenció, a Juan Pimiento
ya que él también opinaba lo mismo,
y al tigre le recomendó comérselo.

Con un gesto de triunfo el gran felino
para Juan se tiró:¡iban dos cero!
abalanzándose sobre el muchacho,
relamiéndose con mucho deseo.

De una voz, Juan Pimiento, lo detuvo
esperando a que llegara el tercero.
Cuando apareció un despistado lobo
que simulaba no entender los hechos.

Para explicárselo mejor, el tigre
se metió y cerró la jaula de nuevo.
Y allí quedó para siempre enjaulado
por incumplir su palabra, por trolero.


Una buena lección les dio a los dos:
por su verde inocencia a Juan Pimiento
y al tigre, por quebrantar el acuerdo.
¡Y como lo aprendí; yo te lo cuento!

¿Te ha gustado lo que cuenta el cuento?


Os prometí un día en clase que os contaría el cuento de Juan Pimiento. Y lo que he hecho, es una adaptación en verso del mismo. Esta es una narración de origen hindú (de la India) que le ocurrió a un niño tan despistado, que al atravesar la selva todos los días para ir en la escuela, se iba dando porrazos en la nariz hasta tenerla colorada, y de lo que le pasó un día en que liberó a un tigre de bengala que había caído en una trampa, y que a punto estuvo de costarle la vida.

Me ha costado hacer esta adaptación del cuento, mucho más de lo que os pensáis. Al menos me he tirado diez días trabajando en él. Solo espero que os haya gustado.


Ayer volvía a salir con la bici, después de casi dos meses sin hacerlo, y lo que vi, me dejó impresionado: cientos de personas, por no decir miles y que me tilden de exagerado, por los caminos de Gójar. La verdad es que, aunque en un principio me resultaba molesto ir esquivando a personas, niños y perros desarbolados, el espectáculo de ver a tanto ser viviente por los campos, me gustó muchísimo.

"No hay mal, que por bien no venga". Como os dije los primeros días, esta situación podría servir para aprender muchas cosas, que no estábamos haciendo bien. Y esta, puede ser una de ellas. Debemos de dejar nuestra vida tan sedentaria y disfrutar un poco más del contacto con la naturaleza. No, si verás tú que, cuando esto termine, va a haber miles de aficionados al senderismo y a las actividades al aire libre. Y los caminos del pueblo se van a convertir en la "la Gran Vía".

Por fin estamos comprobando que parte de nuestra libertad, está en poder salir de casa, alejarnos de las cuatro paredes que son nuestro refugio, pero que ya se estaban convirtiendo en nuestra cárcel. Si me permitís que os dé un consejo: intentad aprender algo de la situación tan extraña que nos ha tocado vivir y, cuando esto termine, no olvidéis lo importante que es disponer de libertad para hacer estas pequeñas cosas, que hemos echado tanto de menos. 


Bueno, familia, ¿nos ponemos ya a trabajar?


¡Casi hoy se me olvida y no os cuento el chiste!


Dos vehículos chocan y salen los dos conductores a comprobar los daños del coche e interesarse por la salud del otro.

- ¿Cómo se encuentra?

- Yo, bien ¿y usted?

- ¡Hombre, el susto... !

- Pues mire, yo tengo el mejor remedio para esto, ¿quiere un poco?- y mientras está hablando, saca un botellín de wiski del abrigo y se lo ofrece al otro conductor.

- Hombre, pues muchas gracias. Me va a sentar genial.

Tras darle un largo trago se la devuelve, y observa que el otro se la guarda en el bolsillo sin probarlo.

- Oiga, y... ¿usted no va a beber?

- ¡Qué va! Yo no voy a probar ni una gota de alcohol hasta que no haya venido la policía.



Jueves, 7 de mayo


¡Buenos días, familia! ¿Qué, cómo sigue la cosa?


Retomando la conversación de ayer sobre las caminatas y el deporte en el exterior, hoy os voy a hablar, otra vez, de mí y de mis experiencias con este tipo de actividades. Recuerdo cuando hace treinta años, solo algunos tipos raros (como yo) salíamos a hacer deporte, o a despejar nuestra mente por los caminos de Gójar. La gente te miraba extrañada cuando lo hacías, pero a mí no me importaba mucho lo que dijeran o lo que pensaran de mí.

Salir a caminar por el campo o por la montaña, me hacía sentirme mucho mejor tanto física como mentalmente. Era el mejor momento para huir de la rutina y de ponerte en contacto con la naturaleza y contigo mismo. La mayoría de las veces lo hacía solo, pero fui poco a poco conociendo a gente que sentía las mismas aficiones que yo, y ya me atreví con la alta montaña. 

Las cumbres de Sierra Nevada son de otro nivel; eran palabras mayores. La primera vez que hice noche tres días seguidos en la Sierra para conocer algunos de sus picos (mi primer Mulhacén) y algunas lagunas, me puse muy nervioso y apenas pegué ojo la noche anterior. Al final todo salió bien y volví como una satisfacción infinita, En Sierra Nevada aprendí a convivir con otras personas y a conocer los límites de esfuerzo y de sufrimiento que tenía mi cuerpo. La montaña te une mucho a tus compañeros de fatigas y, te hace conocer lo mejor y lo peor de ti. Siempre recordaré aquel día, que íbamos escasos de agua, cuando bajamos del Puntal de la Caldera a Güéjar Sierra y, mi hijo me dijo que él no bebería agua hasta que no lo hiciera yo primero. Aquello me llegó muy hondo, y me di cuenta de que tenía un hijo que iba a llegar a ser una gran persona.


He pasado cientos de días en nuestra Sierra Nevada, conociéndola palmo a palmo, de cumbre en cumbre, de laguna en laguna, y siempre he ido acompañado por personas muy importantes para mí: empezando por mis hijos, mi esposa, mis familiares y mis amigos (que a la larga se han convertido en mis mejores colegas).

También utilizaba las caminatas para resolver pequeños conflictos que se pudieran producir en mi entorno social y familiar, o si, simplemente, tenía que hablar de algún tema importante con mis hijos o con alguien en particular. Los invitaba a que me acompañaran en alguna de mis andanzas, y dejaba que fueran fluyendo solas las conversaciones. Ellos ya sabían que, si les pedía que me acompañaran en uno de esos paseos (fuera de lugar), era para hablar de algún tema. Casi siempre daba resultado y acabábamos por resolver el conflicto o, servía para que me escucharan con atención y dieran su opinión al respecto.

Por eso os decía ayer, que ojalá la gente se dé cuenta de que esta forma de ocupar parte del tiempo libre es muy beneficiosa, y los invito a que sigan practicándola una vez pasado esto.


No me queda más remedio que hacer unas cuantas aclaraciones con respecto a las clases, los deberes y a la evaluación, o forma de controlar vuestro trabajo.

Recibí una comunicación, aunque no la he leído hasta hoy porque estoy muy liado haciendo esto, por parte de la madre delegada del curso en "Ipasen", preguntando por cómo iba a hacer el seguimiento de las tareas de los alumnos; ya que en otros cursos lo están haciendo de forma semanal. Creía que lo había dejado claro el martes, 28 de abril, pero como parece que no ha sido así, vuelvo a explicarlo:

Estamos en una situación inusual, tanto para vosotros como para mí, y tuve que tomar la decisión de si os mandaba actividades y os pedía que vosotros me las enviarais por algún medio (bueno, más bien a vuestros padres, que como os dije; ya tienen bastante con lo que les ha caído encima), o me centraba en que las hicierais sin esa obligación, solo por el placer de disfrutar aprendiendo. Al final, sabéis que opté por la segunda, y para ello estoy trabajando muchísimo, porque quiero que lo que os llegue, sea más cercano y, además, os dé ánimos para continuar haciéndolo.

No, no os pienso poner controles para evaluaros, ni quiero que me enviéis nada; ya que todos los días os pongo la solución a las actividades del día anterior para que, vosotros mismos, os las podáis corregir. Mi objetivo es que os hagáis responsables de vuestras obligaciones, y que aprendáis de una forma autónoma de la manera más amena posible, sin que os preocupéis mucho por las notas.

Tengo suficiente información vuestra como para poneros una calificación, que tampoco es que sea tan importante para mí y, además, tengo otro curso por delante en el que estaremos otra vez juntos y, ahí, ya sí que os podré evaluar de una forma mucho más objetiva. 

Lo único que os voy a pedir es que me hagáis llegar que estáis trabajando. Por eso os di mi correo y mi número de teléfono, para poder enterarme de quién lo hace o no. Por cierto, aún me faltan bastantes alumnos de los que aún no tengo señales de vida, y os pido por favor este pequeño esfuerzo de decirme que sí que estáis participando.

El trabajo, que habéis hecho, lo comprobaré cuando volvamos a clase (yo pensaba que lo haríamos en junio) y me entreguéis los cuadernos. Mientras tanto, confío en vosotros y en vuestra responsabilidad.

Al final puede que os mande, solo por cubrir el expediente, algunas tareas para que me las enviéis por correo electrónico y poder puntuarlas. Pero lo dicho: solo pretendo que estéis disfrutando de esta forma de dar clases, y que lo aprovechéis aprendiendo todo lo que podáis, sin tanta presión como pueda haber en las clases normales.


La profesora de matemáticas, muy enfadada, les dice a sus alumnos:

- ¡Para mañana quiero que me traigáis resueltos todos los problemas del tema de fracciones, de decimales y de porcentajes! ¿Entendido? ¡Los quiero todos!

- ¡Pobre mamá! - susurra una niña al fondo.


¡Vamos a por el jueves, que ya se acerca el fin de semana!



Viernes, 8 de mayo


¡Buenos días, familia! ¡Que sí, que ya es viernes otra vez!

¿Os habéis fijado en cómo vuela el tiempo? Pues no, el tiempo no vuela; los que volamos somos nosotros. Entendiendo volar, como pasar algo muy rápido.

- ¡Vuela y me traes...!- decía mi madre.

Y yo, como alma que se lleva el diablo, iba a toda prisa a cumplir sus órdenes, porque si no lo hacía, sabía la que me podía caer encima. Esta forma de pedir las cosas he seguido utilizándola yo con mis hijos y, aunque no da el mismo resultado que cuando lo hacía mi madre, la mayoría de las veces consigo que me obedezcan. Lo que ya no tengo tan claro es que ellos la vayan a utilizar con los suyos. Hoy está mal visto ordenar a los hijos que hagan algo y, menos, obligarlos a que lo realicen de forma rápida. No sé si actualmente no nos estamos equivocando, pero yo os digo que a mi madre la he querido, la he respetado y la he apreciado siempre, así que, no me educó muy mal que digamos.

Tenemos que saber combinar a la perfección las órdenes con las palabras de reconocimiento (para que estas sirvan de refuerzo) y expresar al mismo tiempo nuestros sentimientos, que se note que también somos humanos.


Otra vez ha salido el tiempo, y otra vez no me queda más remedio que hablaros de nuestro buen amigo Machado, y de una de sus obsesiones: el paso del tiempo. Mirad qué bien se nota esto en las siguientes estrofas sacadas del poema: "Meditaciones rurales".

Clarea
el reloj arrinconado
y su tic-tac, olvidado,
por repetido, golpea.
Tic-tic, tic-tic… Ya te he oído.
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.

Pero ¿tu hora es la mía?
¿Tu tiempo, reloj, el mío?
(Tic-tic, tic…) Era un día
(Tic-tic, tic-tic) que pasó,
y lo que yo más quería

la muerte se lo llevó.


¡Qué buen ejemplo de onomatopeyas (tic- tac, tic-tic) hay dentro del poema, y fijaos cómo, a través del reloj, va mostrando el paso del tiempo! Lo que os decía; Don Antonio, es un maestro.

Antonio Machado, es el no va más en el género poético. Supo mezclar a la perfección lo mejor de la poesía del Siglo de Oro: la belleza de las palabras en su expresión, y transmitir claramente las ideas que rondaban su mente. Manejó el romanticismo y su pensamiento profundo, tuvo su época modernista, y siempre se preocupó para que en sus poemas se notaran de forma clara los sentimientos que le despertaba aquella España venida a menos. Por eso a aquella generación se le llamó la del 98 (1898), año en que nuestro país pierde las últimas colonias que aún le quedaban allende en los mares (Cuba y las Islas Filipinas). También fue el año de nacimiento de nuestro paisano: Federico García Lorca.

Al igual que os dije que para mí Cervantes es el mejor novelista que ha dado la historia de la literatura universal; Antonio Machado, pienso, que es el mejor en el género lírico (poesía). No me canso jamás de leerlo y releerlo. ¡Nos queda aún tanto que aprender de su lectura!Si algún día podéis,  hoy que vamos a estudiar en el apartado de literatura LOS ROMANCES, leeos el de : La tierra de Alvargonzález. Sé que os va a encantar: La tierra de Alvargonzález y la laguna Negra. (historia del poema), y aquí, os lo dejo en verso.


Pues sí, sigo levantándome todos los días de la semana antes de las cinco de la mañana (el récord lo tengo un día que me puse a trabajar a las tres). Necesito volver a redactar de nuevo el texto, que ahora veo y leo con vuestros ojos de alumno, no con los míos de profesor. Esto es lo que me ocupa tantísimo tiempo, porque debo hacerlo muy concentrado y que nada ni nadie me moleste. De ahí los madrugones que me pego para que cuando vosotros lo leáis, ya haya pasado todos los controles por mi parte.

Después de haberlo dejado reposar una noche, y tras la presión que me meto a mí mismo por haberlo tenido publicado, durante algún tiempo, con algunas imprecisiones; es la hora de hacer algo definitivo y que me podáis evaluar vosotros a mí (solo espero, no estar sacando muy mala nota). Y ya me pongo a fabricar el texto que leeréis vosotros mañana.


Ya sé por qué estoy engordando. Es por el champú. Hoy me he dado cuenta de que en la etiqueta dice: "Para dar cuerpo y volumen". A partir de mañana, me voy a lavar con el jabón del lavavajillas, ya en este que pone bien clarito en su etiqueta: "Disuelve hasta la grasa más difícil".


*Me piden algunos profesores que os recuerde que tenéis que entrar en sus respectivos blogs, y que hagáis las actividades que os proponen. No lo olvidéis.


¡Vamos a por el último día de la semana!



 Lunes, 11 de mayo


¡Buenos días familia! ¿Qué tal el fin de semana?


Vamos a empezar como cada día con la lectura de este texto, para que nos sirva de calentamiento (que ahora los profes modernos le llaman con el término inglés "warm up"). Espero que os esté gustando esta forma de comenzar y al mismo tiempo os esté sirviendo para animaros a trabajar.

He conocido a miles de maestros y maestras a lo largo de mi vida profesional, algunos excepcionales, y he ido copiando o adaptando todo lo que me han enseñado para poder convertirme cada día en un mejor maestro.

En mi primer destino tuve muchísima suerte, a pesar del miedo que me entró cuando me mandaron a una cortijada perdida en la campiña sevillana, más solico que la una. Habría para escribir un libro de todo lo que me aconteció allí, y, sobre todo, de lo que aprendí ese año (que nada tenía que ver con lo que me habían enseñado en la facultad).

Era un 8 de octubre de 1983, y estaba recién llegado de la mili, cuando me dieron una escuela unitaria en el Palomar: un conjunto de casas-cortijos diseminadas por el campo, y a más de diez kilómetros de la población más cercana.

Mi primer día de trabajo fue totalmente surrealista. Llegué a la escuela, tras pedir indicaciones a todo el mundo, y me encontré dos aulas solas en mitad del campo. Yo me puse a dar vueltas intentando averiguar dónde estaban los niños y dónde estaban las llaves de la puerta del recinto. Una mujer de un cortijo cercano, tras observarme largo rato, fue a mi encuentro a preguntarme si yo era el nuevo maestro de ese año, y me dio las llaves de la escuela. A continuación me comentó que yo tendría que avisarle a los niños si quería que vinieran a clase.

En un radio de unos cinco kilómetros fui de cortijo en cortijo tocando en las puertas, presentándome y avisando de que si tenían hijos en edad escolar, los mandaran al día siguiente a la escuela. Los que tenían, me decían que así lo harían, y los que no, me daban las indicaciones de otro cortijo donde podría haber familias con niños de esa edad. Y así me pasé toda la mañana recorriendo la aldea. Jamás hubiera imaginado que mi primer día de trabajo como maestro iba a consistir en ir a la busca y captura de los alumnos.

Al día siguiente se me presentaron en la escuela 23 alumnos con unos ojos muy grandes. Cada uno, de una edad: ocho de *párvulos (de cuatro y cinco años), nueve de primero de EGB, cuatro de segundo y dos de educación especial. Una verdadera locura para un maestro primerizo y con apenas material ni libros de texto. Tiré de todo lo que había aprendido en la carrera (Freinet, Montessori...) y me dispuse a enfrentarme a ese reto partiendo desde cero. Yo mismo les fabriqué un libro encuadernado en blanco, para que allí recogieran todo lo que aprendían; bien con dibujos, textos o poemas inventados por ellos. ¡Cómo me gustaría que alguno lo hubiera conservado y poder verlos de nuevo!

* Párvulos era el nombre que antes se le daba a la educación preescolar, que ahora nos ha dado por llamarle educación infantil.¡Pues a mí me sigue encantando esa forma de llamarle a los alumnos que aún no sabían ni leer ni escribir; PÁRVULOS!

Encontré vivienda en la localidad más cercana, Paradas: un pueblo de unos diez mil habitantes. Allí compartía piso con otros cuatro maestros tan novatos como yo. Pero ellos, al menos, habían tenido la suerte de que les tocara un colegio grande y que, además, funcionaba bastante bien. 

Desde el primer día me ha gustado llegar con mucho tiempo, de sobra, a la escuela y me iba casi una hora antes. Pero es que, además, iba recogiendo niños que vivían bastante alejados de las aulas (hasta ocho llevaba en el coche) y, luego, los traía de vuelta a sus casas.

Varios días, camino de la escuela, me llamó la atención ver a un maestro con sus alumnos cerca de un humedal en el que había una torre con un nido de cigüeñas en lo alto. Me picaba la curiosidad, y al encontrarme un día por el pueblo con este maestro, me interesé por lo que hacía con sus alumnos en aquel paraje. Aquel personaje tan curioso se llamaba Cobano (este era su apellido, su nombre era Manolo) y me hice muy amigo de él. Como a mí, acababan de destinarlo a esa localidad, su pueblo natal. Pero él venía de trabajar, durante algunos años, en los colegios más innovadores de Sevilla capital, y esas mismas técnicas que se utilizaban allí, quería ponerlas en práctica en su pueblo.

 Me contó que estaba trabajando en un proyecto con sus alumnos (un quinto especial, que él mismo había solicitado, donde se agrupaba a los peores alumnos en cuanto a comportamiento y a conocimientos). El objetivo del proyecto era el estudio de los humedales y la adaptación de las cigüeñas a ese entorno. Pero que él, lo hacía sacando la escuela al campo y con una enseñanza globalizada (ese método era muy revolucionario para aquella época). A partir de ese tema enseñaba, o más bien dejaba que los propios alumnos aprendieran: conocimiento del medio, lengua, matemáticas y educación artística. Cuando yo descubrí a este personaje tan peculiar, me convertí en una esponja, y quería pasar el mayor tiempo posible escuchándolo y aprendiendo del mejor maestro que había conocido en mi vida. Quedábamos todas las tardes, bien en su casa, en una cafetería o simplemente paseando, y se tiraba todo el rato hablándome de sus experiencias y de su forma de entender la educación. 

¡Me marcó para siempre, y se convirtió en mi mentor! Hoy quiero dedicarle y agradecerle en este diario todo el trabajo y tiempo que empleó conmigo en enseñarme los secretos de esta profesión. ¡Va por ti, COBANO; mi maestro!

Él fue el que me enseñó que hay que crecerse ante las adversidades y que con alegría, con ánimo, con imaginación y dedicación; nuestros alumnos aprenderían más, y mejor.

Por eso os decía al principio de este largo texto, que lo que me dio mucho miedo entonces, se convirtió en una suerte infinita, y en uno de mis mejores años de trabajo. Porque tanto mis alumnos como yo, disfrutamos y aprendimos de lo lindo.
  
Ese año fue también el de mi matrimonio con Fabi (diciembre del 83), por lo que se convirtió en mi compañera de fatigas y de alegrías. Cada día, por la tardes, me acompañaba a la escuela, y formamos un buen equipo educativo; ella se encargaba de los más pequeños mientras yo avanzaba con los mayores. 

¡Qué curiosa es la vida! Justo un año antes de jubilarme, y tras treinta y seis años de aquella experiencia tan difícil, pero tan enriquecedora, me he vuelto a encontrar un reto como el de aquel entonces. Y he tenido que reinventarme, pero qué mejor inspiración para hacerlo, que la que me dejó en herencia mi buen amigo: "El Cobano".


- Pero, ¿aún no te has levantado?- pregunta una madre a sus hijo.

- No mamá. ¡Es que no quiero ir a la escuela!

- Y eso, ¿por qué?

- Pues por varios motivos: uno porque tengo sueño, otro porque allí me aburro mucho y, por último, porque los niños se ríen de mí.

- ¿Sabes lo que te digo? ¡Pues que tienes que ir! Primero porque es tu obligación, segundo porque ya tienes cuarenta y cinco años y, tercero, porque eres el director.


Hoy en lengua solo os voy a pedir que escribáis vuestro primer romance. Como aprendimos el viernes, los romances son una serie ilimitada de versos (podéis hacer el número de ellos que queráis) de arte menor (mejor octosílabos) y que riman en asonante solo las vocales de la última palabra, sin tener en cuenta las consonantes, a partir de la vocal acentuada. La rima tiene que ir en los versos pares: 2, 4, 6...; quedando los impares sin rima. 


Ten en cuenta lo que hablamos de la métrica (medida de los versos) a principio de curso y los pasos que había que dar para medir un verso :

- Separar las palabras en sílabas.

- Buscar las sinalefas (unir dos sílabas siempre que se dé la circunstancia de que una palabra termine en vocal y la siguiente empiece también por vocal o h).  No he de ser yo...

- Fíjate bien en la última palabra de cada verso: a) si es llana, se deja como está, b) si es aguda, se le suma una sílaba más, c) si es esdrújula, se le resta una sílaba.

Te voy a dejar un ejemplo mío de un pequeño romance, que le he escrito a mi nieta, para que observes todo lo que os he explicado:

XXXV.  Mi niña marinera

¡Qué preciosa está mi niña, 
con gorra de marinero,
chapoteando en el agua
en ese mar de barreño!

Quiero traerte una barca
con su quilla y con sus remos,
que tú seas su almirante
y yo, tu humilde barquero.

Y surcaremos los mares
hasta horizontes de ensueño,
donde en un punto se encuentran
el agua del mar y el cielo.

Yo te enseñaré a nadar,
pero tú no tengas miedo,
que siempre estaré a tu lado
vigilante como abuelo.

Vamos a navegar, Iria,
escapemos de este fuego,
y que la brisa marina
nos preste su dulce fresco.

¡Ay cómo te gusta el agua
cómo te gusta a ti el suelo!
¡Y qué ganas de llevarte 
de la arena a mar adentro!


¡Venga, vamos a por el lunes!




Martes, 12 de mayo


¡Buenos días, familia! ¿Cómo seguimos?


Estaba el sargento pasando lista en la compañía y empezó a preguntar los nombres a los soldados:

- A ver, usted, ¿cómo se llama?

- Benito, mi sargento.

- ¿Y usted?

- Luisito, señor.

- ¿Cómo se llama usted?

- Mi sargento, Paquito.

El sargento cabreado grita que el próximo que le diga su nombre en diminutivo quedará arrestado durante una semana. Y detiene su mirada desafiante ante el siguiente recluta preguntando:

- ¡Dígame! ¿Cómo se llama usted?

- Agaputo, mi sargento, Agaputo.

(¡Si es que el pobre se llamaba Agapito!)


Acababa de hacer mi último examen en la universidad, éste para subir nota, y al cabo de dos días estaba rumbo a Madrid, en mi primer viaje en tren, para pasar quince meses de exilio en un cuartel militar.

Yo me lo tomé aquello como si de unas vacaciones se tratara, porque había pasado los últimos meses encerrado en una habitación para intentar sacar el diez en todas las asignaturas. Necesitaba dormir, darle un descanso a mi mente y... ¡vaya si lo conseguí!

Tenía cuatro años más que la gran mayoría de reclutas que me acompañaron en este periodo de mi vida, por lo que siempre me consideraron como su hermano mayor. Había que darle ejemplo de madurez a aquellos muchachos; ya que era la primera vez que se separaban de sus hogares, de sus seres queridos.

El servicio militar era obligatorio y solo podías incorporarte más tarde a él por motivo de estudios. Y, en aquella época, éramos pocos los que decidíamos seguir con la formación universitaria.

Mi vida había dado de pronto un giro brutal. Los dos primeros meses en el cuartel fueron de auténtica locura. Aquello era machacar al cuerpo físicamente de forma continua. Entre la instrucción y el deporte, durante tantas horas, caías rendido en la cama por la noche solo deseando descansar lo máximo posible para poder afrontar otro día al mismo ritmo. No te daba tiempo ni a pensar en nada. Es como si durante ese periodo le hubieran dado unas vacaciones a la mente.

Podría haberme evitado estos dos meses si me hubiera incorporado a la academia militar preparándome para alférez de complemento (casi como teniente), pero tendría que haber pasado dos veranos en la academia, y en mi casa se necesitaba dinero para subsistir, por lo que me los tiré trabajando de camarero. Sí, esto era un privilegio para los estudiantes universitarios; acceder directamente como un mando, no como un soldado raso al servicio militar. Este era el motivo de que yo fuera cuatro años mayor que mis compañeros de fatigas; los de mi edad eran todos mandos superiores.

Tras jurar bandera me destinaron desde el cuartel de reclutamiento hasta un cuartel militar, muy cerca de la capital de España, donde pasaría los otros trece meses restantes. El servicio militar era un tiempo desperdiciado de tu vida, donde solo aprendías a escaquearte; es decir a  pasar desapercibido, y a veces hasta escondido, para que no te mandaran nada. Allí todo el mundo te daba órdenes, desde el cabo hasta el general, y estabas asustado en todo momento.

Como no hay mal que por bien no venga, sí que hubo algo para lo que me sirvió aquella experiencia de verdad; conocer a gente de todos los rincones de España y compartir un año de mi vida con ellos aprendiendo de su forma de ser y de pensar. Aún recuerdo la noche en que a mi amigo el vasco, Zabala de Mardaras, se lo llevaron preso al calabozo por cantar en alto en euskera una canción y por decir pertenecer a Herri Batasuna. Habíamos estado toda la tarde bebiendo juntos en la cantina junto a los otros colegas. Mira que le advertí veces que allí era mejor no airear mucho tus tendencias políticas (supongo que sería por la falta de experiencia de aquel chaval lo que le hizo cometer ese error). Estuvo dos meses encerrado en el calabozo, los mismos que tardó en licenciarse más tarde que todos nosotros.

Aunque dormíamos y compartíamos espacio común más de cien soldados en la compañía, no con todos te relacionabas lo mismo, y se formaban muchos grupos de personas, algunos de ellos de la misma comunidad, yo decidí estar en un grupo en el que había gente de toda la geografía española, porque era mucho más enriquecedor.

Cuando mis superiores se dieron cuenta de que yo tenía estudios, me propusieron para ser cabo, y más tarde cabo primero. Saqué el número uno en las dos pruebas para ascender, y mis superiores querían que me presentara a sargento (para asegurarme un futuro). Entonces les dije que yo ya tenía mi futuro resuelto porque había sacado acceso directo en la carrera, y ya me esperaba mi incorporación al trabajo de maestro en cuanto aquello acabara.

No, no me gustaba mandar y, de hecho, aunque podría haber pedido a cualquier soldado que limpiara mi habitación o que me hiciera la cama todos los días, prefería hacerlo por mí mismo, y seguir siendo amigo de mis compañeros de siempre. Mandar algo también tenía sus ventajas, todo hay que decirlo.

Parece que estoy viendo a mi amigo Abel, el de la Galicia profunda, cuadrándose ante mí, y en primer tiempo de saludo, dirigirse a mí con: "¡A la orden de usted mi Primeru!". Y yo le bajaba la mano y le decía: "Pero Abel, que soy Carmelo, que yo soy el mismo". El pobre no lo entendía y ya siempre me vio como su superior.

No, para mí no fue una buena experiencia el servicio militar, y pasé momentos muy desagradables y miedo en aquel tiempo. Pero, como el otro día os decía; de todo me gusta quedarme con la parte positiva, guardo en mi mente algunos recuerdos inolvidables de las cosas buenas que me ocurrieron: el compañerismo, los reencuentros, conocer a personas de todo tipo, y momentos en los que sí que fui muy feliz.

Pues bueno, ya sabéis de donde viene esa tontería de: "¡Atenta compañía!"


Y ahora sí:"¡Atenta compañía! ¡Nos ponemos a trabajar; ARRRR!"


Miércoles, 13 de mayo


¡Buenos días, familia! ¿Cómo estamos hoy?


Decidme en serio, ¿qué os ha parecido el suspenso que hemos sacado en la Fase 0?

¡Pues yo, me he enfadado bastante!

No me parece justo que por culpa de otros, que no han respetado las instrucciones ni recomendaciones que nos habían dado, paguemos justos por pecadores. Yo desde el minuto cero he estado siguiendo todas y cada una de las recomendaciones dadas, porque sabía que si todos lo hacíamos bien; esto pasaría antes. Pero no, no todo el mundo ha actuado así, y nos vemos obligados a seguir en esta fases del confinamiento.

No soy partidario de los castigos colectivos. Por eso, cuando alguno de vosotros hace algo indebido en clase, en el recreo o fuera (en las salidas del centro); me tiro para él enfurecido e intento corregirlo en el acto. Los demás, no tenéis por qué sufrir una bronca por culpa de otro.

Uno de los pocos viajes en que no acompañé a mis alumnos, fue cuando se fueron de intercambio a Francia. Allí ocurrió algo terrible. El último día. pillaron a algunos robando perfume en un centro comercial, y la policía los detuvo. Costó sudor y lágrimas poder traerlos de vuelta a Cúllar Vega. Aquello montó un revuelo tremendo en todo el pueblo y, a petición de los padres del Consejo Escolar, se decidió suspender durante varios años los viajes de estudios. Esto afectaba a todos los alumnos del centro. Fue una lección para todos. Pero yo, en ese momento, me di cuenta que se estaba castigando también a bastantes alumnos que sí que merecían estas salidas. No, no es justo que, por la irresponsabilidad de algunos, tengan que pagar todos.

Además, cuando alguien no es responsable de sus actos, y ahora hablo de la escuela, rompe el clima agradable que pudiera haber en ese momento, y la situación se vuelve tensa, por lo que continuar con el trabajo resulta menos entretenido.

Voy a volver a la bronca de aquel día para deciros que muchos de vosotros cometisteis una irresponsabilidad. Había unas actividades mandadas desde hacía tres días y no fue muy responsable, que digamos, presentarse en clase con las mismas sin hacer. Si en alguna de las frases (que teníais que traducir) no sabíais la respuesta, tendríais que haber puesto en la libreta: "esta no sé hacerla". Entonces no habría ocurrido nada; yo me habría dado cuenta de que al menos lo habíais intentado y os veía el interés por aprender. Además, esto hubiera servido para que, tú mismo, cuando se corrigieran, prestaras más atención. Pero no, cuando estuve mirando libreta por libreta, lo me me encontré fue que todo, o casi todo, estaba en blanco. Tenía que daros una lección para que aprendierais lo que es ser responsables, y me salió una bronca. Os pedí disculpas en aquel momento, pero vuelvo a hacerlo ahora, a aquellos alumnos, aunque fueran pocos, que sí habían hecho las actividades.

Cada día que pasa, la labor del maestro es más difícil. No solo se trata de intentar enseñar lengua, matemáticas o conocimiento del medio de una manera entretenida y fácil (que eso lo sabemos hacer perfectamente), también tenemos que enseñar una serie de valores, que se supone que el niño tendría que haber mamado en la casa. De ahí que haya tantas celebraciones de Día de... O se haya puesto una asignatura específica llamada Educación para la Ciudadanía.

Si un alumno no ha aprendido el significado de la responsabilidad, porque no se lo han exigido o porque sus padres no la tienen, ahora nos toca a nosotros (los maestros) reeducarlos. Y esto sí que es difícil, aunque a todos nos resulte sencillo pensar que se puede lograr. Solo quiero que observéis la cantidad de suspensos que se dan en secundaria. Debería hacernos reflexionar bastante.

Hay muchos momentos en la vida en los que no vamos a poder hacer lo que queramos, o nos venga en gana, por mucho que lo deseemos, y tendremos que hacer cosas que, aunque no nos gusten demasiado, sabemos que son mejores para no perjudicarnos a nosotros mismos ni a los demás. Pues, esto es la responsabilidad.


Sale un hombre de un juicio acompañado por la guardia civil y, justo cuando va a entrar en el coche de la policía, suena su móvil. Lo coge y contesta:

- ¡Diga! ¿Quién es?

- Soy yo, tu mujer. Dime, Manuel, ¿cómo ha ido el juicio?

- ¿El juicio? Me ha dicho el juez, que siete años de cárcel o cien mil euros.

- Manuel, tú coge el dinero, y no seas tonto.



- Pero profe, que hoy es miércoles y no toca Educación para la Ciudadanía.

-¡Uy! Perdón, pero gracias por no haberme interrumpido en mitad de la explicación.

- Bueno, pues ya está dada, así que; vamos a ser responsables y nos ponemos ya con las actividades.





Jueves, 14 de mayo



¡Buenos días, familia! ¿Qué tal va la cosa?

¡Si supierais lo que estoy disfrutando con estos temas de historia, en esta parte de Sociales!

Pero esto no es justo, porque no os lo puedo transmitir con palabras. Me están robando el placer de dar la asignatura que más me gusta. Vosotros hasta ahora me conocéis como profesor de lengua, de matemáticas, de naturales, de sociales, pero no, como de profesor de historia. Dando esta materia es cuando, de verdad, bordo mis clases y mis alumnos me comen con los ojos.

Conocer y saber de la historia ha sido mi pasión desde que era pequeño (iba a decir desde mi más tierna infancia, pero ni fue tierna, ni casi infancia). Los que bien me conocen, tienen claro qué pueden regalarme en fechas señaladas (y estar seguros de que no se van a equivocar); una buena novela histórica.

Muchos de los viajes que hago vienen precedidos de la lectura de algún libro o novela de este tipo. Yo quiero conocer in situ dónde se produjeron esos hechos, y aprenderme la historia de esa ciudad, antes de visitarla, para disfrutar a fondo de mi viaje y comprender mejor lo que me había leído.

Un ejemplo de esto podría ser mi primer viaje a Barcelona (no, no lo tengo escrito en mi diario de viajes y, ¡cómo me arrepiento!). Acababa de leerme la novela: "La Catedral del Mar" de Ildefonso Falcones. Me resultó tan apasionante el libro, que tenía que ir a conocer Barcelona, ya, para imaginarme mejor los hechos y a los personajes que aparecían en él. Para ello, antes tuve que empollarme la historia de la ciudad en el siglo XIV (que vimos hace dos semanas cuando estudiamos la Edad Media).

Una vez hecho esto, la siguiente fase era organizar el viaje, que es la parte más fácil para mí.
Viajar de esta forma, una vez que te has preparado el viaje, hace que te metas de lleno en la historia mientras visitas la ciudad. Mi primer recorrido por Barcelona hizo el circuito que va desde el Barrio Gótico hasta esta Catedral, tan querida por los barceloneses, y desde aquí, hasta el mar; que era desde donde venían las piedras para su construcción. Me llevó una mañana entera realizarlo, e hizo que me transportara durante unas horas a la Barcelona del siglo XIV, y que me creyera ser Arnau Estanyol, protagonista de la novela.

No me gustan los viajes organizados porque solo te dan breves reseñas de los sitios por los que pasas, pero no te implicas, y por tanto, no aprendes casi nada de lo que estás visitando o viendo. Los viajes, prefiero montármelos yo, prepararlos yo. Con esto, me creo la necesidad de aprender lo máximo posible de los lugares que voy a descubrir. Junto a la lectura, una de mis mayores aficiones es preparar a fondo un viaje y llevarlo a cabo. Para hacerlo utilizo las tres partes del estudio: el antes, el durante y el después. Leyendo todo lo que puedo antes de ir, realizándolo con mucho ánimo y ganas de aprender, y escribiendo el diario después, para que quede plasmado para siempre.

Si os habéis leído alguno de mis viajes, habréis comprobado que una parte de ellos hablo de mis experiencias vividas, en otras de lo que he sentido durante el viaje, y por último, que seguro que es la parte que menos os gusta a vosotros, hago un breve resumen de la historia del lugar, de sus personajes más ilustres y de sus principales monumentos.


¿Y si tanto te apasiona la historia, cómo es que no estudiaste para ser profesor de esta asignatura? Os preguntaréis vosotros. Pues la respuesta es fácil; los pobres no siempre podemos hacer lo que nos guste, sino que tenemos ver qué es lo más práctico al tomar una decisión. *Mi Eustaquio, previsor y práctico donde los haya, fue el que me animó para que estudiara la especialidad de inglés (aunque él conocía mis preferencias). Como buen futurólogo, él sabía que se iban a necesitar muchos profesores de inglés en aquella época, y que si no sacaba el acceso directo, estos estudios me podrían abrir muchas puertas, de cara al futuro, para encontrar trabajo más rápido.  Yo me dejé llevar por el consejo tan sabio que me dio en aquel momento y, efectivamente, se cumplió tal y como él lo había imaginado. Sí, saqué el acceso directo, y he tenido que estar trabajando como maestro de inglés durante muchos años, sin ser la asignatura que más me gustara impartir. Tanto en el instituto como ahora, sí que estoy disfrutando de la enseñanza en campos donde me muevo con más pasión y libertad.

*A algunos os habrá sonado raro esta forma de llamar a mi hermano, pero está bien dicha, porque significa que tengo más de un hermano. Además, es un recurso literario muy bonito llamado metonimia: que consiste en una figura retórica por el que se designa un concepto con el nombre de otro, porque hay una relación existente entre ambos. "Eustaquio es mi hermano". Por tanto; mi Eustaquio.

Al inglés le he sacado doble partido, ya que además del trabajo, me ha venido de maravilla para poder viajar por el mundo y entender y hablar lo justo, para moverme con libertad por esos países. Aunque no nos guste, en toda la geografía terrestre se habla inglés y, aunque sea por este motivo, nos vemos obligados a conocer dicho idioma.


Entra un señor en la oficina del paro y dice:

- Buenos días, vengo porque estoy buscando trabajo.

- ¿Le interesa de jardinero?

- ¿Dejar dinero? ¡Pues no le he dicho que busco trabajo!


¡Vamos, que nos vamos!




Viernes, 15 de mayo


¡Buenos días, familia! ¡Vamos, que ya ha llegado el viernes!

¡Cómo llovía ayer martes por la mañana! Que sí, que para mí ayer fue martes, aunque os cueste trabajo entenderlo.


Están los alumnos haciendo un examen, y Juan se está copiando de todas las respuestas que pone su compañero Antonio. Llega el día de la entrega de notas del control; Antonio saca un 8 y Juan un 0. Entonces le pregunta Juan al profesor:

- ¿Profesor, por qué me ha suspendido?

- ¡Porque te has copiado de Antonio!

- Y eso, ¿cómo lo puede saber?

- Muy fácil. Las respuestas de las cuatro primeras preguntas son exactamente iguales, pero en la última él pone: "No lo sé", y tú escribes: "Yo tampoco".


¿Os gustaría sacar buenas notas en los exámenes? Pues, léete lo que te cuento a continuación y estarás en el buen camino para conseguirlo.

Pues no, no pude salir a hacer mis dos horas de deporte ayer (de siete y media a nueve y media), y esto me hizo sentirme mal el resto del día. Cuando acostumbras a tu cuerpo a algo, y de pronto no puedes dárselo, es como si él mismo te lo pidiera a gritos, como si te hubieran quitado algo y lo echaras mucho de menos. No sé si os ha ocurrido alguna vez.

Para mí estas horas no son las mejores para hacer actividad física, pero es lo que me ha tocado en esta lotería de las franjas horarias. Yo el deporte prefiero hacerlo cuando ya he realizado todas mis obligaciones (y en verano o en vacaciones, con las primeras luces del alba). Pero ahora, me están partiendo por medio. Sabéis que me levanto antes de las cinco todos los días y, justo cuando estoy más metido en faena, tengo que dejarlo, porque si no, me quedo sin horas para hacer deporte al aire libre; ahora que nos dejan salir al exterior unas horas.

Regreso de mi caminata a las nueve y media, pero tengo que llegarme a levantar, a afeitar y asear a mi hermano Elías, por lo que hasta las once no puedo retomar mi trabajo con vosotros.  Para entonces, ya he perdido el ritmo y las mejores horas de la mañana, así que me toca un esfuerzo extra, porque tengo que seguir con el trabajo y concentrarme de nuevo. Hay días que con esas tres horas, de once a dos, no tengo suficiente, y tengo que continuar por la tarde, después de la siesta; esto me mata. Pero no queda más remedio; hay que adaptarse a todo. Prefería como lo he hecho este mes y medio atrás, al tirón. Pero, por otro lado, es que me encanta salir a pasear con mi hijo, y no me ha quedado más remedio que cambiar mi rutina.

Y ya que ha salido la palabra RUTINA, vamos a ver lo que significa, lo que es una rutina diaria, cómo podemos cambiar nuestros hábitos y muchas más cosas.  Porque va a ser muy importante en tu vida como estudiante, y después en la madurez, para sacarle el máximo partido al tiempo.

Una rutina es una costumbre o hábito que se adquiere al repetir una misma tarea o actividad muchas veces. La rutina implica una práctica que, con el tiempo, se desarrolla de una manera casi automática, sin la necesidad de pensar por qué estamos haciendo algo (que es en lo que desperdiciamos más tiempo). Por ejemplo, si os habéis acostumbrado a entrar en el blog todos los días a la misma hora, habréis creado una rutina. Y ya os ponéis a hacerlo si ninguna pereza ni pensamientos previos. Y si no os ponéis a trabajar en ese momento, no os sentís a gusto.

Pues al igual que lo hemos hecho con el trabajo de la escuela, se puede realizar con todas las cosas de la vida. Pero ¡ojo!, de las rutinas tenemos que ser capaces también de salir, porque si no, haríamos siempre lo mismo y pareceríamos máquinas.

Para lograr una buena rutina diaria de estudio hay que tener claro esto que os voy a poner a continuación: saber cuáles son las cosas más importantes que tienes que hacer y cuál es las más urgente; establecer un orden (empezando siempre por lo más importante o que te corra más prisa); dividir el trabajo en franjas horarias y adjudicarle a cada una, una tarea; por último, ir poco a poco, sin rendirte.

Para conseguir una buena rutina podéis seguir estas recomendaciones: establecer metas sencillas, echar fuera las excusas, poner recordatorios y avisos, crear rituales, controlar y analizar tus progresos, y celebrarlo si lo has conseguido.

De esta forma fue como yo aprendí a estudiar y a sacarle mucho más partido al trabajo realizado. El curso que viene os hablaré de todo esto y de algunas técnicas útiles de estudio. Y así, cuando lleguéis a la ESO, no tengáis ningún problema ni con las notas ni con las asignaturas. Pero si os apetece, ya podéis empezar a poner en práctica estos consejos que os he dado; veréis que os ahorrarán tiempo y esfuerzo, y servirán para obtener una buena calificación.


Hoy tocaba el control de lengua del tema 10. Os lo voy a cambiar por otra prueba mucho más interesante, en la que entran conocimientos de todas las asignaturas. Todo lo que estamos aprendiendo debería servirnos para situaciones que se nos van a presentar en la vida real. La prueba que os voy a poner se llama: Evaluación por Competencias. Con algunas de estas tareas, que os iré poniendo en lo que queda de curso, y que sí que me tendréis que hacer llegar de algún modo, es con lo que yo tendré una mejor idea de lo que habéis trabajado, aparte de lo que hayáis hecho en vuestros cuadernos. Ésta solo va a servir para que os familiaricéis con ellas, y no me la tenéis que mandar. Por eso mi interés en que me dijerais si estáis entrando en el blog (que por cierto, aún me faltan ocho alumnos por confirmármelo).

¡Bueno! Pues sí que está lloviendo! Parece el Diluvio Universal. Venga, un pequeño esfuerzo más y ya habremos conseguido otra semana repleta de conocimientos, que habrán ido a parar a alguna parte de vuestro cerebro. 


Lunes, 18 de marzo


¡Buenos día, familia! ¿Cómo hemos pasado el fin de semana?


Pues sí, ya han pasado dos meses desde que os vi por última vez; y parece que fue ayer. El lunes 16, en este caso de marzo, empezamos esta extraña aventura juntos. Ya sí que es seguro que aún nos queda otro mes, hasta final de curso, por delante dando clases de esta manera, y solo espero no quedarme sin ideas, porque cada día significa un esfuerzo extra para mi mente y no sé hasta dónde puede dar de sí.

Me estoy comiendo mucho el coco durante este fin de semana. No sé si lo que estoy haciendo con vosotros es lo correcto, o si me estoy pasando con estos textos, cada vez más largos, que tanto hablan de mí, de mis experiencias, de mis historias, de cómo veo yo la vida y de cómo entiendo la educación.

Me mantiene fuerte la idea original de este proyecto en el que, yo solico, me embarqué; hacer que las clases fueran mucho más cercanas (en esta lejanía impuesta) y seguir manteniendo el hilo que había empezado a unirnos en la relación de maestro a alumno, que ya estaba dando resultados en clase. Pero esto sigue siendo una situación muy rara y totalmente nueva para todos.

Espero que no me hagáis caso en esto que os voy a decir a continuación. Si veis que os aburre mi lectura, o que no la consideráis necesaria; podéis prescindir de ella, y os vais directamente a las actividades de cada día. Esos son los objetivo que tenéis que conseguir diariamente en cada una de las asignaturas, y por los que yo os puedo evaluar.

La lectura de este texto, que todos los días te encuentras nada más abrir el blog, no es obligatoria, aunque sí que te la recomiendo.

No solo se aprende cuando te obligan a hacerlo. Se aprende, y casi más, de cada una de las situaciones que se nos presentan diariamente en la vida. Lo de las asignaturas, es adquirir y, muchas veces, memorizar conocimientos impuestos por alguien, y que muchas veces no entendemos por qué tenemos que aprendérnoslos.

A mí tampoco me gusta esta forma de de aprender, y la prueba está en que pasado un tiempo hemos olvidado gran parte de lo aprendido. Sin embargo, hay cosas que, curiosamente, sí que se nos quedan grabadas para siempre, y este diario da fe de ello. Para mí la educación tiene que ser integral; que toque todos los aspectos de la vida, porque de todo se puede sacar una enseñanza.

Sé que habrá muchas personas y padres que pensarán que los textos que escribo son muy difíciles para alumnos de once años y que creéis que no llegan a entenderlos. Yo opino que están equivocados los que así piensan. Yo os he visto leer, hacer actividades y he estado en clase con vosotros. Vuestra comprensión, tanto oral como escrita, está en un nivel mucho más alto de lo que la gente piensa.

Pero es que además, si no leéis este texto tendría que poneros una lectura comprensiva cada día, aparte de las actividades, u os mandaría leer algún libro (que si lo estáis haciendo me parecerá genial). Al hacerlo de esta manera pensaba matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, intentar animaros cada día con mis historias, con mis reflexiones, con los chistes, con anécdotas... y por otro, cubrir el objetivo de la lectura, que obligatoriamente, tenemos que hacer de forma diaria.

De verdad os digo, que espero estar cumpliendo estos dos propósitos que me puse como meta cuando después de la primera semana de clases a teledistancia cambié el formato y el chip. Ya sabéis que lo estoy publicando también en mi blog de viajes, con el nombre de: "Mi viaje en cuarentena", porque me gustaría que se quedara plasmado para siempre como un diario, como algo que se pueda leer de forma ordenada cronológicamente y que se vea cómo hemos ido evolucionando durante este tiempo. También es mucho más fácil de leer. Ya van más de ciento veinte páginas, y estoy casi llegando a las cuarenta mil palabras; leértelo al tirón está costando cada vez más trabajo, aunque yo hay días que, como descanso, me lo pongo de distracción.

Bueno, voy a ir concluyendo. Creo que la lectura de este texto no puede hacerte ningún mal, y seguro que estás aprendiendo muchas cosas de ella.


Recordadme mañana que os explique una palabra difícil que salió el jueves en las actividades de lengua, y que estoy seguro de que me hubierais preguntado en clase por su significado: GREGUERÍA.


Se encuentra Pepe a su amigo Antonio por la calle, y al verlo cabizbajo le pregunta:

- ¿Qué te ocurre, hombre?

- Pues que venimos de enterrar a mi suegra, la pobre.

- Pero si me la encontré en el supermercado ayer y estaba repleta de vitalidad. ¿Qué ha pasado?

- Que estaba cosiendo y se clavó la aguja en el dedo.

- ¡ Pero de eso no se muere nadie!

- Ya, pero como no dejaba de sangrar, para que no sufriera la tuvimos que rematar a pedradas.


¡Venga, vamos, que es lunes!



 Martes, 19 de mayo


¡Buenos días, familia! ¿Preparados ya para un nuevo día?


- Profe, ¿qué es una "greguería"?
- Gracias por recordármelo,
   ya casi olvidado me había.


Ramón Gómez de la Serna, escritor un poco más joven que Machado y poco mayor que Lorca, inventó esta palabra para designar a una especie de metáforas que son divertidas; humorísticas que diría él. Perteneció a la generación vanguardista o generación de los "Ismos", en la que estaban el movimiento del modernismo, el vanguardismo, el impresionismo, el expresionismo... y hasta había uno que se llamaba dadaismo (escribir poesías imitando los sonidos que emiten los bebés: "Dada, dada".). Estos escritores querían romper con todo lo que recordara a las épocas anteriores y crearon un estilo nuevo de expresión.

Aquí te dejo de Ramón algunos ejemplos de sus famosas greguerías :


1 «Como daba besos lentos duraban más sus amores»
2 «Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte»
3 «Un tumulto es un bulto que le sale a las multitudes»
4 «Tocar la trompeta es como beber música empinando el codo»
5 «Donde el tiempo está más unido al polvo es en las bibliotecas»
6 «Los rosales son poetas que quisieron ser rosales»
7 «La luna es un banco de metáforas arruinado»
8 «El filósofo antiguo sacaba la filosofía ordeñándose la barba»


Yo quiero enseñar a mi nieta a leer y a escribir.  Y por eso el otro día se lo dije, y le pedí que tuviera paciencia, que en nada lo estaríamos haciéndolo. Como aperitivo, ya le he escrito, le he cantado y recitado un poema sobre las vocales. Las consonantes, se las presenté al día siguiente en este otro poema, en el que cada una de ellas es una greguería. Espero que os guste y que no esté abusando mucho de la paciencia de mi hijo Victor. En este poema podréis encontrar metáforas divertidas, por lo que el apartado del chiste ya está incluido en ellas.

XLII. Las consonantes en greguerías (unas robadas y otras mías)


La b de burro es
como dicen los pobres
cuando se aburren:
"mea burro".

Y también un caracol
al subir una pared.

Con la c de caballo
es como dicen los pijos
también cuando se aburren:
"haz pipí caballito".

La C es como una O
que le falta algún trocito.

Dromedario es con d,
con una sola joroba,
no como su primo 
el camello, con dos.

La d es el mismo caracol
subiendo ahora al revés.

La f que lleva foca
cerca del Polo desnuda,
sentada sobre una roca,
suave, negra bigotuda...

Es del abecedario, el griFo.

La garcita garcera
con sus patas largas
y su largo pico
a los bueyes expurga
prestándoles su auxilio.

La G es como un seis,
que tropezó y se cayó.

Hola suena como ola.
¡Qué feas son las hienas!
¿Habrá letra más tonta
que se escribe
y no se pronuncia?

La H son dos íes
que se están
dando la mano.

La jirafa con su cuello
a todos lados alcanza,
pero es gracioso de ver
cuando a beber agua se agacha.

La J es un garrote o cayado,
que se ha puesto del revés.

Los Koalas llevan K,
como kilo o kebab. 
Son tan lindos, tan bonitos,
que los quisiera tocar.

La K es como una l
herida por una flecha.

¡El León! Empieza por L.
¿Qué hace el rey de la selva?
Ruge que te ruge 
cuando ve a su presa.

La L parece dar una patada
a la letra que la acompaña.

Moscas y también mosquitos
empiezan por esta letra.
¡Tú, espántalos, pequeña,
que unas chupan y otros pican.

La M son dos montañas
por un valle separadas.

¡Cómo olvidar a los monos
con su N que va en medio!
Dile a papá que te imite
el sonido que emiten,
porque este sí que lo borda.

La n es la puntita,
de tu dedo la puntita.

¿Tú sabes qué hacen los ñus
por la sabana corriendo?
Pues, lo has adivinado;
todos hacen:"¡ñuuu!".

La Ñ es tan española,
que es una N bigotona.

¿Te acuerdas que los pollitos
que hacen pío, pío?
¿Y de todos los patitos
que se fueron a nadar?
Los dos empiezan por P.

Pues la P es como un soldado
con un aro en lo más alto.

¿Quién es lo más bonico
de todo el mundo entero?
¿Quieres que te lo diga?
Pues, eres tú, mi Iria.

La Q es un gatito
que perdió su cabecita.

Ron, ron, ron, 
hacen ron, ron, ron.
Los gatitos al lavarse,
y a su modo engalanarse.
Ron, ron, ron,
se comieron a un ratón

La R es muy gordita
y parece que tiene prisa.

Una serpiente que repta
por el suelo de la selva
que va con mucho sigilo
sin apenas hacer ruido.

La S es la serpiente 
del abecedario siempre.

La tortuga lenta va
para engañar a la liebre
que se cree superior 
en velocidad y en suerte.

La T es un martillo
muy fuerte y pequeñito.

La vaquita de Martín,
con su muu, muu, muu,
te cantará una canción
cuando te duermas tú.

La V es mi pequeña
cuando sube sus piernas.

Mira un wapatí, mi niña.
¿Qué animal es ese, abuelo?
Pues una especie de ciervo
que vive en el Canadá.

La W es como una M
pero ahora haciendo el pino.

El xenopus es un anfibio
parecido a las ranas
que tiene su vivienda
en el África subsahariana.

La X, si te fijas,
es una silla abierta.

Los yaks son unos mamíferos
familia del toro y la vaca,
que tienen un pelo lanoso
y apenas se les ve la cara.

La Y griega no es yogur, 
es haciendo el pino tú.

Las zorras al acecho
engañan siempre al cuervo.
Son muy listas las "joías",
que a ti no te engañen, Iria.

La Z es como una N
que tropieza y cae al suelo.



¿Sabes ya, pequeña mía
lo que son las greguerías?
¡Ah, pero tú ya lo sabías!
¿Recuerdas el de los números,
en el que había una metáfora
con cada uno de ellos?
(El 1 es un soldado
haciendo la instrucción...)



¡Pues hoy sí que es tarde! ¡Vaaamos!



Miércoles, 20 de mayo



¡Buenos días, familia! ¿Qué tal?


¡Venga, que hoy ya hemos cambiado de color! Hoy toca el verde de Naturales; dos temas de física repletos de conocimientos muy útiles.


¡Claro que me he pensado seriamente lo de no jubilarme el año que viene! Pero es que tengo muchos motivos para hacerlo. Aún sabiendo que, estoy ahora en el mejor momento de mi carrera.

El primero de todos, es que hay muchas personas jóvenes, ampliamente preparadas, sin poder trabajar ni ganar dinero, esperando a que les dejemos un hueco. Otro sería que odio los horarios, porque te atan y no te dejan hacer lo que quieras y cuando lo desees (solo son buenos los de las comidas, cuando tenga hambre y el de dormir, cuando me sienta con sueño).

Son tantas las cosas que me gustaría hacer solo por el gusto de hacerlas. Pasear por donde yo quiera y a la hora que quiera; conocer lugares nuevos en cualquier época del año; leer lo que me apetezca sin estar pendiente del reloj; escribir mis viajes y lo que pienso y siento; sentarme en una cafetería, sin prisa, a observar el comportamiento de las personas y ver cómo pasan el tiempo y la vida; aprender cosas nuevas cada día por el placer de hacerlo; estar mas cerca, si es que cabe, de los míos y ayudarlos en todo lo que pueda...

Son demasiados motivos para haberme pensado dejarlo aquí y ahora, y aunque sé que algunos se pueden enfadar conmigo por hacerlo así, no me queda más remedio que dar ese paso. El sábado me escribió un correo una alumna magnífica que tuve en primero de la ESO en mi último curso de instituto. Redactaba de maravilla, haciendo honor a sus apellidos (García Márquez), y aunque al principio yo le daba miedo, supo rápido comprender mi forma de ser y de entender la educación, y se bebía mis clases. Cuando les comuniqué que al año siguiente me iba a la escuela de mi pueblo de maestro, se enfadó muchísimo conmigo y me lo hizo llegar con un texto que aún conservo. Pues el sábado, volvió a decirme, tras nueve años, que aún seguía enfadada conmigo por no haber seguido un año más dándole clase.

Yo he trabajado muy intensamente, arrimando mucho el hombro siempre y en todo momento, aún en situaciones muy difíciles como la que nos ha tocado vivir ahora. Pero van flaqueando las fuerzas y pienso que hay que dar paso a sangre nueva, que seguro que tiene mucha más energía que yo.

No me gustan las personas que están todo el día quejándose o criticando a los demás; yo creo que hay que dar siempre lo máximo posible de uno mismo, e implicarse de forma positiva en lo que hacemos. En estos últimos años he observado un cambio profundo en el papel de los padres y de la administración en cuanto a la opinión que tienen de los maestros. Parece como si no se fiaran de nosotros, como si dudaran de nuestra profesionalidad. Y nos están bombardeando continuamente con críticas, unos; y con papeleo, los otros. Me encanta la educación y lo sabéis perfectamente, pero odio este continuo examen al que día tras día nos están sometiendo. Las críticas, si las hacemos, deberían ser siempre constructivas, intentando no dudar del trabajo que otros hacen por nosotros. Y el papeleo solo sirve  para controlar lo que creen que no se está haciendo bien. Yo he intento hacerlo siempre lo mejor posible y me he volcado en cada clase con mis alumnos, que es de lo que se trata en la educación. Lo demás, es solo burocracia y ganas de liar.

Pero vosotros no os preocupéis, porque creo que habéis tenido la suerte, al igual que yo, de ser mis últimos alumnos en estos treinta siete años de mi aventura por el mundo de la educación. Así que, disfrutad todo lo que podáis de lo que nos queda por estar juntos. y espero que hayáis descubierto que aprender puede ser divertido.



Un señor va con su mula vieja, muy cargada, y su perro por el campo. La mula se cae al suelo rendida, y entonces su dueño, Antonio, enfadado, coge una vara y empieza a golpear en el lomo al pobre animal. Hasta que éste mira fijamente a su dueño y le dice:

- Antonio, ¿así me tratas después de tantos años en los que te he servido fielmente, sin flaquear ni una sola vez hasta hoy, que estoy vieja y cansada?

El hombre se asusta y sale corriendo con su perro a la zaga. Y al cabo de un rato, paran los dos, apoyándose en un árbol sin apenas aliento.

¡¡Joder!!- dice el perro- ¡¡Menudo susto nos ha dado la mula cuando se ha puesto a hablar!!


Seguro que a partir de hoy os va a gustar la física ¡Venga, vamos!



Jueves, 21 de mayo



¡Buenos días, familia! ¡Qué buen tiempo hace!


Entre las libertades de la fase 1 y estos días primaverales  de los que estamos gozando (¡ya era hora!) los caminos de nuestro pueblo se han poblado de gente. ¡Qué riadas, por Dios! Por las tardes tengo que ir tocando continuamente el timbre de mi bici para no atropellar a nadie.

Ya os he visto a algunos (acompañados de vuestros padres) por esos campos, y me habéis parecido tan pequeños, tan indefensos, en este mundo que nos ha querido tragar a todos.

En clase me parecéis mayores, e incluso ahora cuando os escribo, pero acompañados de adultos, parece como si todo lo que os rodea de pronto os empequeñeciera. A mí no me engañáis, sé perfectamente que ahí dentro lleváis una mente que como una esponja lo está asimilando todo. Ya sois mayores, aunque metidos en cuerpo de niño aún y, por eso, algunas veces os calláis lo que pensáis para que nadie descubra vuestro secreto; vuestro cerebro ya está dando el paso definitivo para dejar de ser ya niños y convertirse en adolescentes.

No me gusta hablaros de una forma infantil; eso ya lo sabéis. Y pienso que a vosotros os encanta que yo lo haga así. Ni siquiera a los bebés les hablo de esa manera, porque entiendo que es como tratarlos de inferiores o de tontos. Siempre he creído que hablarles a los niños como si de un adulto se tratara es mucho más conveniente.

¡Qué ganas tengo de teneros cara a cara! De notar que me comprendéis cuando os hablo con solo miraros a los ojos. No, familia, no es lo mismo contaros todas estas cosas por aquí, sin vuestra presencia. Y me toca a mí esforzarme mucho más que si os tuviera delante.

Para saber si lo que yo escribo os está llegando de verdad, solo tenéis que hacer una cosa; mañana vais a hacer la lectura hasta el final, sin deteneros; si habéis entendido de lo que va el texto, lo estaréis consiguiendo. Aunque después volvamos más veces a releerlo de nuevo. Es muy misterioso y sorprendente cuando descubrimos que nuestra mente se ha puesto a mil por hora y se mete de lleno en una lectura. ¡Claro que no es fácil! Y por eso, las dudas de vuestros padres cuando os dejan solos con este texto. Pero yo sé que sí; estoy seguro de que lo comprendéis perfectamente.

Entiendo que otros opinen que hay asignaturas o contenidos más importantes que dar en la escuela. Pero yo creo que ya sabéis lo que pienso: "La lengua es la madre de todo". Si una persona la domina bien en sus cuatro facetas: comprensión oral, comprensión escrita, expresión oral y expresión escrita, será la dueña del mundo. Creed lo que os digo, porque es cierto. Pensad en las religiones, en las ideologías, en las informaciones, en la publicidad... y veréis que todas tiene un denominador común; saber utilizar la lengua, o al menos una parte de ella, de una forma magistral y cómo consiguen convencernos.

Ya conocéis mi forma de dar clase y sabéis que siempre lo hago así. Todos los conocimientos que imparto, intento relacionarlos con la vida y os lo digo de una manera diferente, sorpresiva, divertida, para que os deis cuenta de que esto no entra en el examen, pero también, para que seáis conscientes de que todo lo que aprendemos es importante. Esto lo puedo hacer en mitad de una explicación, cuando estamos corrigiendo o al empezar o terminar una clase. Quiero que todos los días os vayáis a casa habiendo aprendido algo nuevo de conocimientos y, además, algo nuevo de cómo estos nos sirven porque se nos pueden presentar en muchas situaciones de nuestra vida.


Un pasajero toca en el hombro por detrás al taxista para preguntarle algo. El taxista grita, pierde el control del coche, y se estrella contra un escaparate. Vuelve la cabeza hacia el pasajero y le dice:

- Mire, amigo, ¡jamás haga eso otra vez! Casi me mata del susto.

El pasajero pide disculpas y le dice:

- No pensé que se fuera a asustar tanto si le tocaba el hombro.

- Lo que pasa es que hoy es mi primer día de trabajo de taxista y usted, mi primer cliente.

- Y entonces, ¿en qué trabajaba antes?

- He sido conductor de un coche fúnebre durante veinte años.


¡Venga, vamos, que se nos echa la mañana encima!



Viernes, 22 de mayo


¡Buenos días, familia! ¿Veis qué pronto ha pasado otra semana?

Las Eras Altas, que es donde ahora se ubica nuestro colegio, eran el centro de reunión, de trabajo y punto de encuentro de todos los habitantes de Gójar en aquel entonces. Había más de veinte, cada una hecha a conciencia para trillar una o varias parvas (cereal segado y extendido sobre la era para ser trillado). Entonces, los secanos del pueblo estaban repletos de cereales y había que extraer el grano y separarlo de la paja. Aquí era donde se traía y se realizaba esta tarea. Lo podías ver en cuanto llegaba el verano. Los niños, como si de una atracción de feria se tratara, nos dábamos tortas porque nos invitaran a subirnos en alguna trilla.

Pero el verano acababa y había que darle otras utilidades a aquel espacio tan amplio. Y era entonces cuando de verdad se convertía en un centro social. Las mujeres, acompañadas de sus hijos, lo utilizaban, para una vez hecha la colada en la Acequia Baja, tender la ropa en el suelo para que se secara. Mientras, los niños aprovechábamos para realizar allí a todo tipo de juegos, y nos entreteníamos hasta la hora de recoger la ropa e irnos a casa.

Las eras se podían convertir entonces en un derroche de imaginación. Podían ser campos de fútbol, talleres de arcilla, lugares donde saltar a la comba, fuertes donde poder enfrentarse dos equipos, como si de una batalla se tratara. Se jugaba al corro; a churro pico terna; al trinche; al hoyuelo, con aquellas chapas de botellas; a las canicas, que nosotros llamábamos bolas y que  las hacíamos nosotros mismos; a buscar lagartos; a pillar pájaros; a la navaja, a ... infinidad de actividades de entretenimiento.

Pero no todo iba a ser juego en la vida de un pueblo agrícola y ganadero, como era Gójar en aquellos años de penurias económicas, también servían las eras para sacar a los pavos a que picotearan la hierba o a sacar las ovejas a pastar por allí. Como los niños teníamos que cooperar en aquellas tareas, éramos los encargados de hacerlo y estar al cuidado de los animales. Aún recuerdo la paliza que me dio mi padre un día en que se me perdió una oveja.

Entre las horas que pasabas en la escuela (solo había cuatro aulas; las mismas en las que vosotros hicisteis primero y segundo) y las de ocio, te pasabas todo el día en las eras. Las largas tardes de estío nos las tirábamos allí enteras. Hasta que tu madre, asomada desde una de las eras más altas (donde hoy se sitúa la farmacia) te llamaba a voces para que supieras que tenías ya que irte para la casa.

Los hombres del pueblo se pasaban trabajando los días de sol a sol, al igual que las mujeres, que aún, después, tenían que seguir con sus labores. Solo en algunos días señalados de navidad, se permitían un descanso. Entonces, la eras se convertían en un amplio salón de juego al aire libre donde se podía apostar dinero. Había tres tipos de juegos de azar: el hoyuelo, con monedas que se llevaba el que las colara todas dentro del agujero; el charpeo, donde había una persona que cubría las apuestas de dinero que hubiera puesto la gente sobre un círculo en el suelo (tiraba dos monedas antiguas al aire; si salían las dos caras, él se llevaba todo lo que había; si salían cruces, se lo llevaban los apostantes); y mi preferido: la lotería, en el que una persona vendía cartones con números y, como si del bingo se tratara, los iba cantando hasta que alguien dijera línea, o diera el alto porque ya había conseguido completar el cartón entero. Eran días muy intensos de juegos del azar, paréntesis merecido entre tanto trabajo.

Los primeros escarceos amorosos de los chicos y chicas también ocurrían en este lugar.  Incluso, cuando la plaza del pueblo se quedó pequeña para tanta gente, se colocaba aquí el recinto ferial para celebrar las fiestas patronales.

La vida del pueblo de Gójar se desarrollaba en las eras. Y ahora siguen estando ocupadas por nuestra escuela. Por lo que aún no han perdido su labor social y educativa.

Me gustaría que, cuando volvamos a la escuela, os imaginéis esto que os acabo de contar e intentéis ver el espacio que ocupan los edificios el colegio, el de usos múltiples, el consultorio médico y muchas de las viviendas de los alrededores como un lugar cargado de cultura popular y de historia.

Si había unas Eras Altas, es porque tenían que existir unas Eras Bajas, que aún tenemos la suerte de ver alguna de ellas, si algún día vais por las "Colorás" (¡qué nombre más bonito para señalar ese tipo de tierras arcillosas!) camino de Loma Linda.


Tres amigos estaban hablando en las eras sobre qué era lo más rápido que existía en el mundo.

- Yo pienso que lo más rápido es el rayo, porque antes de que te des cuenta ya ha caído.

- No, lo más veloz es la electricidad, porque nada más darle al interruptor ya está la luz encendida-

- Pues estáis equivocados los dos, lo más rápido es la diarrea.

- ¿Y eso por qué?

- Porque ayer cuando estábamos jugando aquí, de pronto  me entraron retortijones en la barriga y me fui corriendo a mi casa como un rayo, y cuando encendí la luz del cuarto de baño, ya me lo había hecho encima.


¡Que sí, que ya es viernes! ¡Vamos a dar el último empujón, que ya está aquí el fin de semana!




 Lunes, 25 de mayo


¿Qué tal ha ido el fin de semana, familia?


ROMANCE DEL PRISIONERO

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

                                      Anónimo

Nada más apropiado que este romance para empezar la semana. Sí, ya estamos terminando mayo; está haciendo bastante calor durante estos últimos días; los campos están cargados de vida; el aire se ha llenado con el trino de los pájaros; se despierta el amor dormido y, aunque con menos fuerza que antes, estamos viviendo en una prisión.

Sé que lo sabéis, pero yo os lo voy a recordar: cuando en un poema o cualquier libro vemos "Anónimo", es que no conocemos el nombre de quien lo escribió.


Antes de que se me olvide, el chiste, deja que te lo cuente.

Se encuentran por el bosque dos animales que no se habían visto nunca antes. Empiezan a hablar para conocerse, y uno pregunta:

- ¿Cómo te llamas tú?

- Yo me llamo Perro Lobo.

- ¿Y eso?

- Pues, porque mi padre es un perro y mi madre una loba.

- ¡Ah! Pues yo me llamo Oso Hormiguero.

- ¡Venga ya!


¡Decidme que lo habéis pillado! (¿Cómo iba a ser su padre un oso y su madre una hormiga?)


Siempre empezábamos la jornada escolar con una refrán puesto en la pizarra bajo la fecha. En silencio, sacabas tu libreta y lo copiabas una y otra vez hasta llegar al final de la página, con la mejor letra posible. A esto se le llamaba "copiado y caligrafía". ¿No os habéis dado cuenta de la preocupación de vuestras madres porque tengáis una letra bonita? Ellas también le dan importancia a este apartado de la lengua donde se aprende a escribir limpio y sin cometer faltas de ortografía.

A continuación, le tocaba el turno a los poemas. Teníamos que leerlos muchas veces, y de nuevo en silencio, hasta que nos los aprendíamos de memoria. Yo no sé si eso era bueno o no, pero al menos a mí me ha servido para que, cuando menos me lo espere, me acuerde de una de aquellas poesías. Esto mismo me ocurrió ayer cuando, en mi sillón de pensar, empecé a recitar el Romance del Prisionero.

Si quedaba tiempo aún, o el maestro veía un poco nerviosos a los alumnos, se mandaba una redacción.

Pues sí, en esto consistían las clases de lengua de todos los días. Es raro, ¿verdad? Pues a pesar del método, los alumnos aprendíamos. Yo, sin saber el motivo, he retenido en mi memoria cientos de poemas, que aún sin saber para lo que sirven, me salen a cada momento.

Efectivamente, hoy la memoria apenas tiene utilidad, ya que llevamos en el bolsillo una memoria externa con millones de datos, que podemos consultar cuando queramos. ¡Pero no es lo mismo!

Los teléfonos móviles, verdaderos ordenadores personales, tienen infinidad de ventajas, pero algunos inconvenientes. Se ha ganado muchísimo en la comunicación a distancia; se ha perdido bastante más en la comunicación real, en la del cara a cara, mirando a tu interlocutor a los ojos. Me parece una falta total de respeto y de educación mirar el móvil mientras hablas con otra persona, aunque sea para consultar un dato relativo a la conversación.

Y volviendo a la forma de enseñar de antes. No, a mí no me gustaba, aunque se aprendieran de memoria muchas cosas que a la larga dirían mucho del nivel cultural de una persona. No, no disfrutaba aprendiendo y las horas se hacían eternas. La educación tiene que ser activa, atractiva, divertida y que nos facilite los medios para seguir aprendiendo por nuestra cuenta.


- Entonces, profe, ¿la memoria es buena o no?

- Sabéis lo que os digo:

  que ni es que sí, ni que no,

  sino todo lo contrario.


Que por mayo era, por mayo

cuando hace la calor...


¡Venga, vamos, que ya estamos bastante calientes para empezar la semana!



Martes, 26 de mayo


¡Familia, buenos días! ¿Qué tal estamos?


Releyendo el diario, me he fijado en que os hablo mucho de los sueños. Pero, ¿qué es un sueño? Y sabéis perfectamente que no me estoy refiriendo a nada que tenga que ver con la acción de dormir.

Un sueño es perseguir una meta, es luchar por algo que te encantaría hacer o cambiar. Es lo que, en los momentos malos, te hace seguir adelante porque sabes que cuando tu sueño se haga realidad conseguirás tu objetivo. ¡O no! Pero, sí que es cierto que durante la fase en la que persigues el sueño te sientes bien.

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón...

¿Recordáis cuando os recité este poema de Machado (¡sí, otra vez!) que hablaba sobre los sueños? Él, sin duda ha sido el autor más preocupado por este tema e intentó dar algunas respuestas a la pregunta de qué es un sueño. Después de estudiarlo mucho se ha llegado a la conclusión de que para él, los sueños tenían varios sentidos o significados que podemos observar en muchos de su poemas:

-  Sueño como ilusión o afán por conseguir algo.

- Sueño como muerte.

- Sueño como acción de dormir.

- Sueño como ensoñación.

- Sueño como algo que no tiene realidad porque no puede realizarse.

- Sueño como deseo.

- Sueño como algo soñado.

- Sueños, sueños, sueños...

Es el tema que más aparece en su poesía, y como sabéis que para mí, él es el MAESTRO con mayúsculas, algo de verdad habría en lo que nos cuenta.


Si hay un adjetivo que pueda definirme a mí, sin lugar a dudas, sería soñador. Desde que tengo uso de razón, siempre lo he sido. Me he pasado la vida entera persiguiendo sueños. Unos casi los he conseguido, y otros están aún por alcanzar. Estos últimos no me preocupan demasiado porque he descubierto que la felicidad está más en el camino que en el final. A mí me ha ido bien en la vida creer en los sueños, así que si queréis que os dé un consejo; no paréis de soñar, ni de perseguir sueños nunca.

Después de tantos días de comunicación con vosotros, puede que ahora sí comprendáis un mensaje que os lancé casi al principio de las clases a distancia, cuando aún no me atrevía a mostrarme tal y como soy:

¡Que vuestros sueños sean siempre más fuertes que vuestros miedos!

¡Ahora sí que tiene sentido aquella frase que os puse! Y que quizá fuese el motor de arranque de este diario. Me lo planteé como un sueño para seguir en contacto contigo, pero le tenía miedo a lo que pudiera surgir de él o si llegarías a entenderme.


Un joven de 37 años se levanta de la cama y le cuenta a su madre el sueño que ha tenido esa noche.

- Mamá, he tenido una pesadilla terrible. He soñado que toda la casa estaba llena de sal y, que, después, tú aparecías dándome de mamar. No es que esté preocupado, pero ¿qué crees tú que pueda significar esto?

- Hijo mío, no, no debes de preocuparte, solo tienes que saber interpretar los sueños y quedarte con el mensaje.

- Y en este caso, mamá, ¿cuál sería la interpretación que debo dar a este sueño, y cuál sería el mensaje?

- Muy fácil, hijo mío: ¡SAL DE CASA, MAMÓN!


¿Y por qué no dejamos ya de soñar y nos ponemos a trabajar? ¡VAMOOS!





Miércoles, 27 de mayo



 ¡Buenos días, familia! ¿Cómo estamos hoy?




¡Esperad un momento, que me están llamando por teléfono!


- ¡Sí, dígame! ¿Con quién estoy hablando?


-


- ¡Hombre, Federico, qué alegría escucharte!


-


- Yo creo que no es para tanto. Te entiendo perfectamente cuando me dices que Machado sale día sí y día no. Pero es que tú no sabes que en clase le ganas tú a él, y si no, pregúntaselo a mis alumnos. Cada dos por tres estoy recitando un poema tuyo en clase: que si la luna, luna, que si a las cinco de la tarde o hablando de tus obras de teatro. Ya, ya sé que soy granadino y que tengo que barrer siempre para casa. Lo que pasa, es que tú eres mejor para recitarte y Antonio, lo es para releerlo y reflexionar. Pero tú tranquilo, que he tomado buena nota y te nombraré más de lo que lo hago.


-


- De nada. Ya sé que estás muy ocupado escribiendo, y contestando a las miles de incógnitas que nos dejaste cuando te fuiste.



Era Federico García Lorca, como bien habréis supuesto, para decirme que hable más de él y que se siente celoso de un tal Antonio Machado.


Así que entenderéis, que hoy me toca poneros un poema suyo. Ya sé que os lo recité en la escuela un día, pero es que me parce tan sublime. Forma parte de la *elegía: "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" (sí, este es el poema que viene después del de " La cogida y la muerte: (A las cinco de la tarde...").


* Una elegía es una composición poética en la que se lamenta la muerte de una persona u otra desgracia y que no tiene una forma métrica fija.


                                                   2. LA SANGRE DERRAMADA

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par.
Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!
La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.

¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.

¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!

No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué buen serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!

Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos,
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!


Siempre me deja sin palabras la lectura de este poema. Me pone el vello de punta cuando lo escucho bien recitado por alguien. Ahí os lo dejo, para que vosotros mismos saquéis vuestras propias conclusiones. ¡Cómo se pueden transmitir tantos sentimientos hacia una persona en tan poco espacio!

Ignacio Sánchez Mejías nació en Sevilla un 6 de junio de 1881. Torero y escritor, fue uno de los personajes más populares de aquella época en España. Al morir, como consecuencia de una cornada, fue homenajeado por varios poetas de la Generación del 27, en particular por Federico García Lorca en: "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías", considerada como una de las mejores elegías de la literatura española.

Es curioso que el toro que lo corneó se llamara:"Granadino". No permitió que lo operaran en la modesta enfermería de la plaza de Manzanares, y pidió volver a Madrid, pero la ambulancia tardó varias horas en llegar. A los dos días se le declaró la gangrena y murió en la mañana del día el 13 de agosto de 1934. Dice la leyenda que buscó su propia muerte.


Hoy en vez de un chiste, que no me parecería serio, os contaré una anécdota graciosa que le sucedió a Federico cuando estaba en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Un día de aburrimiento, o creatividad, decidió inventar un artilugio que midiera la fuerza de los pedos. Para ello, cogió una caja de cartón y le hizo un agujero en un lado para poder meter el culo, mientras que en el otro había una vela encendida. Los gases del pedo al incidir sobre el fuego lanzaban una llamarada; solo había que medir hasta dónde había llegado ésta para saber qué pedo era el más intenso.


¡No te quejarás, Lorca! Hoy toda la clase ha girado en torno tuyo. Así que hoy te digo:¡VA POR TI!


¡Federico, dale los buenos días a la señorita!¡ Vaaamos, que hay que ponerse a funcionar ya!




 Jueves, 28 de mayo


¿Qué pasa, familia? ¡Buenos días!


En la hora de tutoría con mis alumnos, un día en el instituto, salió el tema de las profesiones o trabajos que les gustaría ejercer en el futuro. Entonces, un alumno me preguntó a mí que por qué había escogido la profesión de maestro. Le dije que me dejara un tiempo para contestar,  y que le daría la respuesta la semana siguiente en esa misma hora.

Yo la tenía muy clara, pero en los cinco minutos que quedaban de clase, sabía perfectamente que no me daría tiempo a darle la explicación.

Estaba en tercero de EGB (de la primaria de ahora) cuando tuve la suerte de que ese año mandaran a Gójar a un maestro llamado Don Baltasar. Tanto en primero como en segundo habíamos estado mezclados muchos alumnos de edades distintas, y nuestro maestro era Don Antonio (que se le apodaba "el Serón"). Era un maestro de la vieja escuela, muy estricto y de los que opinaban que la letra con sangre entra. ¡Y tanto! Porque no había día que algún alumno no se llevara un bofetón o unos cuantos varazos con su vara de mimbre recién cortada. Lo que sentíamos nada más entrar a clase, más que miedo, era pánico.

Pues Don Baltasar, era todo lo contrario a ese maestro. Él era un maestro muy cercano, muy cariñoso y que, levantando la mano, hasta nos dejaba participar en clase. Parece que lo estoy viendo a aquel maestro con barba sentado en la esquina de la mesa hablándonos como si fuéramos personas. Lo que en los cursos anteriores había significado temblor de piernas cada vez que entrabas en clase, se convirtió, de la noche a la mañana, en un sentimiento de confianza y en unos deseos tremendos de ir todos los días a la escuela.

Un día nos preguntó que qué queríamos ser de mayores. Cuando me tocó el turno a mí, no lo dudé ni un momento y se lo dije tal como lo voy a poner aquí:

- Yo quiero ser maestro.

- ¿Por qué quieres ser maestro?- me preguntó él.

- Porque quiero ser como usted.

Me dedicó una amplia sonrisa, y continuamos con la clase. Ya, entonces, tuve mi primer sueño: deseaba con toda mi alma llegar a ser maestro, y haría lo que hiciera falta para conseguirlo.

Creo que en clase os he hablado de todo lo que me costó lograrlo, pero aquí me tenéis; un maestro a punto de jubilarse después con muchas ganas de enseñar, después de haber pasado una vida entera dedicada a la educación.

Al curso siguiente no volvió, y lo echamos todos mucho de menos, aunque quedó grabado para siempre en nuestros recuerdos.

Era mi tercer año de trabajo y me destinaron a Fuente del Cejo (una cortijada de Castril) y, bastante nervioso, estaba esperando recibir la visita del inspector para preocuparse por cómo me las apañaba con una clase de veinticuatro alumnos cada uno de una edad y cursos diferentes (había desde párvulos a sexto de EGB). Nada más verlo entrar en el aula, me abalancé hacia él y le di un abrazo. El inspector se quedó muy sorprendido, y para explicar mi actitud le dije:

- ¡Don Baltasar! ¿No se acuerda usted de mí? Soy Carmelo, el de Gójar. El que quería ser maestro como usted.

Aún me emociono cuando recuerdo aquel encuentro. ¡Claro que me conocía! Pero habían pasado tantos años, y yo había cambiado tanto, que le resultó imposible reconocerme en el primer instante. A partir de ahí nos unió una amistad que dura hasta hoy, aunque yo siempre lo he tratado más que como un amigo, como mi maestro. Yo no he podido hablarle jamás de tú a tú, sino siempre con el usted por delante. Me ayudó bastante aquel año, e hizo que me sintiera tranquilo en mi trabajo, porque sabía que tenía toda su confianza.

Baltasar Garzón ha dedicado toda su vida a la educación. Primero como maestro y después como inspector. Será siempre reconocido por su excelente labor en ambas funciones, y recordado por todos los que lo hemos disfrutado de maestro, de compañero y de persona. No hace mucho, hizo un paréntesis en su vida profesional y estuvo cuatro años dedicado a su ciudad como concejal en el ayuntamiento de Granada.

Pues esta era la explicación que le quería dar al alumno que me preguntó que por qué elegí ser profesor, y que por falta de tiempo no le pude dar. Lógicamente, se la di una semana después, y ya aproveché para que pudiéramos hablar de muchos más temas relativos a la educación y al motivo de por qué estaban ellos allí en el instituto.


Un alumno se acerca a su maestro y le dice:

- ¡Don Manuel, que Ignacio me ha enviado al diablo!

- Y usted, ¿qué ha hecho?

- He venido a verle.


¡Vamos, venga!



Viernes, 29 de mayo



¡Buenos días , familia! ¡Venga, que ya está aquí el fin de semana!


Se encuentran dos amigos y dice uno:

- No sé qué hacer con mi abuelo. Se come las uñas todo el tiempo.

- Al mío le pasaba igual, pero le quité la manía en un momento.

- ¿Cómo? ¿Le ataste las manos?

- No, solo le escondí la dentadura.


Hoy os quiero hablar de las personas mayores, sobre todo de los abuelos. Pero no quiero hacerlo en un tono triste, sino como alabanza hacia ellos.

Una de las personas más bondadosas que he conocido en mi vida, ha sido Antonio Muñoz Bueno, mi suegro. Pero que por encima de todo, él, era el abuelo de mis hijos (o"el abuelito" como ellos le llamaban). Era una persona humilde, honrada, generosa, apacible, conversadora, cariñosa y con mucha paciencia para sus nietos. Le encantaba sacarlos por el campo y contarles miles de historias (sobre todo de la guerra en la que él participó), pero lo hacía con tal misterio, que los nietos estaban encantados de oírlas. Tenía once nietos, cada uno de una edad, y siempre supo tratarlos a todos por igual, dándoles el cariño necesario. Era conmovedor ver cuando los reunía a todos y les contaba alguna historia o anécdota. ¡Cómo todos, se arremolinaban junto a él y lo escuchaban muy atentos, con muchísimo respeto! Era digno de admirar. Era la conciencia de sus nietos. Era quien les decía lo que estaba bien o estaba mal, siempre con sabios consejos y ejemplos.

En cuanto a darles dinero, para eso ya estaba la abuelita Paula, que era la encargada de recordarle que no se le olvidara entregar la paguilla semanal a sus nietos. Siempre aparecía con algún detalle sin importancia, que había encontrado por sus paseos por el campo, y se lo regalaba a sus nietos presentándolo como si de algo mágico o misterioso se tratara. Jamás consintió a sus nietos, más bien los trataba como si fueran sus discípulos.

Ha sido una pena que mi hijo David, el más joven de los nietos, lo pudiera disfrutar durante tan poco tiempo, ya que el abuelo falleció días después de su primera comunión. Pero para eso están los demás primos, para recordarlo continuamente, para hablar de él y para que sea el centro de conversación o motivo de encuentro. Desde aquí les digo que, deben sentirse muy orgullosos del apellido Muñoz que todos comparten, aunque a veces yo invente polladas para reírnos un rato.

Era un hombre amable con todo el mundo y, lo vieras por donde lo vieras, siempre estaba acompañado de otras personas, hablando o haciendo lo que mejor sabía hacer, y que era todo un don; saber escuchar a los demás. Era un hombre muy conocido en su pueblo y él conocía a todo el mundo. Tanto, que cuando hablaba de otras personas se refería a ellos como parientes suyos, aunque no les uniera ningún lazo de sangre.

Si supierais lo que se puede aprender escuchando a los abuelos, imitando sus comportamientos. Si lo hiciéramos, seguramente; el mundo sería de otra manera, mucho mejor de lo que es. Son la sabiduría personificada y a ellos sí que habría que hacerles un verdadero homenaje ahora, y en todo momento.

Termino con la historia del abuelito diciendo que ojalá yo, que ahora empiezo a ejercer esa función, sea la mitad de ABUELO que lo fue él. Siempre lo recordaré con un adjetivo que como su segundo apellido lo definiría perfectamente; BUENO.

Si aún no habéis abrazado a vuestros abuelos, cuando las circunstancias lo permitan, hacedlo con mucha fuerza porque ellos no han estado preocupados por su salud ni por su vida en esta separación obligada. No, ellos han estado preocupados porque a sus hijos y a sus nietos no les ocurriera ni les faltara nada. Solo os piden una pizca de cariño, de calor y de reconocimiento. Abrazadlos con fuerza para que noten que sí que los comprendéis, y darles su dosis de lo que únicamente os demandan: cariño.

Y como conclusión; ojalá este confinamiento haya servido para descubrir qué personas de verdad nos quieren y siempre estarán a nuestro lado para lo bueno y para lo malo, qué personas darían sin dudarlo ni un momento, su vida por nosotros.

Hay millones de escritos referidos a los abuelos, y yo no quería ser menos en esta fase en la que ha dado por escribir. Así que, la introducción de hoy se la dedico a todos los abuelos, pero en especial: al "Abuelito Antonio" y a la "Abuelita Paula".


¡Vamos, que ya ha llegado el fin de semana!



Lunes, 1 de junio



¡Buenos días, familia! ¿Qué tal hemos pasado el fin de semana?

Pues sí, hoy entramos en junio; nuestro último mes de clase en este curso tan extraño.

¿Sabéis quién me acompaña todos los días en estos madrugones que me estoy pegando? Bonica, mi perrilla. Como no habéis podido conocerla, al no hacer ninguna excursión este año de esas que a mí me gustan con mis alumnos al margen de la escuela, permitidme que os hable de ella.

Nada más poner un pie fuera de la cama se viene conmigo a sentarse en un sillón al lado mío mientras os escribo esto. Lo hace en silencio y medio dormida. Pero cada vez que levanto la vista del ordenador, me la encuentro mirándome, como intentando decirme algo o comprendiendo lo que estoy escribiendo. Es tan fiel, tan leal, que no quiere dejarme ni un momento solo, y me trasmite la paz que necesito en este absurdo horario.

Nació en la madrugada del 5 de enero de 2014 (como regalo de Reyes) mientras nos encontrábamos de viaje en Madrid para ver el musical del Rey León, regalo de mi hijo Víctor por haberle preparado su boda. Aquel día tuve algunas sorpresas muy gratas.

Era la más pequeña de una camada de cinco cachorrillos, y al verla tan indefensa, no tuve ninguna duda y la escogí a ella. Hubo que alimentarla con biberón y temí por su vida hasta que cumplió unas cuantos meses. Era totalmente blanca con una mancha marrón en la oreja, y otra en el lomo. ¡Ajú, qué bonica y qué preciosa era!

Lo tuve claro desde el principio, se llamaría Bonica, porque realmente lo era y además, porque es una palabra muy granadina, muy mía. Si queréis haceros una idea de su apariencia, solo tenéis que mirar la foto que tengo puesta en el perfil de mi correo.

Desde entonces, no se ha separado de mí nunca (solo en los lugares donde no dejan entrar con perros y en los viajes donde no admiten mascotas). Cuando la llevé a Torre del Mar por primera vez todo el mundo por el paseo marítimo me paraba para decirle un piropo a mi perrilla. Una mujer me pidió acariciarla e hizo el siguiente comentario:

- ¡Qué perrita tan bonita! ¿Cómo se llama?

- Pues Bonica. Usted misma lo ha dicho.

Es muy inquieta y no para de ladrar, pero solo lo hace por miedo, que es su peor cualidad. Cuando ve que no corre ningún peligro puede llegar a ser casi empalagosa. Cumple perfectamente con su misión; avisa con sus ladridos cada vez que llega algún extraño a casa, o no tan extraño. Siempre dispuesta a caminar, aunque no le gusta que le ponga el collar (me habrá salido una perra libertaria y rebelde). Cuando el verano pasado hicimos el Camino de Santiago, la gente la miraba admirada cuando nos preguntaban que si ella también estaba haciendo el camino y les respondíamos que por supuesto. Caprichosa a la hora de comer (le gusta mucho más la comida de los humanos) y de escoger un sitio donde poner su cuerpo (le encanta echarse la siesta con David). Es puntual; sabe perfectamente a la hora que vuelvo de la escuela y moviendo el rabo dos minutos antes, ya está esperándome en la puerta. Y entonces yo le digo su frase preferida:

- ¿Qué hace lo más bonico del mundo entero?

Ella me entiende y se pone sobre dos patas para que la acaricie.

Yo hablo con ella, y no me tratéis de loco, porque creo que hasta me entiende cuando lo hago. En broma, yo les voy traduciendo a los que hay a mi alrededor lo que ella opina o dice y se produce una situación graciosa.

Dicen que todos los perros se parecen a sus amos, y puede que sea cierto. Yo la he visto tener una actitud muy parecida a la mía en algunos sentidos.

- ¡Mírala! ¡Tan a gustico en su sofá dormitando con los ojos entreabiertos!

Si existiera la reencarnación yo ya he pedido hacerlo en mi Bonica. Tiene la vida que cualquier persona pudiera desear: un buen hogar, comida de calidad, alguien que la quiera y que le dé cariño, una vida contemplativa y con muy poco trabajo, que la lleven de viaje y la saquen a pasear todos los días varias veces, que la respeten y que la cuiden... ¡Vamos, lo que yo os decía, que yo quiero ser como mi BONICA!


Hoy como única actividad, aparte de corregir las actividades del viernes, os voy a pedir que hagáis un control globalizado (preguntas de todas las asignaturas). La solución a esas cuestiones, SÍ quiero que me las enviéis a mi correo electrónico o mediante un wasap a mi número de teléfono durante esta semana. Esto no es como cuando os pedí que dierais señales de vida (que siguen faltando ocho), sino como algo OBLIGATORIO.

Dejo el control en este enlace:

https://grc.anaya.es/grw/4400956/docs/05_5prim_wea02_eval_compe.pdf

Os recuerdo mi correo: carmelomelgarejo@gmail.com
Y mi número de móvil: 622617931.


- Mi Bonica es extraordinaria. Cuando quiere me baila por sevillanas, cuando quiere me trae las zapatillas de casa, cuando quiere me canta por Pablo Alborán, cuando quiere me recita poemas de Lorca, cuando quiere...

- ¿En serio?

- Sí. Lo que pasa es que nunca quiere.


¡Venga, que empezamos!



Martes, 2, de junio


¡Buenos días, familia! ¿Continuamos con las clases?

¿Sabéis de lo que tengo muchas ganas? De ir a contemplar el mar y de sentirme pequeño ante la inmensidad de sus aguas. Y quedarme allí muy quieto.

Mirando al mar soñé, que estabas junto a mí, dice una canción antigua que cada vez que llego allí tarareo sin cesar. Para nosotros, los de interior, el mar nos hace soñar. Para las gentes del lugar, que ellos llaman la mar, es mucho más que todo eso. Es quien les da de comer; por eso es femenino, como una madre que da de mamar a sus hijos.


Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!

Rafael Alberti

 ¡Qué bonito! ¿Verdad?

Para mí, ir a Torre del Mar (donde tengo mi segunda residencia fruto de mi destino como maestro en Málaga durante varios años,) no significa ir a la playa. Yo lo disfruto de otra manera.

Con las primeras luces del alba, me encanta ir a pasear por la orilla, sin más sonido que el de las olas y alguna que otra gaviota chillando. Me dejo rozar los pies por sus aguas, la piel por su brisa y percibo ese olor intenso a mar. Uno de mis mayores placeres es tomarme un café, sin prisas, sentado en una cafetería del paseo de Algarrobo Costa, a escasos metros de la orilla, y estar solo mirando al mar.

Para cuando empieza a apretar el calor, vuelvo al apartamento a recoger mi silla, mi libro y mi sombrilla y me voy a disfrutar de la soledad de la playa. Antes de imbuirme en la lectura, me doy un baño, y ya sí, me dejo llevar por el libro en este lugar tan ideal.

No me gustan las multitudes, ni tampoco tumbarme al sol con los gritos de los chiquillos y sus salpiques de agua y de arena, así que en cuanto empieza a llegar el bullicio, recojo y me marcho. Sé que muchas personas, esto es precisamente lo que buscan en sus destinos de verano; que haya mucha gente . Yo no, a mí lo que me gusta de la playa es la tranquilidad que me produce su silencio intermitente de cada vez que una ola rompe y se va. También me gusta observar los cambios de tonalidades de sus aguas; es increíble la de azules y verdes que puedan existir. No hay dos días iguales, y nada más asomarme al mar noto los cambios de estado que tiene éste: enfurecido, quieto, levantado, tranquilo como una balsa de aceite, ruidoso, apagado, limpio... hasta sonriente. De nuestro amigo Federico os dejo estos versos:

El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.

En estos versos Lorca ha utilizado un recurso literario llamado prosopopeya o personificación, que consiste en atribuir a los seres inanimados características propias de seres animados.


Desde que el hombre es hombre ha intentado dominar el mar; algo que nunca ha conseguido. Es fuente de riqueza para las gentes que allí viven y ha sido objeto de muchas guerras porque; ¡es tanto lo que nos puede ofrecer!

Yo os pediría que cuando vayáis al mar, intentéis verlo con ojos nuevos, porque no es como nuestras montañas que permanecen inmóviles y casi siempre con la misma apariencia. No, el mar es cambiante y cada día nos ofrece algo nuevo que lo hace diferente del día anterior. ¡También se puede aprender a mirar al mar!


Para empezar bien el mes, aunque hoy sea ya día dos, hoy os voy a contar tres chistes cortos del mar. Son cortos y malos, pero a mí me hicieron gracia cuando los escuché.

- ¿Por qué el mar es azul?
- Porque hace:"blue, blue".

- ¿Por qué el mar no se seca?
- Porque no tiene toalla.

- ¿Por qué el mar tiene tanta espuma?
- Porque la sirenita se llama Ariel.


¡Venga, que ya quedan pocos días para las vacaciones del verano!




 Miércoles, 3 de junio


¡Buenos días, familia! ¿Cómo nos encontramos hoy?


Continuando con la historia de nuestro pueblo, hoy me gustaría hablaros de cómo era Gójar cuando yo tenía vuestra edad. Recordarlo con los ojos de un niño en edad escolar, como vosotros.

Había dos barrios en el pueblo separados por el agua. Sí, hoy apenas se puede ver, pero entonces el Canal Alto estaba al descubierto y era el encargado de separar fronteras y de suministrar agua a la vega del pueblo, por lo que también separaba las tierra de secano de las de regadío. Si había un canal alto, tenía que haber un canal bajo, y éste era una acequia: la Acequia Baja. El riego de esas tierras de vega se llevaba a cabo por medio de chorros y de ramales, que se convertían en el elemento de juego más importante para los niños del pueblo.

¡Mira a ver si va agua por el chorro!- Nos decían nuestras madres.

Y nosotros volando íbamos a comprobarlo, porque si venía, ese día se convertiría en un día muy especial de juego con los amigos y conocidos.

Pues, esos dos barrios se llamaban: el de Arriba y el de Abajo. El barrio de Arriba era muy reciente y las calles y casas seguían un patrón de cuadrícula. Por el contrario, el de Abajo se remontaba a la época de la invasión musulmana, y había viviendas pequeñas y apiñadas en calles sinuosas y estrechas, junto a verdaderos palacios y algunas casas grandes dispersas.

Para que os situéis, la localización del límite entre un barrio y otro, estaba entre la Placeta del Pino y toda la calle Canal Alto (donde se pone el mercadillo). Pues es como si aquí, el pueblo se dividiera en dos localidades distintas. y por tanto, de rivalidad entre ellas dos.

Al final, se tenía que decidir qué barrio era mejor, en un partido de fútbol. Para ello, cada barrio escogía a los mejores jugadores de cada uno, sin importar mucho la edad de los participantes, y se ponía fecha y hora para su disputa. Lógicamente, el campo de fútbol se situaba en la era más grande (donde hoy se está la pista polideportiva de nuestro colegio, más o menos). Ese día hasta los equipos contaban con sus respectivas aficiones, y se jugaba con un balón de reglamento. No había árbitro, y las porterías eran dos palos verticales. Tampoco existía la norma del fuera juego, y las faltas tenían que ser muy claras para que el mismo jugador que la recibiera cantara en voz alta: "¡Falta!" (lo que a veces daba lugar a una discusión).

Aquello era todo un acontecimiento, tanto si jugabas como si no, y la polémica estaba servida.  Los partidos siempre terminaban en bronca o en peleas. El que ganaba, se sentía campeón, pero el que perdía no asumía la derrota y les decía a los otros que habían hecho trampa, que habían ganado con fullería, y terminábamos todos peleados.

Durante un tiempo ni te mirabas, ni te hablabas con los del otro barrio. Era como si fueran tus enemigos, y la verdad es que se pasaba bastante mal, porque siempre tenías amigos que pertenecían a un barrio diferente al tuyo. Con el paso de los días, la situación se normalizaba, hasta que alguien volvía a sacar la rivalidad y... ¡vuelta a empezar!

Yo nací y viví en el Barrio de Abajo, y eso siempre lo he llevado con orgullo, aunque ahora comprenda que aquel debate, aquella rivalidad no era buena, y hacía que sacáramos lo peor de cada uno de nosotros.


Todos los jugadores del equipo de Abajo decidieron pintarse un número en negro en su camiseta para ese importante partido. Llegó el día tan esperado, y uno se presentó con el número pintado en rojo. Ante la discusión surgida, el capitán del equipo se dirigió a él y le preguntó:

- ¿Por qué llevas tú pintado de otro color el número?

- Porque yo me llamo Domingo.

(El domingo va en rojo en el almanaque y los demás números, en negro.)


¡Vamos, venga, que este era el chiste!



Jueves, 4 de junio



¡Familia, buenos días! ¡Venga, que ya esto está terminado!


El agua. ¡Qué importante es el agua para la vida de las personas!

Solo había un punto de agua limpia en el pueblo, y éste se encontraba en el Pilar de la Plaza, que aún siendo no potable, era de la que todos bebíamos.

No. Como bien habréis supuesto, no existían canalizaciones que te llevaran el agua a tu casa. En las casas no había agua.

El segundo punto de reunión, y puede que más importante que el primero (las eras), estaba en la plaza del pueblo, más concretamente en el pilar. Allí se reunían las personas y, mientras les tocaba el turno para llenar los dos botijos de agua, se hartaban de cascar. Si había una obligación que nos gustara hacer a todos los niños, era que nos mandaran a por agua al pilar.

Se organizaban los turnos y se pedía la vez en cuanto llegabas. Una vez hecho esto, ya sabías de cuánto tiempo disponías para jugar. Te molestaba que la cola del agua fuera corta y te quitara a ti un buen rato de juego.

Como en la leyenda que os conté del Acueducto de Segovia (¡qué bonita es Segovia y cuantos recuerdos me trae a la memoria!), la vuelta a casa era insufrible; cargado con cuatro o cinco kilos por brazo. Hacía que te cagaras en "to" y desearas venderle tu alma al Diablo con tal de no tener que soportar ese peso día tras día. Sí, como en la leyenda.

El agua del pilar solo se utilizaba para beber y para cocinar. El resto, es decir; la de los animales, la de fregar, la de asearse y la de limpiar, las traíamos en cubos ("carderos" decíamos nosotros) directamente del canal, acequia o chorro más cercano.

No, desde luego no necesitábamos gimnasios para tener un cuerpo fuerte y bien moldeado, con hacer esta actividad dos o tres veces al día, ya tenías suficiente. Nos gustaba esta obligación por el rato de juego que nos podíamos tirar, pero la odiábamos por el esfuerzo tan tremendo que un niño de diez años tenía que soportar día tras día al transportarla a casa.


El aseo se realizaba con una zafa de agua para toda la familia. Con ella te lavabas la cara, y pare usted de contar. Los padres la utilizaba para afeitarse cuando se habían aseado todos. Una vez a la semana tocaba baño, para lo cual había que llenar una tina de agua y poner a calentar un olla para que aquello cogiera una temperatura, y no helarnos. Todos iban pasando por esa tina, pero ahora en orden inverso a lo habitual; desde los más pequeños a los más grandes. ¡Que no, que no se volvía a llenar de agua, que ese agua tenía que servir para todos! No seáis mal pensados, que ahora me ducho todos los días y, además, huelo bastante bien.

Lo de ir al baño, que ni tan siquiera existía en las casas una habitación para tal fin, era mucho más fácil. Si estabas en casa ibas al corral y allí hacías tus necesidades, y si estabas fuera; en cualquier parte (siempre controlando para que no te vieran).

Vosotros no le dais importancia al agua porque con el simple hecho de abrir un grifo, ya la tenéis. O al tirar de la cadena, desaparece lo que allí hubiera. Pero el agua es un bien muy preciado que no deberíamos malgastar, y eso os lo digo yo, que me he pasado hasta los quince años sin agua en casa. Hay que darle la importancia que se merece y que nunca debería haber perdido; ¡es tan necesaria!


Agua, ¿dónde vas?
Riendo voy por el río
a las orillas del mar.

Mar, ¿adónde vas?
Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.

Chopo, y tú ¿qué harás?
No quiero decirte nada.
Yo..., ¡temblar!

¿Qué deseo, qué no deseo,
por el río y por la mar?
*Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están.

                    Federico García Lorca

*Yo hubiera puesto: Dos pajarillos sin rumbo.



Un muchacho que no se lavaba nunca le pregunta a los otros niños:

- ¿Por qué no queréis que juegue con vosotros?

- Porque hueles que apestas.

- Pero si yo me baño todos los días.

- ¡Pues ya es hora de que vayas cambiando el agua!


¡Otro, otro!

- Papá, se me ha caído el burro al pozo.

- Pues échale cebada, que agua no le va a faltar.


¡Vamos ya!



Viernes, 5 de junio



¿Veis qué pronto ha llegado el fin de semana, familia?


No. Aunque creáis que aquella vida era más divertida, más fresca, más de aventura, yo no la cambiaría por la de ahora.

No teníamos apenas niñez.

Con diez años tus padres ya te pedían que ayudaras económicamente en la casa porque con lo que ellos ganaban, no había suficiente ni para comer de forma decente.

La recuerdo como una época de hambruna, y esto es tan cierto, como que en la escuela te daban leche en polvo para paliar un poco las carencias nutricionales que teníamos, y que hacían que muchos niños no se criaran sanos del todo. Nosotros éramos ya conscientes de que la comida era algo fundamental y muy valiosa. Tanto, que si se te caía un trozo de pan al suelo lo recogías, le soplabas, le dabas un beso y te lo comías con más ganas todavía.

Para ayudar un poco en casa, estabas deseando que llegara la época de la rebusca. Esto consistía en recoger lo que se había quedado en la tierra una vez terminada la cosecha, y que cualquiera podía hacer. La mejor pagada, aunque también la más penosa, era la rebusca de la aceituna. Por grupos de amigos, en invierno, nos íbamos por los olivares recogiendo las aceitunas que se habían quedado en el suelo, bien porque estaban clavadas o porque tenían tachas. La llevábamos al molino y nos la pagaban a precios irrisorios, ya que el molinero decía que aquello no servía para nada. Para que la próxima vez nos dieran algo más de dinero, aparte de rebuscar, "cogíamos prestadas" aceitunas limpias de algún olivo que aún no estuviera vareado o que no se hubieran recogido los suelos. Y revuelta con la mala, de nuevo ibas a venderla al molino. Entonces lo perdías todo, porque el molinero nos amenazaba con llamar al guarda para que dijéramos a quién se la habíamos robado. Tú dejabas la bolsa allí, y salías corriendo.

Con doce años eché mi primera peonada en el campo. Yo era el más alto de mis amigos, y los patrones se fijaban mucho en este detalle a la hora de escoger en la plaza a los niños para la faena de ese día. A las cinco de la mañana, con un bocadillo atado en un trozo de tela, me presenté en la plaza muy nervioso para montarme en aquel remolque del tractor que nos llevaría al lugar de trabajo. Íbamos a recoger patatas (a coger "papas"). Antes de las seis ya habíamos arrancado las matas y dejado el arroyo limpio para que la yunta con el arado pasara abriendo los surcos y las dejara a la vista. En esta labor, te ponías chorreando con el rocío de la mañana. A continuación, ya sí que recogías las "papas", que era casi más agradable que la tarea anterior. Te daban una espuerta grande por pareja y cada uno iba recogiendo su surco. El que iba más adelantado era el que normalmente tiraba de la espuerta, e incluso echaba una mano al otro antes de terminar el arroyo. Con la espuerta llena, te ibas al remolque y las depositabas allí. Así una y otra vez, sin parar.

A las diez era la hora del bocadillo. Descansabas durante veinte minutos, y te sentabas en el suelo a devorar el trozo de pan con lo que llevara dentro y a escuchar las historias que contaban las personas mayores. Si habías demostrado ser ya un hombre en el trabajo, te ofrecían hasta un cigarrillo. Volvíamos al trabajo, y los capataces te picaban con los otros muchachos para ver quién era el más rápido (se decía el que más cojones tenía para trabajar). Aún me acuerdo de que aquel día terminé reventado y me dolía hasta el aliento. Tuve que hacerlo muy bien en el campo aquel día, cuando siguieron escogiéndome durante muchos más. Nos pagaban una tercera parte que a los adultos, y eso que habíamos hecho el mismo trabajo. Pero entregar mi primera paga en casa a mi padre, me hizo sentirme muy orgulloso.

Ahora puede que entendáis un poco que para mí, ir a trabajar de camarero a Calahonda fuera como unas vacaciones; aquello no era tan duro como el trabajo en el campo y se ganaba cinco veces más. Además, con las propinas que me daban los clientes y los ratos libres de playa, hasta parecía un niño rico.

En mi primera temporada de trabajo de camarero, apenas contaba con catorce años. Por eso os decía al principio que la niñez no me duró nada. Pero es que las etapas de la adolescencia y de la juventud, se me fueron entre estudios y trabajo. Sí, también trabajaba en la tienda de mis padres, y los fines de semana, en un restaurante. El poco tiempo que me quedaba libre se lo dedicaba a mi hermano Elías. Por lo que casi pasaron estas etapas de puntillas por mi vida, casi desapercibidas. Mi único pasatiempo era soñar.

Con veintidós años ya era un adulto hecho y derecho con un trabajo fijo. Me casé con veintitrés, y a los veinticinco tuve a mi primer hijo. Hoy con esa edad, las personas son prácticamente adolescentes.

Era muy dura la vida en los pueblos, y aunque me traiga tan buenos recuerdos, se pasaban momentos muy difíciles y penosos. No, yo quiero volver a aquellos años. Sí, es verdad que tuve periodos maravillosos que jamás olvidaré, pero si pusiéramos en una balanza lo bueno y en otra lo malo, ganarían por goleada estos últimos. No siempre tiempos pasados fueron mejores.


Estábamos hace algunos años el grupo de amigos en el bar para ver un partido de fútbol, cuando en la alineación del Real Madrid salió el nombre de Kedira (jugador recién incorporado al equipo, traído desde la selección alemana), entonces mi amigo Fernando, que le saca punta a todo y es ingenioso como él solo, comentó:

- ¡Mira, se llama como mi mujer!

Yo pillo rápido todo lo que él dice, pero esta vez me dejó perplejo, y tuve que preguntarle que a qué se refería. La explicación que me dio no me la esperaba jamás, y dio lugar a uno de los mejores chistes que he escuchado en mi vida:

- Es que anoche cuando  llegué a casa le dije a mi mujer: "¡ Kedira, ya estoy de vuelta!".

- Anda, ve y te acuestas que ya hoy has bebido suficiente - me respondió ella.


(Como sé que es difícil, lo explico un poco. Él quería decirle: "¡Querida, ya estoy de vuelta!" y se le trabó la lengua al hablar por el alcohol y dijo: "Kedira, ya estoy de vuelta".)

Pero lo mejor del caso es que esto realmente no le ocurrió. Se inventó el chiste sobre la marcha al ver una palabra rara escrita. ¡Hay que ser ingenioso y creativo!


* Si alguien aún no me ha entregado el control de competencias del lunes, aún está a tiempo.

¡Vamos, que ya estamos terminando la semana!


¡Compañía, rompan filas! Que paséis un buen fin de semana. Nos vemos el lunes.



Lunes, 8 de junio



¡Buenos días, familia! ¿Cómo habéis pasado el fin de semana?


¿Sabéis lo que estoy pensando? Que esto al final os está gustando y ya me echáis, aunque sea un poquito, de menos los fines de semana.

¡Pues si queréis más, aquí está el tío!

No, yo no paro ni los fines de semana. tengo que tener trabajo adelantado, y ahora mismo, que son las seis de la mañana, del viernes 5, estoy escribiendo lo del lunes que viene. Pero es que casi tengo perfilado (en guion) el del martes y el del miércoles. A ver si consigo, la semana que viene (es decir, esta porque vosotros lo estáis leyendo ahora) que tenemos puente, descansar al menos tres días y bajar a la playa a relajarme un poco. Sí, esto que hago todos los días, me está llevando bastantes más horas de las que echo en la escuela, y termino agotado muchas noches.

Acaban de enviarme un artículo muy bueno que habla de la educación; que si ya estaba en jaque, con esta nueva situación puede darle el mate. Internet tiene millones de posibilidades, pero no estamos sabiendo aprovecharlas. Yo me estoy nutriendo de muchas cosas buenas que tiene, y si os soy sincero, estoy aprendiendo muchísimo. Vosotros recibís cientos de vídeos en los que me he tenido que buscar un profesor sustituto que os explique lo que yo no puedo hacer. Pero es que para esa selección, he tenido que tragarme miles de vídeos educativos antes, para escoger el que mejor se adapte a mi forma de ser o a los contenidos que quiero transmitiros.

Pero esto no es suficiente; falta un elemento muy importante que es la comunicación entre nosotros, la interrelación entre personas. Yo me siento satisfecho, en parte, porque por medio del blog, de los correos y de wasaps, estoy consiguiendo seguir en contacto contigo, y he de darle las gracias a internet por acercarme a ti.

Muchos días me pongo en contacto con vuestro profe Francisco, que sabéis que es mi amigo, y hablamos de vosotros. Él os conoce bastante mejor que yo porque se ha tirado dos años acompañándoos. Yo, desgraciadamente, solo he tenido cinco meses para hacerlo, y cuando lo estaba consiguiendo nos pilló esto. Ahora en vez de conoceros yo a vosotros, habéis sido vosotros los que me estáis conociendo a mí a fondo. Pero es que además, hay muchísimas personas que también lo hacen. Y no sé si esto es bueno, porque estoy poniendo al descubierto todos mis secretos de por qué siempre a mis alumnos les ha quedado tan buen recuerdo de su paso por mis clases y además, de cómo soy yo de verdad, de maestro y de persona.

Como os decía el otro día, me estoy desnudando demasiado, en este tiempo en que la tecnología nos está permitiendo poner muchas cosas nuestras, pero en el que tan poco sinceros somos con lo que escribimos, porque nos da miedo que los demás conozcan demasiado lo que se cuece en nuestra cabeza. Utilizamos las redes sociales y nuestro tiempo para poner fotos, imágenes o polladas, y nos estamos encerrando en ese mundo tan virtual en el que queremos dar una apariencia distinta a la real. Habría mucho que comentar con respecto a este tema.

Me alegro mucho de que algunos hayáis descubierto que, esto, puede ser más útil, más cercano y más sentimental de lo que nunca habríais imaginado. Y estoy recibiendo muchos comentarios que me hacéis al respecto vosotros, vuestros padres o personas conocidas o desconocidas que me están haciendo llegar lo que piensan y sienten. A todos, muchas gracias, porque estas palabras son las que me animan a mí a seguir con esta tarea que me propuse como objetivo nada más enviarnos a casa a todos, con todas las incertidumbres que aquello suponía.

¡Que sí, que lo estamos consiguiendo entre vosotros y yo!

- ¡Bueno, profe! ¡Qué charla nos acabas de dar! Ahora tendré que leerlo de nuevo para ver qué nos quieres decir.

- ¡Venga ya! Si ya sé que me pilláis a la primera. Si vuestra comprensión lectora se ha multiplicado por diez en este periodo. ¿Sabéis cuantas palabras mías os he puesto ya? ¡Más de cincuenta mil; un libro entero! ¡Que es cierto! Como lo escribo también en Word, para tenerlo en un formato por si algún día se me ocurriera publicarlo en papel, me dice cuántas llevo cada día. ¡Muchas! ¿Verdad?


- Abuelo, ¿por qué estás delante del ordenador con los ojos cerrados?

- Porque window me ha dicho que cierre las pestañas.


- Se abre el telón y aparecen el uno y el dos llamándose por el móvil. ¿Cómo se llama la película?¿No? ¿Os rendís ya? Pues: "¿Está el tres?" (Haciendo referencia a la pronunciación de la película Star Trek.)


¡Vamos ya, que se nos echa la mañana encima!




 Martes, 9 de junio


¡Buenos días, familia! ¡Qué cortica se nos va a hacer esta semana!


Uno de los primeros días del confinamiento, se me ocurrió, para alegrar y animar a la peña, publicar un poema mío en el grupo de wasap de la quiniela. Se trataba de dos estrofas muy bien pensadas y con una medida y una rima perfectas; una redondilla y una cuarteta.

- ¡Hasta la polla! ¿Cuánto
   nos queda para salir?
  ¡Esto es un sinvivir!
- ¡Ya! Nos os quejéis tanto.

- ¡Otra vez domingo es,
  y yo sin pisar la calle!
  ¡Estoy "jarto", ¿no lo ves?
  ¡No me digas que me calle!

Carmelo Calderón de la Polla

Apenas tuvo repercusión y, salvo un par de comentarios cortos positivos, hubo mucha indiferencia, y algún comentario que hacía alusión a que siempre decía lo mismo y utilizaba la misma palabra, me sentí mal.

Entonces decidí mandar algún poema de los que le había escrito a mi nieta, y ahí algunos tuvieron que rectificar, u opinar que no estaban mal. Ya pienso que les he dejado claro que sé cómo se escribe un buen poema, que domino el arte de la poesía, y que a partir de ahora dejo de firmar mis escritos, salvo en contadas ocasiones, como Carmelo Calderón de la Polla y paso a ser: Carmelo Melgarejo Millán. 

Era un buen poema, pero me he dado cuenta de que la la firma, que yo pensaba que estaba muy bien puesta, restaba importancia al mismo, y todo el mundo se quedaba en la superficialidad, en lo fácil.

No, la poesía no es nada fácil, porque aparte de sonar bien, tiene que transmitir un mensaje o unos sentimientos. Lo cual, la hace mucho más difícil que un texto escrito en prosa, donde no estás sujeto a tantas normas; como por ejemplo ocurre con lo que estoy haciendo ahora mismo.

No todo el mundo es capaz de llegar a entender un poema, y de hecho, a la vista está, que quitando a los raperos (de los cuales yo despotricaba mucho hasta que mi hijo David me ha dado a conocer a verdaderos maestros en el arte de la rima en este campo, y me ha hecho cambiar de opinión) cantantes (¿os acordáis de Joaquín Sabina?) y algunos escritores... la poesía está muriendo y cada vez la consumimos menos. ¡No, la poesía no está ya de moda! (¡Como si habláramos de una prenda de vestir!).

Pienso que tenemos los mejores poetas que ha dado la literatura universal, y así se reconoce en muchos países del mundo, pero nosotros, ¡ay, nosotros! le hemos quitado la importancia que se merecen.

Ahora que ya nos podemos juntar, de vez en cuando, les recito algo a esos amigos, y así pueden decirme a la cara lo que piensan de mi poesía. Sigue habiendo indiferencia por parte de algunos, puede que un poco de envidia en otros, hasta noto cierta crítica, pero sí que he calado hondo en algunos, y de vez en cuando me alaban lo que escribo o recito.

No solo se puede expresar sentimiento cuando se habla de fútbol, de política o, como en estos días, del coronavirus. También se pueden expresar sentimientos desde un poema: muchos más de lo que la gente se piensa.

Pues sabéis lo que os digo: que intentéis ser vosotros mismos siempre- No podemos ser fotocopias de nadie, por muy guapos, por muy chulos y por muy interesantes que os parezcan. Tú eres tú; y eres irrepetible, con tus defectos, con tus virtudes, con tu físico, con tu forme de ser, pero eres tú, no intentes imitar a alguien del que ni siquiera sabes lo que piensa.

Tampoco podemos dejarnos llevar por la opinión que tengan de nosotros. que en el momento que te desvías del camino trazado por otros, te llaman raro. Tenemos que ser originales y actuar siempre con el sentido común al hacer o decir algo.


LXVI. ¿Por qué te escribo poemas?

Para expresar sentimiento
y para narrar tu vida
he escogido este medio
que se llama poesía.

Hoy es mi cumpleaños
y lo que más desearía
sería leer un escrito
de mi infancia, de mi vida.

Por eso yo estoy contando
cómo es tu día a día
en este tu primer año
y desde mi perspectiva.

Ya lo sé que tienes fotos,
ya lo sé, pequeña mía,
y también que tienes vídeos,
¡pero es que faltan las rimas!

Falta expresar con palabras,
palabras que estén escritas,
sentimientos hacia ti
que si no, te perderías.

Pues ese, es el motivo.
¿Entiendes ahora, Iria,
del pesado de tu abuelo
de escribirte poesías?

Carmelo Melgarejo Millán




- Caballero, ¿usted qué opina de la poesía?

- Pues la poesía llega a casa, la poesía revisa los cajones, la poesía encuentra cosas, la poesía lleva a mi primo preso...

- No, no. Me ha entendido mal. Yo le preguntaba por los poemas.

- ¡Los poemas van a venir ahora para sacar a mi primo de la cárcel!


* ¡Si es que el otro era del Polígono con su forma peculiar de hablar! Y había confundido poesía con policía ("poisía").



¿Nos ponemos ya? ¡Vamos!



Miércoles, 10 de junio



¡Familia, buenos días! ¡Ya ha pasado esta semana!


Otra vez el paso del tiempo que, en este caso, vuela. Cuando volváis a leer algo mío, nos habremos metido ya en mitad de junio y, por tanto, quedarán apenas siete días para haber terminado este curso tan especial.

La verdad es que este año había tenido mucha suerte. Por fin daba el paso a quinto (me gustan los alumnos mayores) y de compañero seguía teniendo a vuestro profe Francisco, con el que me lo paso genial. Todo era demasiado perfecto para terminar mi andadura por la escuela. Pero con lo que no contaba, era con que de pronto me quitarían a los alumnos, los mandarían a casa y me pedirían que yo les diera clases desde la mía.

Parece sacado de una película, ¿verdad? Pues no, vosotros bien sabéis que esto es cierto, que esto está basado en un hecho real, y que nos está ocurriendo en realidad.

No sé lo que habréis aprendido, porque eso solo os lo noto cuando os tengo cara a cara mirándoos a los ojos. Desprenden un brillo especial y vuestro rostro se relaja con una medio sonrisa. Ahí es cuando yo me doy cuenta de que lo que os he dicho o enseñado en ese momento os ha llegado dentro. Pero creo que, aún sin mi presencia, ha sido mucho el aprendizaje, y no solo hablo de la escuela.

Mirad siempre a los ojos a las personas cuando os hablan o cuando os escuchan; se dice mucho más con una mirada que con mil palabras. No sé si os dio tiempo en fijaros en cómo no os pierdo vista casi nunca. Si explico en la pizarra, continuamente me estoy dando la vuelta para ver si seguís mis explicaciones; y si estoy en la mesa, suelo hacer barridas regulares con la vista por todos mis alumnos.

Los ojos, los ojos dicen tanto de nosotros; decimos tanto con ellos...

Por eso no entiendo cómo estamos cambiando esta forma de comunicación por otra que, aunque a veces tenga ventajas, nos está convirtiendo en gilipollas. Ya se ve gente por ahí que está frente a su pareja o amigo escribiéndose por el móvil, como si no pudieran decirlo a viva voz. No, cada cosa en su sitio. Jamás cambiéis una situación de comunicación real cara a cara por esta tontería.


Mi primera matrícula de honor en la universidad, la saqué en la asignatura de matemáticas. ¡Qué cacho de profesor me encontré ese año! Explicaba como los ángeles, y a mí me extrañó que no aprobara toda la clase, porque te lo ponía todo muy fácil, dentro de la dificultad de las matemáticas.

Solo tenía un problema; era demasiado joven y le daba vergüenza mirarnos a los ojos. Explicaba siempre de cara a la pizarra, y cuando se sentaba en su mesa, miraba hacia abajo, a los apuntes que allí tenía. Jamás nos miró a los ojos.

Esto algunos lo aprovechaban para murmurar y algunos hasta molestaban, perdiendo el tiempo. Y esta es la explicación que le doy a quienes suspendieron, porque como os decía, lo bordaba en la pizarra. A veces yo me sentía mal por el comportamiento de algunos
 compañeros, pero os juro que jamás perdí la concentración en las explicaciones.

Si este profesor nos hubiera mirado a los ojos, hubiese sido el enseñante perfecto, y todos los alumnos hubieran sacado un diez en su asignatura.

Pero como la perfección no existe, vosotros intentad sacar de cada profesor que os toque, en el montón de años que aún os quedan en el mundo de la educación, el máximo partido posible. Todos os aportarán algo positivo.


- Señor, ¿usted está bizco?

- No. Lo que pasa es que tengo el ojo izquierdo tan bonito, que el otro se le queda mirando continuamente.


- Doctor, ¿cree que voy a perder los ojos?

- No lo sé. Yo se los voy a poner en un frasco, y si los pierde, eso ya es cosa suya.


¡Vamos, un último esfuerzo!




Lunes, 15 de junio


¡Buenos días, familia! ¿Qué tal ese aperitivo de las vacaciones del verano?


Sí, ya entramos en la cuenta atrás, ya solo quedan, quitando hoy, cuatro días de clase. Esto ya está tocando a su fin.

Estos días me han servido para relajarme un poco. Pero no he dejado de pensar en que son los últimos y en cómo afrontarlos en el blog. Seguro que se me quedan muchas ideas en la cabeza que me gustaría haberos trasmitido, pero, por otra parte, pienso que tengo todo un curso por delante con vosotros, y de manera presencial, para seguir con esto que hemos empezado debido a estas circunstancias tan especiales.

Sí, puede que suene a despedida, y no lo voy a poder evitar en estos últimos días.


En cuanto lleguemos en septiembre quiero plantearos una salida, pero solo con vosotros. Tengo que conoceros mejor, y es ahí donde yo puedo notar cosas que en el aula no percibo. A las personas hay que conocerlas en distintos ámbitos o lugares, donde a lo mejor nos sorprenden por su forma de ser. No, no me ha dado tiempo a conoceros. Sé cómo sois cada uno de vosotros en el ámbito escolar, pero no sé cómo os desenvolvéis en otros lugares, que tanto os hacen cambiar. Porque ahí, es donde realmente sois vosotros mismos.

Creo que habéis descubierto en mí una persona un tanto distinta a la que recordabais de clase, y de esto es de lo que os hablaba en el párrafo anterior; me habéis conocido mejor. Pero yo sigo sin conoceros a vosotros; necesito más tiempo, más contacto real con vosotros para saber qué os gusta, cómo os comportáis en el día a día fuera de la escuela, cuáles son vuestros sueños, cuáles vuestras preocupaciones.

¡Pues no que me he asustado al pensar que esto ya terminaba aquí!

- ¡Que no, que aún nos queda un curso por delante!


Hay infinidad de juegos para que tengas una primera toma de contacto cuando te encuentras en grupo, y que algún año he practicado a principios de curso, pero la experiencia me dice que, aunque sea muy útil para algunos, hay gente que lo pasa muy mal y da lo peor de sí mismo (a mí me ha pasado alguna vez), por eso, prefiero conoceros en un ambiente más distendido (relajado, que luego hay algunos que me dicen que pongo cosas muy difíciles para alumnos de quinto) y poco a poco. La verdad es que conocer a una persona nos es fácil, necesitas meterte dentro de su mente para imaginarte lo que piensa y por qué hace o dice las cosas de esa manera. Todos sois increíbles y eso mismo os daréis cuenta cuando conozcamos un poco mejor a las personas. ¡Hay tanto que esconden y que, hasta pasado un tiempo, no descubrimos de ellas!


- Doctor, ¿me reconoce?

- ¡Pues no, ahora mismo no caigo!


Tengo que pediros un último favor, y es, que como os dije días atrás, me tenéis que volver a enviar, por la vía que os resulte más cómoda, las respuestas a la prueba que os pongo a continuación. Anda, haced un último esfuerzo y ya os prometo que no os pido nada más. Que sí, que esto sí que es OBLIGATORIO. Tenéis toda la semana para enviármelo, y os doy de antemano las gracias por hacerlo.

https://grc.anaya.es/grw/4400956/docs/05_5prim_wea03_eval_compe.pdf



¡Venga, que ya estamos en la última semana de clase!



Martes, 16, de junio



¡Buenos días, familia! ¿Cómo no encontramos?


La anécdota más extraña, la más rara, donde más miedo he pasado, me ocurrió estando de maestro en el colegio del Olivarillo, en el Padul.

Esto me sucedió en mi primer año allí (al final estuve tres cursos en ese centro). Ese año era tutor de octavo de EGB, y, por tanto, me tocaba preparar el viaje de estudios. Eran las fiestas del pueblo y para recaudar fondos, se me ocurrió montar una caseta en la feria. Todo el mundo nos prestó ayuda ( negocios, padres, hermanos, amigos...) y tuvo un éxito tremendo, ya que conseguimos casi todo el dinero suficiente para hacer un buen viaje de estudios.

Había sido un día y una noche demoledoras, ya que era el último días de las fiestas. Eran las cinco de la mañana e iba de vuelta para descansar algo en casa, y con el dinero recaudado en el bolsillo, cuando el coche se me averió cerca de Otura. Para esperar a que amaneciera y poder acudir a un taller, me recosté en el asiento del vehículo a dormitar un rato. Con las primeras claras del día me fui andando en busca del taller de reparación más cercano, donde me recibieron muy amables, y fueron con una grúa a por el coche para arreglarlo. Ya dejé el coche allí, y como desde Otura no hay autobús a mi pueblo, me puse en la carretera por si pasaba algún conocido y que me hiciera el favor de acercarme a Gójar.

De pronto, un coche que iba en sentido contrario se abalanzó sobre mí intentando atropellarme. Yo me asusté mucho y salté hacia atrás, y lo último que recuerdo es verme apoyado contra el capó y un policía de paisano sujetándome fuerte y otro, cacheándome tras un interrogatorio constante. Me pidió la documentación, y le dije que la tenía en el coche. Que yo era maestro, y  venía de la feria del Padul, porque allí habíamos montado una caseta con el fin de sacar dinero para un viaje de estudios, y que mi vehículo se encontraba en el taller. Me temblaban las piernas.

No se creyeron nada de lo que les dije, y me pidieron que sacara todo lo que llevaba en los bolsillos. Ahí empecé a ponerme nervioso, porque tenía cien mil pesetas (600 €) en el bolsillo trasero. Cuando las saqué, de nuevo empecé a explicarle de dónde procedía el dinero. Pero ya estaba claro que no me creían, y por la radio escuché decir que ya había atrapado a uno.

Entonces comenzó un interrogatorio aún más exhaustivo, y continuamente me preguntaban que dónde estaba el otro. Yo volvía a repetir la historia, y que mi coche estaba en un taller de ese pueblo; que no conocía a ningún otro, y que por favor llamaran al cuartel de la Guardia Civil del Padul para que les dijeran que lo de la caseta era cierto.

Durante una hora, no hicieron nada más que preguntarme por el otro, y yo siempre daba la misma respuesta, que yo iba solo, y volvía a contarle por qué estaba allí. A continuación vi un despliegue policial sin precedentes, y un teniente se bajó de un coche y vino a interrogarme. Aún recordaba cómo eran los galones de la mili, y me dirigí a él como correspondía a su rango, militar (¡A la orden de usted, mi teniente!), pero me hizo callar. Por fin consintieron llevarme al taller para que les mostrara mi documentación.

En el taller los pusieron a todos mirando al suelo, y me permitieron acceder al coche con una estrecha vigilancia. Saqué la documentación y, de paso, vi tiques de bebidas y comidas (de los de la caseta), les mostré mi identidad y les expliqué de nuevo la historia, ahora con un talón de tiques en la mano. Ya sí que empezaron a creerme, e hicieron las pertinentes comprobaciones y llamaron al cuartel del Padul. Me dijeron que me podía ir, pero que estuviera localizable en las siguientes veinticuatro horas. Les pedí que me llevaran a mi casa, no me iban a dejar allí, y así lo hicieron.

Durante el trayecto, les pregunté por qué me habían detenido, y me contaron que se había llevado a cabo un robo a mano armada justo allí al lado, en el Banco Popular, y que alguien les había dicho que yo respondía a la descripción de uno de los atracadores; tenía barba y un jersey rojo, que en ese momento llevaba en el brazo. De ahí que me tiraran contra su coche nada más verme, por si llevaba la pistola escondida bajo la prenda de vestir.

En mi vida he pasado más miedo que en aquellas dos horas que permanecí detenido. Yo me monté mi propia película y ya me veía en la cárcel incomunicado. ¡No, si lo que no le pase a uno...!

La historia tuvo un final feliz, pero no se me ha borrado aún de la cabeza, después de que haga más de treinta y dos años que sucedió. Lo pasé mal, muy mal.

Cuando se enteraron en mi pueblo, cada vez que iba al banco, se ponían todos con las manos arriba y me decían que me llevara todo el dinero que quisiera, pero que a ellos no les hiciera nada. ¡No, si es que la malafollá granaína está siempre a flor de piel!

Hoy quiero aprovechar el diario para dedicárselo a Rocío, alumna y amiga de mi paso por el Padul, que sé que me lee todos los días. Y aunque no le tocara ese viaje de estudios, me he acordado mucho de ella mientras escribía esto. ¡Va por ti, Rocío!



Durante un atraco a un banco, después de haber obtenido un buen botín, y antes de darse a la fuga, el atracador muy nervioso pregunta a un rehén:

- ¿Tú me has visto robar este banco?

El rehén, muy asustado, le responde que sí. El ladrón le pega un tiro en la cabeza.

Después se vuelve hacia otro grupo de rehenes (un hombre y dos mujeres) apuntándoles con el arma y les hace la misma pregunta. Entonces, el hombre, con calma, le explica que ni él ni su mujer han visto nada, pero que seguro que su suegra no se ha perdido ni un detalle.


Precisamente hoy me ha llegado un vídeo para que lo comparta con vosotros del Plan Director de la Guardia Civil; una charla que todos los años solicitamos en el centro para que sean las autoridades las que nos den consejos y nos aclaren algunos aspectos muy interesantes para todos. Os pido que lo veáis porque no tiene desperdicio, y ya que este año no han podido asistir a nuestro colegio, tengáis a mano estos útiles consejos.

Pincha en este enlace para ver la charla.


¡Vamos a por el martes, venga!



Miércoles, 17 de junio

 

¡Familia, buenos días! ¿Qué, cómo estamos?


Si hay algo que me apasione de los viajes, es sentarme a disfrutar de un buen café y observar los comportamientos de la gente. En esto paso horas enteras cuando voy a la playa, pero sobre todo, en mis viajes alrededor de España o del mundo.

Hoy os voy a contar lo que pude observar, con respecto a este tema, en mi último viaje por Alemania. Después de pasear por las calles más importantes de Speyer y visitar su catedral, nos sentamos en una terraza a tomar un café y a disfrutar de las vistas y de sus gentes. 

Por la calle peatonal venía un hombre con una hija pequeña en brazos, y en la otra mano un patinete. Su otra hija, un poco mayor, lo seguía a distancia con cara de pocos amigos. El padre no paraba de mirar a esta, y en voz baja le decía que cogiera el patinete, pero la niña aún se enfadaba más. Se pararon cerca de donde nosotros estábamos sentados, y armado con una paciencia infinita se puso a dialogar con la niña. Ésta bajo la cabeza y ni lo miraba, ni creo que lo escuchara. Le dejó la patineta allí en el suelo y se alejó un poco con la hija menor en brazos, pero la mayor ni se inmutó. Volvió de nuevo y otra vez empezó a dialogar con ella; ésta, cada vez estaba más cabreada. Sacó el móvil, el padre, e hizo una llamada. A los diez minutos apareció la madre, y otro rato de charla con la niña, que permanecía seria, muda y muy enfadada. Al poco rato, se fueron tanto el padre con su hermanita, como la madre, y la dejaron allí sola durante cinco minutos. Yo no dejaba de observar la situación y, aunque ya me había tomado el café, les pedí a mis acompañantes que me dejaran ver el desenlace.

Esta vez volvió sola la madre, cogió la patineta y agarró fuerte a su hija de la mano y a pesar de la negativa de la niña, se la llevó a la fuerza.  

Si no hubiera sido por la barrera del idioma, me hubiera gustado darles algún consejo tanto al padre como a la madre. Soy partidario del diálogo y de hecho lo he practicado mucho con mis hijos en situaciones difíciles, pero hay momentos en que los padres (y los maestros) tenemos que actuar con firmeza y si hay que darles un bocinazo, se le da, y ya está. También funciona un guantazo en el culo, aunque no sea ese mi estilo, pero un niño no se puede salir con la suya por un berrinche o un consentimiento sin sentido.

Desde que el mundo es mundo, y también lo podemos observar en los animales, los padres han tenido que actuar para educar a su hijos o a sus cachorros, haciéndoles ver que lo que hacen no está bien y diciéndoles que no, de una forma enérgica. Hay veces que sobran las palabras, las charlas moralizadoras, y hay que actuar así, aunque les duela a ellos y nos duela a nosotros. Yo he recibido palizas y broncas por parte de mis padres y jamás me he sentido frustrado por este hecho.

Aprendí que hay momentos en los que estas acciones funcionan y nos sirven para aprender que algo no lo estamos haciendo bien. No me gustaba que me pegaran, y yo jamás lo he hecho con nadie, pero una bronca a tiempo hace milagros.

Pues como os decía al principio, esta afición me encanta; observar los comportamientos de los demás, sin ser descarado. Pienso que se aprende mucho de las personas y de su forma de actuar.  Practicadlo alguna vez, y veréis como es muy divertido e interesante.


Estaba un niño de unos diez años presumiendo de todos los aparatos tecnológicos que ya poseía, y le dice a un compañero:

- Tengo IPHONE, IPAD, IPOD, PSP, WII, NDS, PLAY5 y PS4. ¿A qué no sabes lo que me falta?

- ¡A ti no sé! ¡Pero a tus padres, un par de tortas!



¡Vamos, que ya solo faltan dos días!



 Jueves, 18 de junio

 

Buenos días, familia. ¿Qué es de vuestra vida?

 

¡Empiezo de nuevo!

 

- Pero ¿qué es lo que vas a empezar, profe?

 

A escribir este día de otra forma. He despertado esta mañana y lo primero que he pensado es que tal y como había hecho mi penúltimo día del diario, no me gustaba, parecía más serio de lo habitual y rompía con la armonía de los otros. Así que empiezo de nuevo, y el otro os lo voy a camuflar como si fueran las actividades que tenemos que hacer hoy.

 

Ya sé que hay algo de mí que no os gusta; cuando después de estar un rato pasándonoslo bien, me pongo serio y os mando a hacer alguna actividad. Es como la noche y el día. 

 

- ¡Pero, profe déjanos disfrutar todo el rato!- me diríais vosotros. 

 

¡Pues no! Así no funcionan las cosas. Para poder apreciar algo, debemos sentir la necesidad, compararlo con su contrario, Con algunos ejemplos lo entenderéis mejor: Nos acordamos de los beneficios de tener una buena salud, cuando estamos enfermos; entonces sí que valoramos nuestra falta de salud y le damos la importancia que debería tener. Conocemos la felicidad por culpa de la tristeza. Le damos importancia al trabajo cuando no lo tenemos, y los periodos de ocio nos cansan ya... Pues así funciona la vida.

 

Si solo disfrutáramos aprendiendo y no pusiéramos en la otra balanza la parte seria del aprendizaje (el trabajo), terminaríamos cansándonos de tanto disfrute. Necesitamos a las dos partes.

 

En la cultura oriental (Asía) existen dos palabras: el Yin (oscuro) y el Yang (brillante) que son dos conceptos que son usados para referirse a dos fuerzas opuestas y complementarias, que encontramos en todas las cosas.

 

Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se le mira desde otro punto de vista.

 

¡Bueno! ¡Pues esto da para pensar un rato!

 

En este trimestre también recibiréis la notas por el Ipasen; las de la tercera evaluación y las finales. No os preocupéis, que estáis todos aprobados, que todos pasáis de curso y nos veremos en sexto. Ahí sí que al final tendré que tomar las decisiones de una manera más seria y objetiva. Ahora, como premio a vuestro esfuerzo, os encontraréis buenas notas, así que, tranquilos.

 

 

- Mamá, papá, estoy deseando de que acabe este curso.

 

- Ya, hijo, te comprendemos. Ha sido un curso muy extraño y has tenido que trabajar un montón desde casa. Te mereces unas buenas vacaciones.

 

- No, pero yo no iba por ahí.

 

- ¿Entonces?

 

- ¡Que tengo muchas ganas de que me den las calificaciones para saber qué nota habéis sacado vosotros en este trimestre!

 

 

También se podía contar de esta otra forma:

 

- ¡Qué ganas tengo de que mis hijos acaben el colegio para saber qué notas he sacado!

 

 

¡Venga, vamos a por el último día de trabajo!

 

 

 

LENGUA,  MATEMÁTICAS, SOCIALES Y NATURALES

 

 

 

Buenos días, familia. ¿Qué es de vuestra vida?


Hoy os quiero hablar como vuestro maestro que soy, y prefiero hacerlo en este día, porque mañana quiero dedicarlo solo a hacer una despedida en condiciones.

 

El verano es muy largo y vais a tener tiempo hasta de aburriros, por eso os voy a proponer un plan de trabajo o de repaso de todo lo que hemos visto en este curso tan extraño. No es obligatorio, pero sí muy aconsejable; en vuestras manos lo dejo.

 

Pero dejadme que empiece por el principio. Al igual que hice con el último tema de lengua, en el que os quité la parte de gramática porque prefiero explicarla yo en clase, esta última unidad de matemáticas no la vamos ni a tocar. Por eso os dije ayer que hicierais solo la portada con los contenidos, y que la dejéis abierta, porque por ahí vamos, precisamente, a comenzar cuando estemos en la normalidad de las clases.

 

El tema de las ÁREAS es un tema nuevo que nunca hemos tocado, y aunque puede que os resulte fácil cuando yo os lo explique, ahora mismo podría hacer que os perdierais y que les cogierais manía. Sí, de esto va este último tema, del significado de área y de saber calcular la de algunas figuras geométricas. Os prometo que os va a gustar, y lo vais a encontrar entretenido, y puede que hasta os resulte más fácil de lo que pensáis. Pero tanto el profe Francisco como yo, lo consideramos poco apropiado para darlo por teleclases. Así que ya sabéis por qué nos va a faltar un tema por explicar. Por lo demás, hemos terminado con todas las asignaturas, y aunque penséis que se me ha olvidado la de Educación para la Ciudadanía, o la de Valores, solo tenéis que volver a leer todo lo que os he escrito durante estros tres meses, para comprobar que sí que han tenido mucho peso. 

 

En total hemos dado este año doce temas de lengua (salvo la gramática del último), once temas de matemáticas, seis de sociales y seis de naturales; lo que hace treinta y cinco unidades. El verano tiene más de setenta días, así que si trabajáramos dos temas por día (o el plan que vosotros os organicéis), solo tendríamos que repasar de veinte a veinticuatro días. Porque eso es precisamente lo que os voy a recomendar, aparte de que si os apetece, que os leáis el libro entero de mi viaje en cuarentena con vosotros, pero ahora empezando por el principio, como si de una novela de aventuras se tratara.

 

Os doy libertad para hacer este repaso, como si lo que queréis es dedicar un día de la semana a cada asignatura (dos temas por día) y un día a la lectura. Os pongo un ejemplo de planificación, pero vosotros podéis hacerlo de otra forma.

 

Lunes, lengua; martes, matemáticas; miércoles, sociales y naturales (de forma alterna); jueves, idiomas y viernes, lectura. Los sábados, domingos, días de fiesta y vacaciones (donde vayáis) os lo tomaríais de descanso. En seis semanas, habríamos terminado y llegaríamos de vuelta a clase con las pilas bien puestas, aparte de dedicar vuestras horas de hastío a algo más instructivo en las largas horas de estío. 

 

Con un par de horas al día tendríais más que suficiente si os organizáis bien. 

 

- Y, ¿cómo hacemos esto, profe? ¿Dónde repasamos si ya hemos entregado los libros?

 

- Es fácil; en el blog. Pero en las pestañas de cada asignatura, que las tenemos bastante olvidadas. Ahí tenéis un montón de actividades interactivas que harán que el repaso no se convierta en algo aburrido. También podéis echar maño de estos últimos días en los que he puesto en vídeos lo más importante que hemos dado en lengua y matemáticas.

 

No quiero que esto que os estoy proponiendo os lo toméis como una obligación, con todo lo que habéis trabajado en este curso, sino como algo interesante, útil, que nos ayudará a empezar a doscientos por hora en sexto. Sé que hay algunos enlaces que no funcionan, dependiendo de las aplicaciones que tengáis en vuestro ordenador, tablet o móvil, pero no pasa nada, porque hay bastantes que sí los podéis abrir y trabajar con ellos. Si alguien no dispone de internet, puede repasar en los cuadernos de las distintas asignaturas. ¡Que el trabajo que hemos hecho este curso, tan raro, sirva de verdad para seguir avanzando!

 

En cuanto a la lectura; leed todo lo que podáis y cuanto más mejor. Y también, si os apetece leed en el blog de los viajes de Fabi y Carmelo el diario completo y en orden cronológico de nuestra aventura en este confinamiento. Ya os comentaré en clase lo que pienso hacer con él; o mejor os lo digo ya: creo que voy a publicar un libro de papel (con sus pastas y todo) con el diario que he escrito.

 

¡Hoy sí que os he dado una buena charla! ¡Ajú, cuando lo he leído parezco un maestro!

 

- Pero, profe, es que de verdad lo eres. 

 

- ¡Vaya! Pues no me había dado ni cuenta.

 

 

Había un señor que le salieron pelos por todas las partes del cuerpo, y acude asustado a la consulta de su médico y le pregunta:

 

- Doctor, ¿Qué padezco?

 

- ¡"Padeces" un "ozito"!

 

 

La maestra le pregunta a Jaimito:

 

- Y tú, ¿cómo te imaginas la escuela perfecta?

 

- ¡Cerrada, maestra, cerrada!

 

 

¡Vamos, que hoy es el último día que os pongo alguna actividad!



Viernes, 19 de junio. Último día del diario.

 

¡Buenos días, familia! ¡Pues sí, esto ya se acabó!

 

Todo lo que empieza, termina, y hasta aquí hemos llegado en este año de quinto de primaria. No sé si el curso que viene será normal (¡ojalá!), pero si en algún momento no lo fuera, retomaría el diario, porque creo que con más de uno de vosotros he conseguido el objetivo inicial; seguir hablando con vosotros, hacer que me sintierais cerca y animaros para que continuarais trabajando y aprendiendo.

 

Pero además, este diario ha servido para que me conozcáis un poco mejor, quizá más de lo que yo quería al principio. Ayer, en mi paseo matinal, me encontré con mi amiga Feli y estuvimos hablando un rato. Me dijo que me leía todos los días y que le encantaba cómo cuento las cosas, pero también me dijo, que quizá me he desnudado bastante (he hablado de mí y de lo que siento, tal vez demasiado). Tiene razón, pero así soy yo; me gusta dar todo lo que tengo en lo que hago, y en el diario, no me iba a quedar a medias.

 

Ha sido una forma muy extraña de comunicación la que he tenido con vosotros. Sí, yo no paraba de hablaros, pero salvo en contadas ocasiones, vosotros no me podías contestar ni decir nada. Sabía que me leíais, pero, ¿de verdad estabais comprendiendo lo que aquí estaba escrito? Sin miraros a los ojos, no podría responder. 

 

He ido cambiando conforme escribía, y cuando vuelvo a leer el diario desde el principio, me doy perfecta cuenta de ello. He ido evolucionando; desde una persona que solo os daba ánimos, que empezó a bombardearos con escritores y pasajes literarios, hasta otra, en la que os contaba cosas personales mías y de mi entorno.

 

No me gustan las rutinas, y cada día he intentado sorprenderos con algo nuevo. Solo espero haberlo conseguido, porque con la rutina, como os dije un día, nos atontamos. Aunque, es necesaria en otros momentos. No, no me estoy contradiciendo. La rutina la hemos utilizado para hacer lo mismo todos los días y a la misma hora, y esta es buena porque así no teníamos que tener  una lucha interna entre ponernos a trabajar o no. Yo también la he utilizado en el diario con los saludos, con las palabras de ánimo, con las despedidas, con el chiste, con los consejos... Pero he intentado por todos los medios que éste se convirtiera en algo sorpresivo, y no en una rutina

 

A mí gusta ser yo mismo, y he intentado poner mi sello en todo lo que hago. Me conozco demasiado bien, y sé que me encanta poner una nota de humor en todo, hacer cosas distintas, sobrepasar algunos límites, hacerme notar allá donde esté, poner mucho sentimiento en lo que hago, dar lo mejor de mí en cada momento y disfrutar cuando veo que se me entiende. Puede que sea un modo de reivindicar a la persona rebelde que hay en mí, pero también de ser transparente; que se me vea venir desde lejos. 

 

Me preocupaba mucho, cuando ya me había lanzado a este proyecto, lo que los demás pudieran pensar de mí y de lo que hacía con vosotros, así que tuve que pedir diferentes opiniones y solicitar que fueran sinceros en sus respuestas. Dos de esas personas a las que pedí ayuda las conocéis muy bien: al profe Francisco y a nuestro director, Javier. Como sus opiniones fueron muy positivas, ya sí que me tiré al barro y decidí actuar con libertad.

 

He querido en estos meses que os sintierais acompañados en esta soledad del confinamiento y, que si os apetecía, aprender algo de lo que os escribía. La idea era que siguiéramos como si estuviéramos en clase e intentar actuar como lo hacía en vuestra presencia. Esta tarea no era fácil, y me he tenido que reinventar para poder conseguirlo. Pero si lo he logrado o no,  no lo puedo decir yo; eso lo tendréis que decir vosotros. Al menos sé, que lo he intentado.

 

No sé a vosotros, pero a mí, no me gustan las despedidas. Por eso cuando llega el último día de clase, reservo parte de ese día para jugar, para que el recuerdo que os quede de mí sea agradable. Es una pena que este curso no nos hayamos podido despedir en condiciones, porque tenía preparados un montón de juegos para hacer y divertirnos en ese círculo que montamos en mitad de la clase ese último día. Me gusta dar una clase diferente antes de las vacaciones de navidad y de las de verano, y por eso he decidido no publicar nada para el lunes, que es cuando en teoría termina el calendario escolar y deberíamos estar de fiesta. Otra vez será lo de los juegos. Y os juro que nos divertiremos muchísimo.

 

Al final, he decidido poneros las soluciones a las actividades de ayer en otra entrada distinta, porque hoy solo quiero que leáis esto. Y que lo hagáis de una forma más relajada, sin pensar que aún nos queda algo por hacer. Que ya os sintáis libres para afrontar este verano de una manera divertida, sin ninguna preocupación, porque habéis conseguido salir de una situación difícil con éxito, y seguro, que mucho más maduros. Como dice el refrán: No hay mal que por bien no venga.

 

Hoy no os voy a contar ningún chiste, porque el coronavirus no es ninguna broma, aunque yo os haya hecho reír para quitarle hierro al asunto. Esta situación nos ha enseñado a tratar con respeto a la enfermedad, y nos ha abierto los ojos para que veamos que hay momentos en los que cada persona debe cooperar y hacer lo que se nos recomienda con el fin de conseguir que todos podamos gozar de un buen estado de salud.

 

Os voy a echar mucho de menos, voy a echar de menos los madrugones y el silencio de la noche mientras trabajaba, como también voy a echar de menos la escritura, en la que aparte de contaros muchas cosas, servía para animaros a aprender. Pero para mí también es hora de parar, de tomarme un descanso y cargar las pilas en estas vacaciones que se nos vienen encima.

 

 

- Profe, te estás poniendo serio y melancólico.

 

- ¡Ha sido solo un lapsus!

 

 

Sheila, Seba, Marta Asenjo, Ismael, Roberto, Juan, Noé, Nerea Fernández, Martina, Sara, Paula, Dani, Rafa, Valeria, Marta Muñoz, Esther, Inés, Sergio, Álvaro, Carlota, María, Marta Santiago, Nerea Soto; ha sido un verdadero placer compartir esta experiencia como maestro vuestro en este curso tan difícil y extraño. Hoy os quiero dedicar el diario. ¡Va por vosotros!

 

 

Tampoco quiero olvidarme de todos los que han seguido estas lecturas de forma esporádica o continua. Espero no haberos defraudado a ninguno y que hayáis pasado algún rato entretenidos con ellas. Recibid, al igual que mis alumnos, un montón de gracias por hacerlo, porque las palabras escritas no tienen sentido si no hay alguien que las lea. Un abrazo muy fuerte de vuestro profe, tutor, o lo que signifique para vosotros.

 

 

Y ahora sí que sí. Ahora lo voy a decir de verdad:

 

 

- ¡ATENTA COMPAÑÍA! ¡ROMPAN FILAS!